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El mito como cadena: una crítica a la colonización mental del pensamiento humano

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por Franco Parisi

El pensamiento humano, en apariencia libre, racional y autónomo, se encuentra en gran medida subordinado a una estructura invisible de dominación: la colonización mental. Esta no se impone con bayonetas ni tanques, sino con mitos, relatos edulcorados y narrativas superficiales que actúan como cadenas invisibles. Bajo la forma de cuentos populares, eslóganes vacíos y moralinas repetidas por medios y escuelas, se encubre la reproducción ideológica de las condiciones materiales de explotación.

El poder dominante no necesita imponer su visión del mundo por la fuerza cuando puede hacer que las masas la acepten como sentido común. La colonización del pensamiento actúa desde la infancia, cuando se enseña que “el pobre es pobre porque no se esfuerza”, que “la democracia consiste en votar cada cuatro años”, o que “el éxito es individual”. Estas ideas no surgen espontáneamente: son producidas y propagadas por los aparatos ideológicos del sistema. La televisión, la publicidad, la prensa mercenaria, la industria del entretenimiento y hasta sectores del sistema educativo funcionan como fábricas de consenso, moldeando conciencias funcionales al orden capitalista.

El sujeto, reducido a consumidor pasivo y obediente, es entrenado para no cuestionar la estructura que lo oprime. Se le otorgan narrativas de escape —religiosas, nacionalistas o identitarias— mientras se le priva del conocimiento real sobre las condiciones históricas, políticas y económicas que configuran su vida cotidiana. Así, el pensamiento crítico es sofocado por una avalancha de distracciones y mentiras piadosas.

Este proceso no es accidental: responde a los intereses de las clases dominantes. Ellas necesitan que los oprimidos crean que su situación es natural, justa o inevitable. La dominación no se perpetúa solo en la fábrica o la oficina, sino en la mente. Una mente colonizada no necesita ser vigilada: se disciplina sola.

El lenguaje mismo es manipulado para desarticular toda posibilidad de resistencia. Palabras como “libertad”, “progreso” o “modernización” son vaciadas de contenido, puestas al servicio de una narrativa que encubre la expoliación. Se nombra como “ajuste” al saqueo, como “orden” a la represión, como “emprendimiento” al autoexplotarse.

Frente a este escenario, la emancipación no puede ser solo económica o política. Debe ser también, y sobre todo, una lucha por la recuperación del pensamiento crítico. Romper con los mitos impuestos, desmontar las narrativas funcionales al poder, recuperar la historia de las luchas populares, de las resistencias invisibilizadas, y devolverle al sujeto su capacidad de analizar, confrontar y transformar la realidad.

La verdadera libertad comienza cuando se descoloniza la mente. Cuando el pensamiento deja de ser una repetición de lo impuesto, y se convierte en herramienta para comprender el mundo… y transformarlo.

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