por Gustavo Burgos, EL PORTEÑO
La movilización feminista del 8 de marzo y su continuidad en la movilización ambientalista por el cambio Climático del pasado viernes 15, ponen de manifiesto que la actividad de las masas, lejos de adormecerse luego de un verano marcado por la iniciativa política del Gobierno por la situación de Venezuela, ha retomado nuevos bríos y se presenta repuesta y con renovado ímpetu. Si la izquierda revolucionaria, aquella que se reclama de los trabajadores y el socialismo, es capaz de dar respuesta a estas movilizaciones y contribuir al potenciamiento de esta lucha como un enfrentamiento de clase en contra de Piñera y el empresariado, la continuidad y proyección política de este movimiento está garantizada.
Sin embargo, la falta de oposición a Piñera, que ha alcanzado para hacer invisible al propio Kast, ha permitido que su gobierno siga perpetrando un ataque en toda la línea en contra de los trabajadores. Las contrarreformas laboral y tributarias, se suman al fortalecimiento de las AFP y un saqueo sin precedentes al bolsillo de la mayoría nacional, como ha quedado de manifiesto con el fraude de los medidores inteligentes de electricidad y con el millonario arreglo de la familia Chadwick a propósito del impresentable cambio de nombre de Transantiago a Red, a un costo al erario nacional de casi un millón de dólares. Son miles de estudiantes a los que Piñera ha privado de acceso a la gratuidad y los ha forzado a endeudarse nuevamente con la banca: nueva contrarreforma educacional. Piñera está desatado.
La Derecha sabe que para materializar estos objetivos no alcanza con los acuerdos con la DC y alguno que otro despojo de lo que fue la Nueva Mayoría. No alcanza con la corrupción de los partidos como queda de manifiesto con los casos Penta, SQM, el regalo del Litio a Ponce Lerou y el fraude institucional de las AFP. Para avanzar en este plan del Gobierno necesita represión y los escándalos de corrupción y desprestigio de Carabineros, FFAA y el Poder Judicial, debilitan la legitimidad de cualquier acción de fuerza. Esto pone a la burguesía, al gran empresariado, en la necesidad de dotarse de un discurso, de elegir un enemigo interno que les permita articular un discurso que justifique esta ofensiva. Este es el sentido de la vergonzosa iniciativa de extender el control preventivo de identidad a los menores de edad.
Aunque los organismos internacionales y los expertos han denunciado el carácter vulneratorio y discriminatorio de la medida, no cabe duda que lo que se persigue es dar cuerpo a un accionar represivo sobre la juventud explotada de las grandes ciudades del país. Pero ni aún en este punto el régimen logra unificarse, a guisa de jemplo recientemente, la propia Contraloría General de la República ha objetado la legalidad del “toque de queda” para menores de edad que alcaldes ultrareaccionarios como el alcalde PS, Viñambres, en Quilpué, han pretendido aplicar sobre los menores de edad.
La falta de control político, de autoridad, como le ocurre a todo Gobierno que representa los intereses de una minoría, del 1% que se lleva para la casa el 35% de la renta nacional. Este Gobierno que es además minoría en el Parlamento y en la sociedad, tensiona a la institucionalidad y se le hace imposible desarrollar su política sin polarizar, sin extremar las contradicciones de clase que atraviesan a nuestra sociedad. Eso es lo que está haciendo Piñera en estos días.
Sin ir más lejos, esta semana la extrema derecha latinoamericana se dará cita en Santiago para recibir a Bolsonaro, Macri, Duque y el mozo símbolo y emblema de los yanaconas, el Presidente autoproclamado de Venezuela, Juan Guaidó. Se reúnen la llamada Unión de Partidos Latinomericanos (UPLA) y luego sus Gobiernos de Brasil, Argentina y Colombia, entre los más importantes. Estas reuniones son un atentado a los pueblos de América Latina, una provocación y una verdadera declaración de guerra a la clase trabajadora.
Qué discutirán, qué pueden exhibir estos sirvientes y dilectos representantes del gran capital. Qué proyecto pueden presentar tamaño grupo de impotentes a un continente arrasado por la miseria, la desindustrialización, el caos ambiental y la represión. Vamos a escuchar algo sobre los Escuadrones de la Muerte que siguen masacrando campesinos en el Amazonas; ¿alguna reivindicación adicional sobre la utilidad de la tortura y la violación mujeres, por parte de Bolsonaro?; ¿nos enseñará Guaidó qué tipo de instrucción recibió de la CIA y cómo se financian las guarimbas?; ¿Piñera va a explicarles a los asistentes cómo se hace para duplicar su fortuna desde que llegó a La Moneda por primera vez y la forma como obtiene financiamiento para saquear el país de las AFP, que le prestan dinero a tasas irrisoriamente inferiores a las del sistema bancario?.
Nada de estas cuestiones se ventilarán. Vamos a oír una adhesión a los valores democráticos –que es la forma como denominan los valores de la dictadura de la burguesía sobre la mayoría nacional- y alguna que otra banalidad sobre la clase media, el salto tecnológico y la descentralización. Para la risa, la farsa de una piara de explotadores, de una banda de piratas haciendo muecas y obsequiosas pantomimas del poder. Una postal, repetida desde el siglo XIX, de lo que han venido repitiendo las élites de la burguesía rentista y parasitaria. Una postal intrascendente, pero ante todo una provocación.
Ante esto, la oposición institucional, los dirigentes de la Nueva Mayoría y el Frente Amplio, no nos dan ninguna sorpresa. La presidencia de las comisiones parlamentarias es por ahora, su único horizonte. Mañana veremos alguna cuña y esperamos no verlos abrazados con Guaidó, si es que éste se los permite.
Los trabajadores, muy por el contrario, tienen su agenda propia. El marzo de movilización que comenzó con un portentoso 8M Feminista, se proyecta como un mes de movilizaciones. Se trata de movilizaciones semanales, la causa Mapuche, la Vivienda, el Agua, el día del Joven Combatiente, No+AFP que vuelve a la calle después de los Cabildos y el Paro Activo del 11 de abril que convoca la CUT.
Se trata de una oleada de protestas en las que se construye la única oposición posible, la oposición de clase, callejera y movilizada en contra de los explotadores. Esto plantea hacer de la movilización del 11 de abril, la reunión de todas las reivindicaciones, un espacio para el encuentro del activismo y la solidaridad. Un momento para prestar apoyo a la causa de todos los que se levantan en contra del régimen. En Valparaíso, además, debe ser un momento para solidarizar con los portuarios eventuales que siguen en las listas negras del nazi Von Appen.
Que los reclamos se articulen con una clara ordenación de clase es responsabilidad de la militancia de izquierda que se reclama de la causa de los trabajadores. La lucha contra las AFP, en defensa de un auténtico sistema previsional debe descansar a su turno en garantizar la estabilidad laboral que es consecuencia de la ampliación de los derechos laborales y colectivos. La CUT, usurpada su dirección por burócratas que desprecian la voluntad de las bases y que tiene a Bárbara Figueroa a la cabeza de la Central por razones que poco tienen que ver con la lucha y mucho con las componendas con el empresariado, debe ser recuperada para las bases trabajadoras y reivindicada como un frente de lucha. En Valparaíso son múltiples las organizaciones que participan de este diagnóstico aún cuando esto no se ha traducido en acciones concretas.
Que el 11 de abril sea un gran Paro Nacional aglutinador de las luchas es una exigencia impostergable. La militancia revolucionaria, aquella que aún desde dentro del PS, del PC y de las diversas organizaciones del Frente Amplio, pelea por la unidad y la movilización contra Piñera debemos darnos encuentro en esta convocatoria sin ningún tipo de sectarismo, teniendo como única bandera, la bandera de la clase obrera, la de la acción directa, la movilización y la organización contra el Gobierno patronal y proimperialista de Piñera. En la calle veremos quién se impone, los impostores al servicio del gran capital o la inmensa mayoría nacional que se ha rebelado en contra de un orden social –capitalista- que sólo puede ofrecernos miseria y represión. Fortalecer la instancias de lucha y combatir por la unidad más amplia y de clase, es el desafío del momento.
- el autor es abogado, Director e integrante del Equipo Editorial de El Porteño
- la imagen de portada es de la página RIVAL y corresponde a la marcha del 15 de marzo en Valparaíso por el Medio Ambiente.
Ojalá en Chile se haga un paro general. Sin embargo, lo dudo. Sobre todo por los que son los convocantes. Una CUT descredibilizada con dirigentes que no son bien venidos en una masa importante de los trabajadores. Para hacer paros y para convocar a luchas que hacen falta, los dirigentes convocantes tienen que tener autoridad moral y ascendencia hacia los trabajadores, lo que lamentablemente, para el caso, está lejos de cumplirse
Una gran lástima, por cierto,
Sin una organización sindical y de prestigio y sin que existan partidos políticos de izquierda, difícil se hace arribar a algo
Esa es nuestra realidad, no podemos hacernos ilusiones y mentirnos a nosotros mismos.
Y esto no es pesimismo, sino la ocasión para llamar a crear de una vez izquierda en Chile, para lo cual hay que comenzar de cero.