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Electricidad producida con sucios generadores es común en el Medio Oriente

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Por Adán Salgado Andrade

La electricidad, actualmente, es un derecho humano. Toda persona tiene que disfrutar de ella. No hay prácticamente ninguna actividad que pueda realizarse sin electricidad. En los hogares, los empleos, las escuelas, los comercios, los hospitales, los espacios recreativos (cines, teatros, parques, salas de conciertos…), los restaurantes, los museos… nada podría funcionar sin ese vital fluido.

Normalmente, es el Estado el que debe de proveerlo, mediante estaciones centrales de generación, sean hidroeléctricas, termoeléctricas, carboeléctricas, gasoeléctricas, eólicas, nucleoeléctricas o solares, las que deben de trabajar 24 horas a diario, los 365 días del año.

Obviamente, para que eso suceda, deben de existir condiciones de estabilidad social, económica y política, es decir, se trata de países bien planeados, con una infraestructura estable.

México, por fortuna, tiene todos esos elementos, gracias a los cuales, podemos gozar de fluido eléctrico continuo, prácticamente sin cortes. Y ahora, con los esfuerzos de López Obrador por devolver la rectoría estatal de la generación eléctrica a CFE, podremos contar con una mayor estabilidad eléctrica, pues es un rubro que debe de estar a cargo del Estado. Por algo, en los 1960’s, se nacionalizó la generación eléctrica, mediante la creación de la ya desaparecida empresa Luz y Fuerza del Centro, para evitar que se estuviera a merced de los frecuentes incrementos en las tarifas de los productores privados.

Por la misma razón, Francia, recientemente, nacionalizó la generación eléctrica, para evitar incrementos y abusos de los generadores privados (ver: https://www.reuters.com/world/europe/frances-edf-be-fully-nationalised-borne-2022-07-06/).

Desafortunadamente en países pobres, políticamente inestables, esa seguridad eléctrica no existe. Y para contar con electricidad, deben de emplearse contaminantes generadores eléctricos, que funcionan con diésel, para tener algo de ese fluido durante limitadas horas. En algunos países del Medio Oriente, es justo lo que sucede, como expone el artículo de Associated Press, titulado “En partes del Medio Oriente, generadores eléctricos emiten tóxicos humos las 24 horas de los siete días de la semana”, firmado por Zeina Karam (ver: https://apnews.com/article/middle-east-africa-ap-top-news-lebanon-a8448b0d8b3fb921f8f8fc77b798958d).

Varias iniciales fotos muestran generadores, en distintas ciudades de diferentes países, funcionando, emitiendo negros humos, muy contaminantes, pero sin los cuales, no habría electricidad en la mayor parte de tales ciudades.

La infraestructura eléctrica estatal es muy deficiente. Por ejemplo, en Gaza, la única planta eléctrica que hay, fue bombardeada en el 2014, por los judíos y desde entonces, sólo funciona unas horas al día y apenas surte a menos de la mitad de la energía requerida.

Lo más grave es que mientras se buscan alternativas energéticas menos contaminantes, “esos países, siguen dependiendo de generadores operados privadamente, que trabajan con diésel, ya que la guerra, la corrupción o una mala administración, han afectado la infraestructura eléctrica. Los expertos le llaman suicidio nacional, desde una perspectiva medioambiental”, dice Karam. Cita a Samy Kayed, director gerente y cofundador de la Academia Ambiental de la Universidad Americana de Beirut, Líbano, quien dice que “los humos de esos generadores, contienen unos 40 contaminantes, incluyendo sustancias cancerígenas y una fuerte exposición a estos contaminantes, ayuda a incrementar las enfermedades respiratorias y males cardiovasculares. También ocasionan lluvias ácidas, que dañan el crecimiento de las plantas e incrementan la eutrofización, que es el exceso de nutrientes en el agua, los que matan a las necesarias plantas acuáticas”.

Si se usara el gas natural, serían menos contaminantes esos generadores. Pero no existe ni esa infraestructura, como en Irak, en donde 17,000 millones de metros cúbicos de gas natural, se desperdician, quemándose cada año.

Esos contaminantes, están empeorando los problemas ambientales de esos países, en donde, de por sí, hay altas temperaturas – pues son regiones desérticas la mayoría –, sequías y pobres tierras. El cambio climático está incrementando tales problemas.

En Líbano, “no se ha hecho una nueva planta eléctrica en muchas décadas. Múltiples planes para construirlas, no se llevan a cabo por problemas políticos, distintas facciones partidarias y conflictivos intereses económicos. Las pocas plantas existentes, desde hace tiempo, no son ya suficientes para satisfacer la demanda”, dice Karam.

“En Irak, aunque tiene una de las mayores reservas petroleras del mundo, en verano, con temperaturas asfixiantes, los ruidosos, contaminantes generadores, funcionan al máximo, con tal de tener prendidos los aires acondicionados, sin los cuales, no sería posible vivir. Lo mismo sucede en Libia, en donde guerra y la falta de un verdadero gobierno central, han dejado prácticamente a empresas privadas operando generadores o a los ciudadanos, que compran los suyos propios, la tarea de producir electricidad. ‘Yo tengo que tener funcionando mi generador todo el día, para que mis refrigeradores trabajen’, dice Muataz Shobaik, propietario de una carnicería, al este de Libia”.

Y como en todos los barrios de esas ciudades y países, se usan generadores de diésel, por todos lados se ven las negras humaredas que provocan, “pero es que no tenemos de otra, o los usamos, o no tenemos electricidad”, menciona otro ciudadano.

Es lo que sucede en la mencionada franja de Gaza, en donde sólo por el funcionamiento de unos 700 generadores barriales, es posible que sus 2.3 millones de habitantes tengan algo de electricidad y sólo por algunas horas durante el día.

En Líbano, son tantos los dueños de generadores, que hasta tienen su propia asociación. En una foto, se muestra a un hombre operando una pequeña sala de control, pues de esos generadores, algunos tan grandes como un contenedor, dependen cientos de familias. “Los generadores están colocados en techos, estrechas calles, estacionamientos, balcones y en donde se pueda colocarlos. Y emiten constantemente fuerte ruido, además de los contaminantes gases”.   

La gente se adapta a las horas en que hay electricidad, y ya saben lo que deben de hacer. Por ejemplo, en edificios en donde viven gentes mayores, se esperan hasta que haya electricidad, para usar los elevadores, ante su dificultad de bajar o subir escaleras.

En efecto, ante tales carencias, la gente se adapta. He visto documentales cubanos de gente que también se ha adaptado a los frecuentes cortes de electricidad en Cuba, saliendo a pasear o a la playa, cuando los hay (ver: https://www.youtube.com/watch?v=F8Q7agdJqpU).

Un operador de un generador privado, Ihab, egipcio viviendo en Beirut, dice que “entiendo la frustración de la gente, por todo lo que contaminamos, pero si no fuera por nosotros, esa gente, estaría viviendo en la obscuridad. Nos dicen que somos más poderosos que el estado, pero es por la ausencia del estado, por la que existimos”.

En efecto, por tanta contaminación, mucha gente está enferma, como el padre de Siham Hanna, una traductora de 58 años, quien dice que “la salud mi padre, se ha agravado por tantos gases. Diario limpio hollín del balcón. Estamos en pleno siglo veintiuno, pero parece que viviéramos en la edad de piedra. Y nunca, que yo recuerde, hemos tenido electricidad estable en este país”.

Algunos libaneses, los que pueden, claro, están instalando celdas fotovoltaicas, pero sólo las emplean cuando los generadores no funcionan.

En Irak, hasta los artistas agradecen a los operadores de generadores, como la cantante Umm Ali al-Malla, que agradece a la audiencia y al técnico gracias al cual, las luces y los micrófonos funcionan durante todos sus conciertos.

Pero, como dije, el costo ambiental es mayúsculo, pues en Líbano, se han cuadruplicado las emisiones contaminantes por tantos generadores. “Se exceden los límites impuestos por la Agencia de protección ambiental estadounidense, pues cada generador emite 600 kilogramos de carbono por ocho horas de trabajo. Eso se debe a que el diésel empleado, sobre todo en Irak, tiene muy altas concentraciones de azufre, es el peor del mundo. Y esas emisiones, incluyen sulfuro, nitratos, hollín de carbono, cenizas y otros contaminantes carcinógenos, de acuerdo con el ambientalista Mohammed al Hazem”.

Así que para que la gente cuente con electricidad, como señalé, que es un derecho humano, debe de sacrificar su salud.

Un alto costo que, a la larga, será fatal.

Así que, nos preguntaríamos, ¿vale la pena ese costo o sería mejor que usaran máquinas de escribir mecánicas, en lugar de computadoras, lavaran a mano, en lugar de emplear lavadoras, se hicieran aire con abanicos, en lugar de usar ventiladores o que se alumbraran con velas en la noche, en lugar de con focos?

Creo que preferirán seguir muriendo poco a poco diariamente, por tanto contaminante humo, con tal de tener electricidad, aunque sea unas cuantas horas.

 Contacto: studillac@hotmail.com

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