por Franco Machiavelo
En Chile, los grandes grupos económicos no financian campañas por generosidad ni por compromiso cívico. Financian porque compran poder. Compran gobiernos. Compran leyes. Compran silencio.
No importa si el gobierno es de “centro”, de “izquierda moderada” o abiertamente de derecha: el dinero de los grandes empresarios, las forestales, las mineras, los bancos y las pesqueras siempre está presente, moviendo los hilos detrás de cada decisión política.
¿Para qué financian?
Para que no los regulen.
Chile sigue siendo un paraíso para la evasión fiscal, la depredación ambiental y la sobreexplotación laboral.
Para que no cambie nada.
Las AFP, las ISAPRES, las forestales y las grandes mineras siguen intocables porque financian a todos los que prometen cambios… y luego se moderan.
Para que el poder político sirva al poder económico.
Parlamentarios, ministros y presidentes responden más a Luksic, Angelini, Matte o Ponce Lerou que a la ciudadanía.
¿Y el resultado?
Reformas entreguistas.
Justicia selectiva.
Medios de comunicación al servicio del capital.
Gobiernos que administran la desigualdad en vez de enfrentarla.
En Chile, la democracia está hipotecada.
Y quien la financia, la domina.