Barry Sheppard
A l’encontre, 6-5-2021
Traducción de Ruben Navarro – Correspondencia de Prensa
A finales de abril, el presidente Biden reunió a varios dirigentes mundiales (por videoconferencia) para hablar del cambio climático y pedir nuevos compromisos sobre las emisiones de carbono.
La militante ecologista Greta Thunberg mandó un video el día antes de que comenzara la conferencia, denunciándola como «una idiotez». «En la cumbre sobre el clima, los países presentarán sus nuevos compromisos en materia de protección del clima, como emisiones netas ‘cero’ para el año 2050 [ver artículo publicado el 23 de abril de 2021: http://alencontre.org/laune/crise-climatique-le-zero-emission-nette-est-un-piege-dangereux.html]
Dirán que esos objetivos hipotéticos son ‘ambiciosos’. Pero si comparamos sus objetivos insuficientes con el conjunto de análisis científicos de los que disponemos, podemos ver claramente que hay una brecha enorme. Nos faltarían muchas décadas».
¿Cuáles son esas décadas que faltan? La ciencia a la que se refiere Greta Thunberg es la conclusión de que debemos reducir las emisiones globales a cero antes de 2030 para evitar consecuencias catastróficas. Para lograr ese objetivo, «nosotros» tendríamos que haber empezado ya a reducir las emisiones de carbono, pero en cambio, el mundo sigue avanzando en la dirección opuesta.
Howie Hawkins, candidato del Partido Verde a la presidencia de Estados Unidos en 2020, escribió: «Es demasiado tarde para el gradualismo. Como mínimo, debemos aspirar al ‘objetivo inicial’ de 350 ppm (350 partes por millón de dióxido de carbono en la atmósfera) que fue definido hace 13 años por los científicos del clima James Hansen y sus colegas en un estudio de 2008».
Ese objetivo inspiró el nombre de la organización «350.Org» (https://350.org/es/) que lucha contra el cambio climático.
«La Tierra superó esas 350 ppm a finales de 1988», dice Hawkins. «En el Observatorio de Mauna Loa, en Hawai, el dióxido de carbono llegó a una media de 414 ppm en 2020, de 418 en marzo de este año y alcanzó el récord de 421 ppm el 3 de abril.
La última vez que el carbono atmosférico estuvo a un nivel tan elevado fue durante el período cálido del Plioceno Medio, hace 3,6 millones de años, cuando las temperaturas eran 4 grados Celsius (7 grados Fahrenheit) más altas y el nivel del mar era 27 metros más alto que hoy.
Si se mantiene el ritmo anual de aumento del dióxido de carbono del año pasado, el planeta alcanzará las 500 ppm en torno a 2050…
Estos cambios forman parte del sistema climático originado por las emisiones contemporáneas de carbono, a menos que el mundo no sólo reduzca las emisiones a cero, sino que logre rápidamente emisiones negativas retirando el carbono de la atmósfera y devolviéndolo a la biósfera a través de la reforestación y de la reconstrucción de suelos vivos, ricos en carbono, mediante la agricultura regenerativa.
El cambio climático acelerado que conocemos actualmente no se limita a las olas de calor, a las condiciones meteorológicas extremas y a las ciudades inundadas de las que hablan los titulares. De aquí a 2050, seremos testigos de la extinción masiva de especies, del ocaso de los ecosistemas terrestres y oceánicos, de una crisis agrícola con escasez de alimentos, de una contracción económica con aumento de la pobreza, de cientos de millones de refugiados climáticos y de una escalada de conflictos sociales y guerras por el control de los recursos». [2]
En la «cumbre», Joe Biden anunció que Estados Unidos disminuiría sus emisiones en al menos un 50% con respecto a los niveles de 2005, y que alcanzaría las emisiones netas cero en 2050. La Unión Europea se comprometió a reducir, para 2030, las emisiones de carbono en un 55% respecto a los niveles de 1990. China afirma que seguirá aumentando sus emisiones hasta 2030, antes de establecer un tope y lograr la neutralidad de carbono en 2060. China es actualmente el mayor emisor del mundo, y Estados Unidos tiene el triste honor de ser el segundo pero, con respecto a la cantidad de habitantes, ocupa el primer lugar.
Aún sin tener en cuenta la observación de Greta Thunberg de que esos objetivos son insuficientes y llegan demasiado tarde, las decisiones de la cumbre carecen de sentido, según In These Times. Si nos fijamos en los «objetivos» de Estados Unidos y en las medidas que propone para alcanzarlos, podemos ver que es una muestra de lo que hacen también los otros países.
Joe Biden no presenta ninguna medida para que las industrias de combustibles fósiles reduzcan sus emisiones de dióxido de carbono. Sabe que la industria de combustibles fósiles se opondría enérgicamente a propuestas en ese sentido, así como la mayoría de los políticos republicanos y demócratas.
En lugar de «castigo», Biden propone el «incentivo» de apoyar las energías limpias para que sean más rentables que los combustibles fósiles, pero si dar ningún calendario, ni siquiera en el caso de que pudiera conseguir los fondos suficientes en el Congreso para hacerlo.
También es poco claro, e incluso engañoso, en cuanto a la cantidad de dinero necesaria, o sobre cómo hacer frente a las enormes inversiones que la industria de los combustibles fósiles ya ha efectuado, desde la perforación y el fracking hasta los oleoductos, las refinerías, etc.
La generación de electricidad representa el 27% de las emisiones de carbono, el transporte el 28%, la calefacción el 12% y la agricultura el 10%. Hay que transformar todos los sectores productivos. «Esa transformación enorme de emergencia sólo puede lograrse mediante un enfoque ecosocialista que incluya la empresa pública y la planificación», afirma Howie Hawkins.
En las propuestas de Biden figura el concepto de emisiones «netas cero». Para la mayoría de la gente, «neto cero» suena como «cero», lo que explica el uso de ese término falaz. Se trata de equilibrar las emisiones continuas con la eliminación del dióxido de carbono de la atmósfera. Biden menciona como una posible forma para eliminar el dióxido de carbono de la atmósfera una tecnología que aspiraría el aire que contiene mucho dióxido de carbono, por ejemplo de las chimeneas, para conducirlo a través de tuberías subterráneas donde podría combinarse con algunas rocas y quedar atrapado. Es una tecnología que funciona en laboratorio, pero cuya eficacia sólo se ha demostrado a pequeña escala debido a su costo. Por ahora, no hay perspectivas de uso a gran escala. Además, no serviría para calentar edificios, ni para el transporte. En un futuro cercano, es imposible convertir todos los camiones, coches, etc. a la electricidad [por no mencionar el costo en CO2 y otros tipos de contaminación durante la producción de esos coches eléctricos], pero debemos actuar ahora. La electrificación de los aviones no es posible aún y no es seguro que lo sea algún día.
¿Y cómo funcionaría ese sistema para reducir el dióxido de carbono en la atmósfera en el mundo entero, no sólo en los lugares que se encuentran cerca de las chimeneas? Es imposible. Es una idea absurda. Tendríamos que eliminar los gases de efecto invernadero de la atmósfera para volver a las 350 ppm, aunque no quemáramos más combustibles fósiles. Hay sólo una manera de hacerlo, como lo explicó Howie Hawkins.
Se trata de restablecer el equilibrio con la naturaleza que el capitalismo interrumpió, reforestando y reconstruyendo suelos vivos ricos en carbono gracias a la agricultura regenerativa. Es necesario reforestar los bosques y selvas del mundo que el capitalismo destruyó y sigue destruyendo porque, como todas las plantas verdes, absorben el dióxido de carbono de la atmósfera durante el proceso de fotosíntesis, la base de toda nuestra alimentación (y la de otros animales), y devuelven el oxígeno a la atmósfera.
Marx vio ya hace tiempo que el capitalismo creó una «ruptura metabólica» entre las ciudades y el campo. Los productos vegetales y ganaderos producidos en el campo son enviados a las ciudades para su consumo. Los restos y desechos de este consumo ya no vuelven al suelo, no lo reconstituyen no lo revitalizan. Es por eso que se necesiten fertilizantes y plaguicidas químicos, que contaminan la biósfera. Las plantas no son tan «eficientes» como cuando forman parte de un «equilibrio natural». Los residuos llegan a los ríos a través de los sistemas de alcantarillado y finalmente, contaminan los océanos. Además de la lluvia ácida procedente de la quema de combustibles fósiles, las plantas oceánicas [fitoplancton, etc.] están disminuyendo, lo que afecta la capacidad de los océanos para absorber el dióxido de carbono.
Tenemos que devolverle el verde a la tierra
Los ecosocialistas marxistas de hoy se basan en lo que Marx y Engels señalaron sobre la perturbación nociva de la naturaleza provocada por el capitalismo para abordar el daño aún mayor y siempre en aumento que en muchos aspectos el capitalismo ha hecho y sigue haciendo al ecosistema.
En realidad, Joe Biden y los demás políticos capitalistas internacionales presentes en la «cumbre» no tienen ningún plan para evitar la catástrofe climática. Agitan promesas vagas mientras siguen el camino del infierno. Solamente con un movimiento de masas y una acción conjunta que se apoye en las masas trabajadoras de todo el mundo podrá lograrse un cambio significativo. El camino es arduo, pero los socialistas deben comprometerse a recorrerlo.
Notas
1) Alude al título de una serie de televisión: Bedrag (Follow the money) estrenada en castellano en España. Es una serie de televisión danesa, emitida desde el 2016. Su trama gira en torno a la delincuencia económica en el que los 3 personajes de las historias que se cuentan son ambiciosos y codiciosos, aunque puedan parecer muy distintos entre sí. (Redacción Correspondencia de Prensa)
2) Un «estudio, publicado el jueves 29 de abril de 2021 en Nature Climate Change por un equipo internacional, examina la Amazonia brasileña, que representa el 60% de esa selva primaria [que se extiende más allá de Brasil], y la conclusión es funesta. Entre 2010 y 2019, la Amazonia ha perdido biomasa: las emisiones de carbono de la Amazonia brasileña son aproximadamente un 18% superiores a lo que absorbe, establece un comunicado de l’Institut français de recherche pour l’agriculture, l’alimentation et l’environnement. » (https://www.inrae.fr/actualites/impacts-degradations-environnementales-amazonie-foret-bresilienne-rejette-du-carbone-derniere-decennie) (Redacción A l´encontre)