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En política parece que el eslabón perdido es usted

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Un semi-serio» que tal vez, y sólo tal vez, podría hacerle desperezar y librarse de la molicie que el sistema le ha entregad como vestimenta oficial. 

Los poderosos dueños del sistema nos ofrecen, a nosotros la servidumbre, sus candidatos. De esos nombres usted elige uno y sufraga por él o ella. Ese es el sistema actual.Usted es peligroso, señor. Usted constituye un problema serio para el Estado, para la tranquilidad y la paz de una sociedad que costó domar luego de años de permanencia en la selva de ese caos llamado “democracia”.

Usted, señor, representa un serio peligro porque tiene buena memoria, piensa, reflexiona y opina. Eso, señor, es lo peor que puede ocurrirle a un país que se mece tranquila y obedientemente en las aguas turbias de la depredación típica del capitalismo fructífero.

Usted, mi amigo, pertenece al grupo de anarquistas caóticos, aventureros resentidos y sin destino que, porfiadamente, insisten en la búsqueda de un tipo de democracia que en los albores del presente siglo ya no existe. Dejó de respirar a mediados del año 1972, cuando la Cámara de Diputados, con mayoría de la CODE (democristianos y conservadores), la asesinó para que su lugar fuese ocupado por la voracidad de mega empresas transnacionales.

¿De dónde sacó usted esa peregrina idea que pensar y analizar, recordar y pensar, son artificios válidos para alzar andamiajes políticos que sirvan como base de gobierno? Es malo pensar, amigo. Pensar es peligroso, amigo.

Déjese de joder, cabréese, córtela de una buena vez, no mosquee más con su archi sabida cantinela de la “justicia social, la democracia verdadera, el poder revocatorio, la asamblea constituyente, el derecho a sindicalizarse, la protección del medio ambiente” y una interminable serie de exigencias que lo delatan como individuo insoportable, odioso, medio loco, insufrible.

¿Es que aún no se ha percatado que sus propios amigos, en las fiestas y reuniones, apenas comienza con la verborrea del análisis y reflexión política lo van dejando solo, y termina finalmente hablándole a su botella, nada más?

¿Se da cuenta cuán peligroso es usted para esta sociedad enferma de consumismo, dependencia y ahuevonamiento cultural mediático futbolístico festivalero?

En honor a la verdad, el sistema le considera más dañino que peligroso. Agradézcale al Altísimo el no tener capacidad de convocatoria para imponer sus ideas anti consumo, anti mercado, anti clasismo, anti corrupción, anti conceptivo, anti-cuado y anti-faz, que son las divinidades sobre las que se sustenta y nutre esta triunfante civilización socioeconómica que le tocó vivir a los poderosos de siempre (y a nosotros, sus agradecida servidumbre).

Lo dije con el corazón en la mano, pues si tuviera capacidad de convocatoria ya estaría preso, muerto o, quizás, hubiese cruzado ya a la vereda del frente, hacia quienes Usted atacaba, atraído por el mazo de billetes ofertados en aquel sitio que es la vecindad de Ali-Babá.

Cabe la posibilidad de que nada de ello acaeciera, y usted continuase estando solo, tan solo como el ‘viejo del cartel’, sin que nadie le siguiese y, por el contrario, soportando que se mofen de sus ideas tildándolo de “resentido”, “vago” y “comunista castro cubano venezolano” (nueva canzonetta que entonan los defensores del sistema y del duopolio).

¡Reflexione, hombre, por el amor de Dios! Tome asiento, respire profundo, cierre los ojos y haga funcionar su cerebro. ¿Cómo se le pudo haber ocurrido que en un sistema “democrático con protección de preservativos mentales”. Usted podía exigirle algo a los honorables parlamentarios? ¿Quién se ha creído que es, señor?

Entienda de una maldita vez que usted vota por los candidatos que los dueños del sistema nos ofrecen, a nosotros, la servidumbre. De esos nombres usted elige uno y sufraga por él o ella. Punto final. De ahí para adelante, en los siguientes cuatro u ocho años (según sea un diputado o un senador) cierre la boca, no joda, baje la cabeza, trabaje sin chistar y deje en manos de ese caballero o de esa dama el futuro del país y el suyo propio. ¿Le cuesta mucho entender que así es como funciona esta democracia?

Pero, claro, porfiado como es, no lo quiere entender, y machaca con el dale que dale, esperanzado en que quizás, por demolición, conseguirá influir en la mente de tan hábiles, honestos y nobles personajes como los que pueblan el poder Legislativo.

Ahora le dio la pataleta porque desea cambiar la Constitución Política del Estado mediante una Asamblea Constituyente. ¿Se le soltó un tornillo? Ya lo dijo el brillante e incorruptible patriota Jorge Burgos: tal pretensión es un “atajo raro” para reformar (no cambiar…) la actual Carta Fundamental.

Déjeme entender lo que usted desea amigo mío. ¿Quiere que la gente, es decir, la poblada que marcha por calles, ferias, universidades, industrias, comercios, mercados plazas y villas, sea quién proponga y determine las leyes? ¡Cómo se le puede haber metido en la sesera tamaña ridiculez, hombre!

Mire, para que viva tranquilo, y le dé un corte, un tajo, a su ya aburridora cantinela de “socializar el sistema y hacer que Chile sea para los chilenos”, internalice esta verdad que es la misma para todas las naciones civilizadas del mundo occidental: el mejor sistema es aquel donde se gobierna para el pueblo, por el pueblo, pero sin el pueblo.

Se gobierna explotando al pueblo, sin que este se percate jamás que arrastra cadenas recubiertas por tarjetas de plástico y hojas de farándula. ¡Y usted quiere que ese pueblo despierte y salga de la matrix neoliberal!

Abandone las trincheras inoficiosas en las que se ha cobijado estas décadas. Reconozca que ni Usted, ni sus amigos, ni aquellos que desde lontananza le murmuran “unidad, unidad, organización, organización”, han hecho algo sólido para cambiar la percepción que las masas tienen de este sistema.

¿Sabe qué más? Permítame ayudarle con una opinión personal, una sola, que tampoco cambiará nada, pero al menos le dejará menos incómodo. Este sistema, querido amigo, para que funcione y se mantenga, requiere (sí o sí) de políticos venales, de gobernantes corruptos, de narcotráfico, de colusiones, de protección a la delincuencia común, de evasiones de impuestos, de destrucción del medio ambiente, de expoliación del recurso humano, de prensa servil/mentirosa/inculta, y de un pueblo adormecido (atontado) por la brutal dependencia económica familiar que proviene de deudas imposibles de pagar en una o dos generaciones.

Esas son las características que definen al sistema neoliberal presente. Si ellas no existen, el sistema no existe.

Así funciona esto… usted lo sabe y no se haga “el de las chacras” ni se manifieste sorprendido.

Ahora, luego de enterarse de todo lo dicho en estas líneas y cobrar conciencia de que lucha contra un gigante, ¿de verdad quiere seguir en la riña? ¿Sí? ¿Quiere continuar combatiendo? Muy bien, pues, a partir de ahora, cuente también con mi apoyo, con mi participación y mi presencia.

Seamos al menos dos los peligrosos.

 

 

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