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Editorial
Contra la farsa de la segunda vuelta: preparar un frente unitario de toda la clase trabajadora
por Gustavo Burgos
Sin ruborizarse, desde el ala «opositora» del Acuerdo por la Paz nos proponen votar por Gabriel Boric invocando la alternativa «Democracia o Fascismo». Si no votamos por el candidato del árbol, cae sobre nosotros la noche del fascismo de Kast. Hace treinta y tantos años, otros sujetos con las mismas intenciones nos planteaban alarmados la necesidad de apoyar al golpista Patricio Aylwin bajo la premisa de que había que decidir entre «Democracia o Dictadura». Ayer se vestían, no con cierta incomodidad, con los ropajes del antipinochetismo, hoy día los pusilánimes salvavidas de Piñera se nos presentan inexplicablemente con el disfraz del antifascismo. Esta gente —Concertación, Nueva Mayoría, PC y Frente Amplio— cuya mayor cercanía con el antifascismo se produjo al descubrir la canción «Bella Ciao» en la serie española «La casa de papel», aspira a dotar con la expresión «antifascista» de un aire épico a una política miserable cuyo único objetivo es la restauración del régimen quebrantado por el levantamiento popular del 18 de Octubre.Leer más
La rendición incondicional de Boric
por Gustavo Burgos
Contra lo que irresponsablemente sostienen los reformistas, las elecciones representativas jamás expresan la voluntad popular. Y esto es así porque la democracia patronal no es sino una forma —más o menos sofisticada— a través de la cual los capitalistas ejercen su dictadura sobre el conjunto de la sociedad para garantizar el orden de explotación. Precisamente por eso y porque la distribución de los votos apenas registra fotográficamente la capacidad del régimen para movilizar a la población tras su institucionalidad, es que el triunfo de Kast el domingo pasado es irremontable —políticamente— para Boric. La única posibilidad que tiene el candidato del árbol de imponerse en diciembre es saliendo a disputar el voto de centro, conservador, y todo indica que esa pelea la tiene perdida. Si la pelea es entre momios, ya se sabe quién gana.Leer más
Ernest Mandel: «La inevitable caída de Mikhail Gorbachev»
imagen: Ernest Mandel
El 26 de diciembre de 1991, los presidentes de las repúblicas soviéticas de Rusia, Boris Yeltsin, Ucrania, Leonid Kravchuk, y Bielorusia, Stanislav Shushkévich, acordaron formalmente la disolución de la URSS. Los treinta años pasados, que han visto la aplicación de las terapias de choque neoliberales como mecanismo de restauración capitalista y la transformación de la burocracia soviética en una nueva clase capitalista de oligarcas enriquecidos con la expropiación individual de lo que habia sido la propiedad colectiva que habían gestionado hasta entonces, no ha cerrado el debate sobre la naturaleza social y política de la URSS.
El debate sigue abierto entre las distintas interpretaciones como una problemática central del marxismo. En 1992, Ernest Mandel, entonces el principal dirigente del lSecretariado Unificado de la Cuarta Internacional, aventuró este balance provisional de una coyuntura de casi imposible predicción, pero que terminó en el peor de los escenarios posibles. EP