por Sebastian Leiva
El presente escrito aborda, suscintamente, la relación que establecerá el MIR con el mundo obrero, específicamente a través del frente de masas que crea para el sector: el Frente de Trabajadores Revolucionarios (FTR). A la vez, se refiere a la organización de masas más importante que se dio el movimiento obrero en el contexto de la Unidad Popular, los Cordones Industriales, y las relaciones que se tejarán entre estos y el FTR, intentándose demostrar que, a diferencia de lo que se plantea tradicionalmente, no fue el MIR el partido que dio origen, fomentó y condujo a los Cordones Industriales, tanto por que no tenía la capacidad orgánica suficiente para aquello, como por que sus esfuerzos se orientaron principalmente a la conformación de Comandos Comunales, organizaciones populares que se concebían como articuladores de los diferentes sectores sociales y en ese sentido como órganos efectivos de poder popular.
Si bien es cierto que desde un primer momento en el MIR confluirán miembros de diferentes sectores sociales, también es cierto que sus componentes universitarios serán significativamente relevantes. De ahí que desde un primer momento se realicen los esfuerzos por ampliar no sólo la base de apoyo, sino que además de profundizar los lazos con el mundo popular. Esta tarea se hará especialmente relevante a partir de 1970, cuando el triunfo de la Unidad Popular acelera el proceso de radicalización política y social que se venía observando desde el gobierno de Eduardo Frei Montalva, y ante la cual era imprescindible contar con un amplio movimiento de masas que permitiera avanzar en la dirección que se proponía el movimiento: la revolución obrero – campesina. De esta forma el MIR acelera sus contactos hacia el mundo popular, creando para ese propósito una serie de «frentes de masas» que permitieran desarrollar su política, naciendo así el Movimiento de Pobladores Revolucionarios (MPR) a fines de 1970, el Movimiento de Campesinos Revolucionarios (MCR) a comienzos de 1971 y el Frente de Trabajadores Revolucionarios (FTR) a mediados del mismo año. De los anteriores, nos referiremos centralmente al último de ellos, pues será este el que tienda las principales relaciones con los Cordones Industriales, la organización de masas más importante que se creará en el contexto del gobierno de la Unidad Popular.
El Frente de Trabajadores Revolucionarios (FTR)
Como veíamos previamente, para desarrollar su política a nivel de los trabajadores, el MIR estructuró el FTR. Según la revista «Marxismo y Revolución», revista teórica del MIR aparecida en agosto de 1973, el FTR agruparía «… a los obreros industriales, así como a los trabajadores intelectuales y manuales urbanos. Sus plataformas de lucha están planteadas de acuerdo a los problemas específicos de la actividad laboral de sus integrantes y encaminadas a la formación política de los sectores revolucionarios de los trabajadores chilenos que se organizan para impulsar desde el seno mismo del movimiento obrero la lucha por la consecución de los objetivos históricos del proletariado: la conquista del poder, para instaurar un gobierno obrero y campesino, que destruya el régimen capitalista y haga posible el inicio de la construcción del socialismo en Chile… y, a través de él, la sociedad sin clases del comunismo» [1].
El primer FTR se conforma en la industria textil Bellavista – Tomé hacia mediados de 1971 en la provincia de Concepción, y a febrero de 1972 ya se habían constituido frentes de trabajadores desde Arica a Punta Arenas, abarcando a diversos sectores laborales, por ejemplo adscritos a los medios de prensa – FTR en canal 7, 9 y 13 y diarios «Clarín» y «Ultima Hora» -, gran industria – Asmar, Fensa, Yarur, Textil Andina -, profesionales y empleados- SUTE (Sindicato Unico de Trabajadores de la Educación), SUTRAL (Sindicato Unico de Trabajadores de Laboratorios), y empleados bancarios -, y pequeña y mediana industria – Perlak, American Screw, Ralco, Hirmas, Deva -, entre otras.
Como respuesta a este desarrollo en el mundo laboral, el FTR comienza a estructurarse orgánicamente, realizando encuentros provinciales y nacionales, llevándose a cabo uno de estos últimos a inicios de 1972, específicamente los días 29 y 30 de enero, en lo que sería la 2° conferencia nacional del FTR [2], conformándose su Comando Nacional con trabajadores del diario «Clarín», obreros municipales, periodistas radiales, obreros textiles y trabajadores de LAN Chile, y a su vez se realiza la plataforma que presentaría a la elección de la CUT de ese mismo año. Elementos de esta plataforma serán:
«1. En relación al área de propiedad social, el FTR plantea la necesidad de que la CUT luche por lograr expandirla al máximo, entendiendo que esto es un paso positivo e indispensable para que las fábricas, fundos y riquezas del país empiecen a servir a los intereses de todo el pueblo. De ahí, concretamente, el FTR exige la expropiación sin pago de todas las propiedades norteamericanas que operan en Chile; de todas las grandes empresas y monopolios… de todos los bancos, compañías de seguros, todo el comercio exterior y los monopolios de comercialización interna y externa… de todas las empresas que realicen boicot o despidos arbitrarios y de todas las empresas periodísticas privadas de prensa, radio, cine y televisión y las de publicidad comercial.
2. En relación a la mediana y pequeña industria, el FTR considera como su tarea fundamental el lograr la organización de los trabajadores de ese sector para entregarles el derecho a control en las empresas que trabajan… para ello la CUT deberá luchar por el control obrero de la producción…
3. En relación a la participación de los trabajadores en la administración de las empresas del área social y mixta y en la planificación de la economía nacional en todos sus niveles, el FTR establece que se de carácter de control obrero al actual pacto CUT – gobierno sobre participación, logrando: que las asambleas de trabajadores se realicen en horas de trabajo; que los trabajadores puedan rechazar o censurar y exigir su salida a cualquier jefe nombrado por una mayoría de la asamblea correspondiente…
4. En relación a los problemas reivindicativos más graves y urgentes de los trabajadores, la plataforma del FTR para la elección CUT plantea:
a) Batalla contra la cesantía, a través de brigadas de la construcción ligadas a una empresa estatal de la construcción. Organización nacional de los cesantes y su incorporación a la CUT. Expropiar todas las grandes empresas constructoras y, en base a las brigadas de trabajadores, resolver a corto plazo el problema de la vivienda… La expropiación de todos los terrenos urbanos sin pago, para lograr una efectiva planificación de la construcción urbana.
b) Previsión social única para todos los asalariados de Chile. Solución al problema de la salud mediante la expropiación y estatización de toda la medicina privada y la industria farmacéutica, centrando todo en un Servicio Nacional de Salud democratizado…
c) Solución al problema de la educación, tomando el Estado el control de toda la educación, estatizando la enseñanza privada y declarándola obligatoria y gratuita en sus niveles de parvularios, básicos y de enseñanza media.
d) En cuanto a salarios, el FTR levanta una plataforma que exige una remuneración vital mínima única, que permita satisfacer las necesidades del grupo familiar.
5. Por último, en relación al problema de la organización de los trabajadores chilenos, el FTR luchará en la CUT por la sindicalización de los trabajadores no organizados, así como por la democratización de la CUT para desburocratizarla… Para ello, el FTR propone establecer el ejercicio de la democracia directa de las bases, a través de las asambleas de base y de asambleas de delegados de organismos de base, estableciendo consejos de delegados por comunas o provincias… la constitución de una Federación Unica Nacional Campesina, organizando masivamente a los obreros agrícolas; y porque la CUT impulse la organización de los pobladores en sus niveles nacional, regional y local» [3].
De la citada plataforma, que permitirá observar la presencia del MIR en diversos espacios orgánicos y sociales, destacarán los elementos que dicen relación con una política orientada a la mediana y pequeña industria, especialmente la idea del control obrero, lo que le permitirá al FTR manifestarse con mayor fuerza en ese sector; la propuesta de la creación de la Empresa Estatal de la Construcción, elemento observable en la plataforma del MPR, y que respondía a una política orientada a los sectores poblacionales, donde el MIR concentró parte importante de sus esfuerzos; en el mismo sentido aparece la propuesta de expropiación de las grandes empresas de la construcción y la creación de brigadas de trabajadores para absorber la cesantía, especialmente de los sectores poblacionales; la propuesta de la «democracia directa de las bases» como concepto central para las organizaciones de trabajadores, lo que le permitiría al MIR mayor capacidad de agitación y a su vez enfrentamiento ideológico en miras de luchar por la conducción del movimiento obrero y; finalmente, una organización masiva de dos sectores que también son centrales en la política del MIR, y donde se podía percibir su presencia más importante, el campesinado y los pobladores.
Como veíamos anteriormente, si bien el FTR llegó a constituirse en forma nacional y logró cierta importancia en algunas zonas, como Concepción, su incidencia en términos electorales nacionales no fue masiva, y más bien agrupó a parte de los sectores más radicalizados del movimiento obrero. Lo anterior se demuestra al observar los resultados de la elección de la CUT del año 1972, la cual por primera vez se hacía en forma directa, por lo cual no se puede asumir una distorsión por la votación exclusiva de las directivas sindicales donde predominaban el PS y PC por su larga inserción en el movimiento obrero. Así, los resultados de la elección arrojaron 10.192 votos para el FTR (1.81%), mientras que el PS obtuvo 148.140 preferencias (26.44%), el PC 173.068 (30.89%), obteniendo la presidencia de la central, y la DC 147.531 votos (26.33%). Incluso el MAPU y el Partido Radical obtuvieron mejores resultados en esta elección, con 25.983 (4.63%) y 21.910 votos (3.91%) respectivamente [4].
Pese a los resultados, que en comparación a los de los otros partidos fueron bajísimos, los órganos de prensa cercanos al MIR, como la revista Punto Final, o dependientes de él, como el periódico “El Rebelde”, realizaron un positivo balance. Así, en la nombrada Punto Final se plantea: “La contienda CUT posibilitó, para el FTR, una estructuración sólida a nivel nacional y la oportunidad de templar cuadros al calor de la experiencia agitativa y política acelerada. Le permitirá, además, profundizar en el conocimiento de los frentes y calibrar, en una evaluación posterior, la verdadera importancia de cada uno de ellos, a fin de centrar a futuro los ejes de su trabajo” [5]. A su vez, “El Rebelde” diría: «Para nosotros el resultado es altamente positivo. El FTR, con trabajo de menos de un año, ha ganado fuerza en el movimiento obrero organizado. En torno a la campaña pudimos formar verdaderos cuadros obreros y agitadores, lo que nos da una visión de desarrollo futuro mucho más amplio. La elección significó además, un enorme crecimiento de las fuerzas revolucionarias, reflejado en la votación propia del FTR y en el apoyo al programa levantado por los socialistas» [6].
En el mismo contexto de la elección sindical, el citado periódico, independiente del positivo análisis que realizó, interpretó la baja votación a partir del escaso número de trabajadores que habían participado en el proceso, poco menos de 600.000 de los 3.000.000 que existían en el período, o el hecho de que la mayoría de los votantes correspondían a la gran industria y sindicatos profesionales, donde el MIR no había logrado insertarse masivamente, o bien planteando que un importante número de votantes, 300.000 aproximadamente, en su mayoría correspondientes a pequeñas y medianas industrias, estando adscritos a la CUT no habían sido autorizados a votar por no cumplir con el pago de cuotas o no tenían antigüedad suficiente. Ahora, incluso considerando dichas variantes, la elección de la CUT reflejó una situación objetiva: la escasa presencia y apoyo electoral que poseía el FTR, por lo menos hacia la mitad de 1972. En el mismo sentido hará su planteamiento el historiador Francisco García Naranjo: «El ala laboral del MIR… obtuvo resultados muy pobres en términos globales, en su intervención en las elecciones internas de los distintos sindicatos. Sí conseguía pequeños triunfos, pero que no lograban modificar las líneas generales del movimiento obrero organizado, dictados por los partidos comunista y socialistas… El Frente de Trabajadores Revolucionarios, por tanto, tuvo un débil desarrollo y nunca fue una amenaza para la influencia de que gozó la Central Unica de Trabajadores entre los obreros. Aquí se hizo evidente una seria limitación e incapacidad del esquema de revolución que defendió el MIR; pues jamás lograron inquietar a comunistas y socialistas en su hegemonía del movimiento obrero a través del control que tenían en el mayor organismo sindical del país».
Para comprender este escaso apoyo electoral del FTR en el mundo obrero se pueden plantear diversas variables, que dicen relación con el propio MIR, así como con los partidos participantes en la Unidad Popular: La tardía inserción orgánica del MIR en el ámbito obrero, lo que se manifiesta en la fecha de creación del primer FTR local y su correlato en un referente nacional, lo que obviamente va acompañado por un aplazamiento importante en la creación de una plataforma global para el sector, lo que dificultará la capacidad de inserción y dirección en el mundo obrero; la fuerte presencia en el ámbito obrero de socialistas y comunistas, los que llevaban una ventaja de años respecto al MIR, y que por lo tanto tenían afiatada una política y una base social difícil de disputar. De hecho, no es difícil aventurar que el sector que representó fundamentalmente el FTR fue aquel que había comenzado su sindicalización y respectiva participación política a fines de la década de los 60 y primer año de la Unidad Popular, cuando el proceso de sindicalización, tanto en el campo como en la ciudad, se masifica. Relacionado con lo anterior, se debe mencionar la fuerte identificación que tenía el movimiento obrero con el gobierno, al cual si bien en momentos se le criticó duramente, la fidelidad con el jamás estuvo en duda. En ese sentido, una consigna aparecida en una de las tantas movilizaciones del período es ejemplificadora: «Este será un gobierno de mierda, pero es mi gobierno». En el anterior sentido, la crítica implacable que realizó el MIR al gobierno en buena parte del período le significó más resistencia de los viejos cuadros del movimiento obrero, que eran la mayoría, que la posibilidad real de convocarlo en dicha crítica. Años más tarde el MIR reconoció esta deficiencia al plantear «… otro error fue que el reformismo constituía un fenómeno limitado a las direcciones de partidos, que sólo se dedicaban a frenar y obstaculizar al movimiento popular. Esto implicaba desconocer que, más allá de sus errores, la izquierda tradicional había entregado un gran aporte para la lucha popular en Chile… Además, el PC y el PS tenían una base popular consolidada a través de décadas de lucha. Sus bases no abandonarían sus direcciones fácilmente; finalmente, y muy relacionado con la primera idea, es el largo período y esfuerzos que el MIR concentró en el ámbito poblacional, el cual si bien tenía un valor en si mismo dentro de su política, se concebía como el espacio desde el cual poder acceder más fácilmente al mundo obrero, con un trabajador que ya llegaba con una experiencia de lucha y más importante aún, con una adscripción a la estrategia mirista. Sin embargo, en ese esfuerzo se le fue un tiempo importante y que sería significativo a la hora de estrechar lazos con los diversos sectores de trabajadores.
La lucha por el poder desde el mundo obrero: Los Cordones Industriales
Tradicionalmente al MIR y a su frente de trabajadores se le ha asignado la conformación y conducción de una de las organizaciones más importantes que se dio el movimiento popular durante el gobierno de la Unidad Popular, los Cordones Industriales.
Los Cordones Industriales correspondieron a organizaciones populares que surgieron fundamentalmente como respuesta al paro patronal de octubre de 1972, y agruparon especialmente a obreros, pero algunos, como el cordón Santiago Centro, llegó a convocar principalmente a trabajadores del sector terciario. En un estudio de la época realizado por integrantes del CIDU de la Universidad Católica, se les definió como organizaciones que se habrían constituido territorialmente en sectores con fuerte concentración industrial, agrupando al proletariado más avanzado en cuanto a nivel de organización y conciencia y que tendrían por objetivo quebrar el aislamiento de las industrias y asumir la solución de los problemas político – económicos que enfrentaban. De hecho, será este último elemento el que hará que los cordones se proyecten como la organización popular más importante, puesto que a diferencia de otras formas de organización o participación popular que había implementado directamente la Unidad Popular, como las JAP o los comités de vigilancia de la producción, que tenían una función esencialmente económica, los cordones asumirán funciones políticas como la conducción del movimiento obrero, a despecho de la CUT y el propio gobierno, el apoyo a éste en coyunturas álgidas como el paro patronal de octubre de 1972 o el “tanquetazo”, y la presión al mismo gobierno cuando este optaba por frenar la política de requisiciones de industrias.
Respecto a su origen, el Secretario General de la CUT de 1973, Manuel Dinamarca, dirá a la revista «Chile Hoy», que los Cordones Industriales surgirían al plantearse el movimiento obrero ya no sólo la lucha de carácter reivindicativa, sino la de carácter político, esto es «Tareas de enfrentamiento a la reacción y la tarea histórica de avanzar hacia la conquista del poder, la creación de una nueva institucionalidad y la construcción de una sociedad socialista». Sin embargo, en este contexto de enfrentamiento, la estructura de la CUT constituía una dificultad para enfrentar el paro patronal, surgiendo «… en los sectores de mayor concentración obrera, en torno a vías y carreteras… un nuevo tipo de organización, como los Cordones Industriales. Ellos permitieron una movilización cuantitativamente vigorosa y cualitativamente revolucionaria». A lo anterior, que corresponde al momento en que se masifica la constitución de los cordones, debemos agregar dos elementos, que temporalmente son previos al paro patronal: la oposición a la política económica de la Unidad Popular emanada luego del «cónclave de Lo Curro» (junio de 1972), que llevó según Julio Faúndez a la paulatina coordinación de sectores industriales hasta conformar los primeros cordones, y la pugna que existía entre el Partido Socialista y comunista no sólo por el control del mundo obrero, sino que a partir de este control, presionar al gobierno para acelerar o consolidar el programa.
Respecto al «cónclave de Lo Curro», llevado a cabo el 5 de junio de 1972, este tendrá consecuencias que se manifestarán con fuerza en el movimiento obrero, y especialmente en aquel que tenía como referente a los sectores más radicalizados del PS, y los partidos fuera de la Unidad Popular, especialmente el MIR. En dicha reunión, donde participarán todos los partidos de la alianza de gobierno, se trató la política económica implementada hasta el momento y los efectos políticos que había conllevado. En torno a esa discusión se enfrentaron dos posiciones, la presentada por Pedro Vuskoviv, ministro de economía perteneciente al ala izquierda del Partido Socialista, y Orlando Millas, del Partido Comunista. La primera posición proponía, a grandes rasgos, la profundización del proceso de cambios, especialmente en lo referente a la expansión del área de propiedad social y la generalización de la participación de los trabajadores en las diversas áreas de la industria, tanto la estatal como la privada. Lo anterior, según Vuskoviv, constituiría la única garantía para la consolidación e irreversibilidad del proceso de transición al socialismo. A su vez, en el ámbito político su propuesta definía a la alianza obrero – campesina como eje del proceso, por lo cual se excluía cualquier alianza con la clase media y su principal referente político, la Democracia Cristiana.
La segunda posición planteaba que existía una coyuntura política desfavorable para acelerar las transformaciones sociales, producto de errores en la aplicación del programa y ciertas transgresiones al mismo. Por lo anterior, según Millas, se hacia necesario hacer ciertas concesiones y así neutralizar a ciertas capas sociales, lo que se podría realizar congelando el proceso expropiatorio y a su vez efectivizando el funcionamiento del área social y mixta, lo que permitiría finalmente ensanchar la base social de apoyo y estar en condiciones de buscar acuerdos con la DC para desentrampar su oposición en el congreso. De las dos posiciones anteriores se impuso finalmente la de Millas, paralizándose, o intentándose paralizar, la expropiación de industrias, a la vez que se iniciaron las primeras negociaciones con la DC. Con lo anterior se produce una reacción del sector de izquierda del PS, para el cual la nueva política del gobierno significaba una «capitulación» del programa, por lo cual comenzó a presionar desde sus bases obreras para modificar la política concordada a nivel de dirigencia. Así, Julio Faúndez dirá: «La oposición a la nueva política económica no se limitó a Concepción [donde se realizó la polémica «asamblea del pueblo»], ni quedó en simple retórica. Los trabajadores de varias zonas industriales de Santiago comenzaron a establecer contacto directo entre ellos y a oponerse a aspectos específicos de las medidas oficiales o a resolver problemas concretos que les afligían, como el transporte público y el abastecimiento de agua potable. Esto llevó a la creación de los «cordones industriales», que alegaban representar a los obreros de ciertos sectores».
El segundo elemento al que hacíamos alusión, la pugna del PS y el PC por la conducción del movimiento obrero, ya se había manifestado históricamente en la lucha por el control de la CUT desde su misma fundación, e incluso antes. Sin embargo, dicha pugna se acentuará durante el gobierno de la Unidad Popular cuando el PC ratifica su control sobre la máxima organización de los trabajadores y orienta su política en total consonancia con el programa del gobierno y las variaciones que va sufriendo. Así, para el PS, que no tenía el control sobre los designios de la CUT, el crear órganos de base donde poder desarrollar y alimentar su política se le hacia imprescindible, tanto para luchar por la conducción del movimiento obrero, como para presionar al gobierno cuando este adoptaba posiciones que para los socialistas de izquierda significaban frenar el proceso.
Respecto al desarrollo de los cordones, es en el ámbito cualitativo donde alcanza sus mayores expresiones, manifestado esto en la constitución de la “Coordinadora Provincial de Cordones Industriales”, en julio de 1973, aún cuando ya se daban niveles de coordinación desde febrero del mismo año. Aún así, estrictamente la primera iniciativa para conformar formalmente la coordinadora surge en junio de 1973 en el cordón Cerrillos – Maipú, momento a partir del cual se realiza una serie de reuniones entre las directivas de los cordones más importantes, hasta concluir en la convocatoria final del 27 de julio de 1973, participando en la conformación original de la coordinadora los cordones Cerrillos – Maipú, O”Higgins, Vicuña Mackenna, San Joaquín, Mapocho – Cordillera y Santiago – Centro, todos dirigidos por dirigentes sindicales socialistas, y participando además representantes de partidos políticos, concurriendo el MAPU, PS y MIR. De esta instancia surgió una primera declaración, que centralmente explicaba el carácter y objetivos de la coordinadora, planteándose en el primer sentido: “Los Cordones Industriales de la provincia de Santiago han discutido y acordado oficializar la constitución de la Coordinadora Provincial de Cordones Industriales (C.P.C.I), como resultado del avance y empuje de la clase obrera… En ningún caso se plantean como paralelos de la CUT, sino que la reconocen como la máxima organización de los trabajadores chilenos… Los cordones se plantean el problema del poder y la constitución de organizaciones gérmenes de poder popular (Comandos Comunales de Trabajadores) por lo que requieren de la autonomía necesaria para cumplir el
papel conductor de los diferentes sectores sociales aliados al proletariado en la lucha por el socialismo… La lucha de clases en el actual momento político hace que el carácter de los cordones industriales sea el de organismos complementarios del Gobierno Popular y vitalizadores de las organizaciones de la clase obrera, pero en ningún caso deben ser organismos dependientes”.
De esta primera parte de la declaración destacan especialmente la clarificación de que la coordinadora no se constituiría en un organismo paralelo a la CUT, de que los cordones se planteaban el problema del poder, y que si bien eran organismos complementarios de la Unidad Popular, necesitaban desarrollar su política en forma independiente de éste y autónomos de la central sindical.
Respecto a lo primero, el no constituirse como paralelos a la CUT, los dirigentes de la coordinadora quisieron evitar una pugna que de todas formas se desarrolló, la del peligro del paralelismo sindical. En este sentido la CUT con razón tenía desconfianzas, puesto que los cordones desde el momento en que finaliza el paro patronal de octubre de 1972 comienzan a desarrollarse y a desarrollar una política muchas veces diferenciada de la definida por la central, por ejemplo cuando se propone el plan Prat – Millas de devolución de empresas tomadas durante el paro patronal, y cuando el gobierno, posteriormente al “tanquetazo”, decide devolver empresas ocupadas en esa coyuntura. En ambos casos la CUT apoya al gobierno, mientras que los cordones se rebelan. Con el surgimiento formal de la coordinadora de cordones, claramente la opción autónoma de los cordones se acentuaba y fortalecía, y en la práctica, si bien nadie lo reconocía, la coordinadora se conformaba como un organismo paralelo a la CUT. La discusión anterior no quedó sólo entre los cordones y la central sindical, sino que repercutió en medios de prensa de izquierda, como la revista “Chile Hoy” y el periódico “La Aurora de Chile”, dependiente éste último del regional Santiago – Centro del PS, quienes veían como la discusión tensionaba a la alianza de gobierno, pues se manifestaba la abierta pugna que existía entre el PS, que dirigía los cordones, y la CUT, liderada por el PC, y a su vez debilitaba la movilización de los sectores obreros.
Para la revista “Chile Hoy”, los cordones debían ser nuevas formas de organización de la CUT para cumplir las nuevas tareas que planteaba el proceso que se vivía, por lo cual no debían ser ni organizaciones paralelas ni tener tampoco objetivos diferentes a los que debía tener la CUT. Sin embargo, en la práctica esta no había variado su estructura organizativa, por lo que los cordones y su dinámica propia no podían integrarse a ella sin correr el riesgo de ver frenado su accionar. Frente a esto, se valoraba la opción orgánica que se había implementado entre la CUT y los cordones, pasando a integrar la dirección de estos últimos los consejeros provinciales de la central. Sin embargo, en la práctica se le daba una solución orgánica a un problema político.
Para el periódico “La Aurora de Chile”, que estaba mucho más involucrado en la discusión pues en la práctica se fue conformando en el diario de los cordones, estos y la CUT si tenían intereses y objetivos diferentes, puesto que los primeros tenían intereses esencialmente políticos, como el desarrollar el poder popular, cuestión que la central sindical no se habría planteado, ya que esta cumplía funciones básicamente reivindicativas, no correspondiéndole jugar un papel determinante en la definición orgánica de un nuevo estado. Sin embargo, teniendo objetivos e intereses diferentes, ambos organismos estaban llamados a “conducir políticamente las luchas obreras”, desarrollando dicha conducción a partir de su complementación política y orgánica, reconociendo que los cordones no estaban ajenos a las luchas reivindicativas, y que la CUT también debía jugar un papel en la conformación del nuevo estado, y segundo, integrándose los cordones a la CUT como organismos intermedios, sobre la base, eso si, de que la central se reestructurase orgánicamente.
Respecto a lo segundo, los cordones planteándose como problema central la construcción de poder popular, el presidente de la coordinadora de cordones, el dirigente socialista y presidente del cordón Cerrillos Hernán Ortega diría: “… nosotros nos planteamos objetivos distintos a los que hasta el momento se ha planteado la CUT, luchamos por la conquista del poder y creemos que debemos a la clase obrera la conducción necesaria para ello”. En la misma línea sería la definición del citado periódico “La Aurora de Chile”: “… los cordones industriales tienen un doble tipo de tareas: las políticas que tiene que ver con el resguardo y desarrollo del áreas social y las de desarrollo de un germen de poder popular, lo que les implica convertirse en el motor y columna vertebral de la organización que representa verdaderamente el germen de una nueva institucional, de una nueva organización social y que es el Comando Comunal”.
Finalmente, respecto a la autonomía necesaria de la CUT y la independencia del gobierno, los cordones definen dicha posición debido a las discrepancias políticas que tenían con ambas instancias, especialmente en lo que se refería a la aplicación del programa y las movilizaciones del movimiento obrero para que esto se llevara a cabo. En lo que se refiere a la CUT, el frente de conflicto con los cordones se concentrará aparentemente en la discusión sobre la estructura burocrática de la primera, que no permitía la integración efectiva de los cordones, pero en el fondo la discusión era la orientación que tenía la CUT y la posibilidad real de modificar ésta. Las posiciones anteriores se reflejarán en las palabras de diversos dirigentes sindicales que participan en un foro de la revista “Chile Hoy” sobre el poder popular, planteándose por ejemplo en las palabras de Víctor Muñoz, presidente del cordón San Joaquín y militante del PS: “No planteamos que los cordones deban ser paralelos a la CUT; lo que sí planteamos es que la CUT debe readecuar su organización a la realidad concreta que se vive en estos momentos. Nosotros vemos la necesidad de que los cordones puedan tener una injerencia dentro de la generación de las políticas y las tareas que la CUT se plantee”. A su vez, Juan Olivares, presidente del Comando Comunal Estación Central y miembro del MIR, planteará: “… nosotros decimos que el pueblo necesita órganos de poder, alternativos al poder burgués e independientes del gobierno, que permitan a la clase obrera conducir tras de sí al resto de las capas aliadas y para eso necesitamos un motor impulsor que podría ser la central única si ella cambiara su estructura”. Finalmente, Arturo Martínez, representante del cordón Vicuña Mackenna, y militante del MAPU, dirá: “Nosotros reconocemos a la CUT como el organismo máximo de los trabajadores, pero hay que dejar también claro que ella se ha quedado atrás en la lucha de clases y que en momentos ha sido rebasada su dirección justamente dentro de los Cordones Industriales”.
Los planteamientos anteriores apuntan claramente a la estructura de la CUT por no facilitar la participación efectiva de los cordones en ella, pero también apuntan al problema de fondo, que ya lo enunciábamos previamente: las diferencias políticas existentes entre las direcciones de los cordones y aquella manifestada por la dirigencia de la central, resumidas en las consignas “Avanzar sin tranzar” y “Consolidar para avanzar”. En este sentido, es clarificador el planteamiento que se realiza en el punto 10 de la declaración fundacional del cordón San Joaquín: “… los Cordones Industriales por su conceptualización, por su carácter y por sus objetivos preparan a la clase y la proyectan hacia la toma del poder y en esta lucha combaten en forma simultánea contra las desviaciones reformistas y burocráticas que se perfilan peligrosamente en el seno del movimiento obrero por una parte, y por otra, combaten la resistencia que opone la burguesía y sus instituciones para la conquista del poder”. Por lo anterior, los cordones planteaban su derecho a implementar, de la forma que estimaran conveniente, los acuerdos emanados de la organización sindical, y en muchos casos fueron claramente más allá de ellos.
Respecto al gobierno, según dirigentes sindicales, específicamente Manuel Dinamarca, Secretario General de la CUT (PS) en 1973, las organizaciones de poder popular debían mantener independencia del gobierno, planteando: “Tanto los Cordones Industriales como la CUT son organizaciones de trabajadores independientes del gobierno, de los partidos y de la institucionalidad del país. Lo planteamos por el hecho de que este es un gobierno pluriclasista y pluripartidista, enclavado en el seno de la legalidad burguesa… Cuando el gobierno esta trabado por las leyes, amarrado por la institucionalidad, por el congreso, la contraloría y toda la telaraña apremiante de la legalidad burguesa, nosotros los trabajadores no tenemos porque sentirnos en iguales términos”. A su vez, la imagen y relación del gobierno hacia los cordones tampoco era de las mejores, conflictuándose constantemente con estos, pasando por momentos de entendimiento, apoyo y evidentes y fuertes discrepancias. Así por ejemplo, Faúndez planteará: “Al comienzo, la respuesta del gobierno a los nuevos órganos del poder popular fue de rechazo total, pero poco a poco fue cambiando hacia una aceptación condicionada… La importancia que adquirieron los “cordones” después de la huelga de octubre y el que se estuvieran convirtiendo en focos de oposición, provocó un cambio en la política del gobierno. En adelante, en lugar de rechazar la idea del poder popular, comenzó a aceptar públicamente la necesidad de crearlo, pero lo definió como un proceso que significaba fundamentalmente fortalecer y consolidar los órganos de representación popular existentes. El objetivo era ahora proporcionar a estos órganos un grado de autonomía de la burocracia estatal, pero manteniéndolos firmemente dentro del marco de las estructuras existentes”.
En la segunda parte de la declaración de la “coordinadora de cordones” se exponen básicamente los objetivos de ésta, planteándose, entre otros: “a) Defensa y ampliación de las conquistas del gobierno y de la clase…; c) Constituirse en organismos de defensa del actual Gobierno en la misma medida en que éste represente los intereses de los trabajadores; d) Organismos encargados de la profundización del proceso y de la agudización de las contradicciones de clase…”. De los objetivos anteriores destaca claramente la opción de los cordones por profundizar el programa del gobierno, muy en consonancia con los postulados del MIR y del PS de que existían las condiciones para ello, y claramente en contraposición a la tesis del PC de que era necesario consolidar lo ya avanzado, y en segundo lugar el apoyo condicionado al gobierno que comienzan a plantear los cordones, cuestión que ya se había manifestado en la creación del cordón San Joaquín y que más tarde se reproduciría en la carta que envían los cordones a Allende en septiembre de 1973, pocos días antes del golpe. Lo anterior no significará necesariamente la separación entre los cordones y el gobierno, y menos el desconocimiento de éste y el intento de creación de un poder paralelo a él, sino más bien la presión que ejercerán los cordones hacia Allende para que este se pusiera a la cabeza de la contraofensiva popular que se planteaba hacia fines del gobierno
El alcance cualitativo que desarrollan los cordones, y que se refleja claramente en la constitución de su “coordinadora”, también tuvo su correlato en el ámbito numérico, ya que los cordones se convirtieron en los articuladores de buena parte de los sectores trabajadores, lo que llevará a Julio Faúndez a plantear: «En agosto de 1973, casi el 50% de los trabajadores industriales era miembro de alguna de estas nuevas organizaciones», de las cuales sólo en Santiago llegaron a existir aproximadamente 20. Esta manifestación numérica también es plasmable al observar el número de industrias y trabajadores que se llegaron a coordinar en ellos. Así por ejemplo, en el cordón O»Higgins (conformado en octubre de 1972) participaban 15 empresas, entre ellas Yarur, Gasco, Seam – Corfo, parque O»Higgins, entre otras, llegando a representar, según su presidente, a aproximadamente 6.000 trabajadores; en el cordón San Joaquín (creado en febrero de 1973) participarán 9 de las 25 empresas del sector, entre ellas Sumar y Andina; en el cordón Santa Rosa – Gran Avenida participaban 84 de las 120 empresas del área, y; el cordón Vicuña Mackenna agrupará, según su presidente, a unas 350 empresas, movilizando entre 5.000 y 7.000 trabajadores.
A los anteriores cordones se sumarán otros surgidos tanto antes, como durante y después del paro patronal. Así, antes de dicha coyuntura habrían surgido los cordones San Miguel, La Granja, Vicuña Mackenna y Cerrillos – Maipú, este último formado en junio del 72, convirtiéndose en el primero en crearse y transformándose, junto con el cordón Vicuña Mackenna, en el más emblemático de ellos. Durante el paro patronal la construcción de cordones se masifica, surgiendo a partir de ese momento los cordones Recoleta, Mapocho – Cordillera, Santiago Centro (julio de 1973), Panamericana Norte, 5° Comuna Area Norte, Conchalí, Mapocho – Matucana (junio de 1973), Macul (octubre de 1972), Vivaceta (julio de 1973), Lo Espejo (julio de 1973), Carrascal – Mapocho, Peñaflor (julio de 1973), Mapocho – Providencia – Las Condes (marzo de 1973), Quinta Normal, San Bernardo, Mapocho – Balmaceda, Santa María y 7° Comuna .
El Frente de Trabajadores Revolucionarios y los Cordones Industriales: ¿creación, adscripción, cuestionamiento?
Según los elementos desarrollados anteriormente, y en concordancia con el planteamiento de otros actores políticos de la época, así como de la literatura que se ha abocado al estudio del poder popular durante la Unidad Popular, el origen de los Cordones Industriales se produce al margen de la CUT y de su dirección política, pero podemos decir que este origen, al contrario de lo que se plantea tradicionalmente, no se produce a partir de una política o una iniciativa del FTR. Lo anterior se puede observar a partir de dos variantes: la propia posición del MIR frente a los cordones, así como la magnitud de su influencia y participación en ellos, y la clara presencia y conducción del PS sobre estos órganos de poder popular.
En el primer sentido, las afirmaciones realizadas por Miguel Enríquez, Secretario General del MIR, en una entrevista de 1973, son clarificadoras. En dicha entrevista, Miguel Enríquez afirma que los sectores más radicalizados de la Unidad Popular se atrincheraron orgánicamente en los cordones, impulsando «…el trabajo restringido a la clase obrera organizada, dificultando así, implícitamente, el desarrollo de los Comandos Comunales» [35], formas de organización que, según el mismo Miguel Enríquez, ellos vendrían impulsando desde 1971, pues en ellos radicaba el germen real de poder popular. En esta misma entrevista, el Secretario General del MIR critica la conformación de una Coordinadora de Cordones, pues plantea que con esta sólo se logra sectarizar al sector obrero sindicalizado, dejando fuera a los Comandos Comunales, Consejos Campesinos y Comités Coordinadores, formas de organización donde se centraban los esfuerzos miristas. De hecho, Miguel Enríquez plantea que en el desarrollo del poder popular se habían originado dos desviaciones, las de aquellos que se habían opuesto a él con el propósito de mantener núcleos de hegemonía burocrática en el movimiento de masas (PC), y aquellos que habían restringido el desarrollo del poder popular al desarrollo de los cordones (PS), cuestión que sería insuficiente pues solo aprovechaba los niveles de organización de la clase obrera, no organizando ni incorporando a las otras capas del pueblo. Los planteamientos anteriores no deben interpretarse como un rechazo del MIR a los cordones, o una negativa a participar en ellos, como si lo hizo el PC durante largo tiempo [36], sino más bien la clarificación del alcance que tendrían para el MIR estos órganos de poder popular, a los cuales se les veía integrados a la CUT, y a su vez como base de donde constituir Comandos Comunales. Así, el mismo Miguel Enríquez especificaría en la citada entrevista: “Nosotros impulsamos el desarrollo de Cordones Industriales con una estructura democrática como organismos territoriales de base de la CUT, que coordinen la acción de los sindicatos a nivel de comuna, área, localidad… La salida que estamos impulsando frente a la situación creada es constituir rápidamente, a partir de los Cordones Industriales existentes, Comandos Comunales, para asegurar el desarrollo y extensión del poder popular”.
En otro ejemplo de esta actitud del MIR hacia los cordones, al observar los contenidos que desarrollará «El Rebelde», se manifiesta claramente la opción que tenía el MIR por otros órganos de poder popular en lugar de los cordones. Así, en los ejemplares de octubre y noviembre de 1972 se plantea exclusivamente a los Comandos Comunales o Comités Coordinadores como ejes de la resistencia al paro patronal y a su vez como orientación hacia donde debía avanzar el movimiento popular, y casi no se hace referencia a los cordones, su importancia durante el paro y los alcances políticos que tenían.
Finalmente, Hugo Cancino dirá que para el MIR «… los Cordones Industriales no constituían los órganos de poder popular por excelencia, que hicieran posible la mayor acumulación de fuerzas populares para emprender el camino de la ruptura revolucionaria. El órgano de poder popular, que de acuerdo al MIR, más cabalmente expresaba la ruptura, la negación del estado burgués y a la vez el anticipo del nuevo estado, era el Comando Comunal».
En el segundo sentido, la relación entre los cordones y el PS, los planteamientos de Julio Faúndez apuntarán a la importante presencia del PS en ellos: «Los «cordones» no eran ni el resultado espontáneo de la agudización de la lucha de clases ni un mero instrumento del Partido Socialista. Conformaban una expresión del creciente rechazo a ciertos aspectos de la política oficial, sobre todo en el sector manufacturero. Sin embargo, su crecimiento y posterior desarrollo se obtuvieron en gran medida gracias al apoyo socialista. Por su parte, los «cordones» proporcionaron al PS una sólida base desde la cual pudo organizar y coordinar la oposición de los trabajadores a lo que consideraban transgresiones inaceptables del programa de la Unidad Popular. Cuando comenzaron a desempeñar un papel más importante, sus demandas y actividades se hicieron casi idénticas y su exitosa movilización contra el proyecto de nacionalización del gobierno demuestra la extensión de esta influencia recíproca».
A su vez, Miguel Silva, respecto a la paternidad de los cordones, no hará una afirmación tajante, pero si apunta a los sectores más radicalizados de la Unidad Popular al afirmar: «Resulta preferible decir que los cordones nacieron como producto de una situación en la cual el gobierno no podía entregar soluciones, y donde hubo fuerzas organizativas constituidas por dirigentes que fueron menos «reformistas» que los partidos a los cuales pertenecían», planteando luego que: «Hemos visto como la competencia partidaria entre el PC – PS fue un factor importante durante el proceso de formación del cordón Cerrillos – Maipú».
Finalmente, el ya citado Hugo Cancino dirá: «La totalidad de los cordones del Gran Santiago eran presididos por militantes del PS, partido que asumía la representación de los segmentos más radicalizados de la clase obrera industrial».
Sin embargo, pese a que originalmente la política de creación de los cordones no corresponde a una iniciativa del MIR, y más bien este opta por la construcción de Comandos Comunales, si es correcto que desde sus comienzos el FTR participó en ellos. Lo anterior se observa, por una parte, al visualizar la participación de miembros del FTR en las direcciones de los cordones, y por otra, al analizar las declaraciones y postulados políticos de los cordones, donde se manifiestan variados elementos de la política del MIR, por ejemplo respecto a los Comandos Comunales, así como planteamientos de sus frentes de masas.
En el primer sentido, en lo que se refiere a la participación del FTR en las direcciones de los cordones, según el periódico «La Aurora de Chile», el cordón San Joaquín tendría una directiva compuesta por tres militantes socialistas, dos miembros del FTR y un militante comunista, mientras que el diario las “Noticias de Ultima Hora” del 1ª de agosto de 1973 informa de la participación de un miembro del FTR en el consejo directivo del cordón Santiago – Centro. A su vez, la directiva del cordón Cerrillos contempló desde sus inicios la participación de militantes del PS (su presidente, por ejemplo), del Movimiento de Acción Popular Unitario (MAPU) y del MIR, integrándose después del “tanquetazo” también miembros del Partido Comunista. En el caso de otro cordón importante, el de Vicuña Mackenna, la dirección del cordón era rotativa entre militantes del PS y del MIR, según ellos para que se permitiera la participación de todos, así como para que los dirigentes no se «burocratizaran». Finalmente, los planteamientos de Eduardo Labarca apuntan a la misma realidad: «Con posterioridad al paro de octubre del 72, la CUT no perseveró en la organización de los Cordones Industriales… En cambio, bajo la influencia de la ultraizquierda se organizaron nuevas directivas en los Cordones Industriales Vicuña Mackenna, San Joaquín, O»Higgins, Mapocho, Cordillera y Recoleta», para plantear luego que hasta fines de junio de 1973 la iniciativa para organizar directivas de cordones industriales siguió en manos de la ultraizquierda.
En el segundo sentido, el análisis de las plataformas de los cordones muestran elementos de las políticas tanto del MIR como de sus frentes de masas. Así por ejemplo, en la plataforma de lucha realizado por el Cordón Cerrillos – Maipú en julio de 1972 a propósito de su apoyo a los campesinos de Melipilla por el encarcelamiento de trabajadores del fundo «Las águilas», así como por las dificultades de la implementación de la reforma agraria en la zona, aparecen ideas como: «… 3) Control obrero de la producción a través de consejos de delegados revocables por la base, en todas las industrias, fundos, minas, etc; 6) Expropiación inmediata de todos los fundos mayores de 40 hectáreas de riego básico, a puertas cerradas y sin pago; 9) Creación de la Empresa Estatal de la Construcción, con control de pobladores y obreros mediante los consejos de delegados; 12) Instauración de la Asamblea Popular en reemplazo del parlamento burgués».
A su vez, en el «Manifiesto de Pueblo» preparado por el Cordón Vicuña Mackenna en noviembre de 1972, se observa la participación de las Juntas de Vecinos y las JAP en la redacción del documento, órganos externos a los cordones, cuestión que promovía el MIR como elemento necesario para constituir los Comandos Comunales, y se observan, como decíamos, postulados que levantara el MPR como parte de su política: «1) La estatización de las grandes empresas de la construcción; 3) La formación de una empresa estatal de la construcción, tanto regional como comunal; 5) Que las cajas de ahorro y préstamo y previsión, que están en manos del estado, realicen convenios con los Comandos Comunales y los Cordones Industriales; 6) Que se formen consejos locales de construcción para lograr la democratización de la construcción y vivienda… ; 7) Que el importe de arriendo no vaya más allá de un 10% del ingreso… «. Además, es necesario plantear que el «Manifiesto del Pueblo» presentado por el mencionado cordón se realiza en base al «Pliego del Pueblo» presentado y difundido por el MIR en la coyuntura de octubre, y que era tanto una respuesta del MIR al «Pliego de Chile» levantado por los gremios en huelga, como un programa para el movimiento popular.
Finalmente, en la «plataforma de lucha de los Cordones Industriales» de febrero de 1973 aparecen entre otros: «3) Expropiación de los fundos de más 40 hectáreas de riego básico; confiscar la tierra y nacionalizar la empresa; 4) Constituir el control obrero de la producción y el control popular de la distribución…; 7) Formación de una comisión bipartita gobierno – trabajadores (oficina nacional de distribución, Coordinador Provincial de Comandos Comunales y Coordinador Nacional de Cordones Industriales)…; 8) Poder de sanción para las JAP y los Comandos Comunales…; 10) Creación de la empresa estatal de la construcción…; 12) Llamamos a todos los trabajadores a constituir los comandos industriales por cordón y Comandos Comunales…». Finalmente, esta plataforma aparece firmada no sólo por los Cordones Industriales, sino que además por los Comandos Comunales.
El análisis de la información precedente nos permite visualizar claramente la importancia que alcanzan los Cordones Industriales, convirtiéndose en el órgano de poder popular más importante, tanto por la capacidad de convocatoria que lograrán, como por el nivel de organización que alcanzarán, lo que en su conjunto les permitirá presionar al gobierno cuando este opta por frenar su programa, y a la vez le permite convertirse en el gran órgano de defensa de la Unidad Popular, pese a la actitud no siempre favorable de ésta durante buena parte del período debido a su opción por mantenerse dentro de los límites políticos que se había prefijado, lo que tendrá como efecto el planteamiento de los cordones de mantener su independencia respecto al gobierno, independencia que no se convierte de ninguna forma en la constitución de un poder paralelo a él.
Política y orgánicamente quien estaba en condiciones de desarrollar dicha articulación con el movimiento obrero era esencialmente el Partido Socialista, el cual tenía una importante ascendencia sobre éste, en especial con aquellos sectores más radicalizados que veían con preocupación los intentos del gobierno de frenar la implementación del programa, cuestión que contaba con el apoyo irrestricto de la CUT y el Partido Comunista, de ahí que estos últimos se opusieran a la conformación o crecimiento de los cordones e intentaran modificar o detener su accionar, por que en el fondo este implicaba un cuestionamiento a sus políticas.
Por su parte, el MIR reconocía la importancia de los cordones, de ahí la participación que establece en ellos a través del FTR, pero centralmente buscaban transformarlos en Comandos Comunales, forma de organización donde se concentraron sus esfuerzos, puesto que pensaban que el desarrollo aislado de los cordones implicaba desaprovechar el enorme potencial movilizador que se observaba en otros sectores, y a su vez no les permitía asumir su papel de vanguardia. Por lo anterior es que resulta paradójico que sea al MIR a quien se le asigne la conformación de los cordones, imagen que se encargó de propagar la derecha y en menor medida el Partido Comunista, lo último reflejado en los comentarios de Eduardo Labarca, cuando políticamente el MIR se orientaba a otros órganos a los que daba mayor importancia, y cuando éste, en términos efectivos, tenía una baja presencia en el ámbito obrero, lo que hacía imposible que se convirtiera en el articulador de los Cordones Industriales, lo que sin embargo no le impedirá tener algún nivel de representación en ellos, ya sea a través de su participación en sus directivas, o logrando permear parte de su política, lo que claramente no se logra por un acto de buena voluntad del PS. Lo anterior sin embargo no le bastará al MIR para conducir la movilización de los cordones, lo que, tal como plantea Francisco García Naranjo, se convertirá en una gran debilidad, puesto que si bien el MIR ponía un importante énfasis en las movilizaciones del sector poblacional y campesino, en el primer caso logrando una importante presencia, el sector estratégico para modificar el desarrollo del proceso era el movimiento obrero, y claramente ahí no logró niveles importantes de inserción, por lo cual no pudo imprimir dicho giro.
* El presente artículo corresponde, en líneas gruesas, a una de las secciones de la tesis de pre – grado “La política del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR) durante la Unidad Popular y su influencia sobre los obreros y pobladores de Santiago”, presentada en la Universidad de Santiago de Chile y desarrollada por Fahra Neghme y el presente articulista, Sebastian Leiva.
[1] Marco Antonio Gramegna y Gloria Rojas, «La izquierda revolucionaria en la lucha política e ideológica actual», en Marxismo y Revolución (julio – septiembre de 1973), p. 134.
[2] La primera conferencia nacional del FTR se realizó el 4 y 5 de diciembre de 1971, en el marco de la preparación de dicho frente sindical para el VI congreso nacional de la CUT, a realizarse a mediados de diciembre. Un participante de dicho encuentro dirá: «Vinieron obreros de todo Chile. De las electrónicas de Arica, de Chiprodal de Puerto Varas, de Lota y Coronel, de Valparaíso, de Constitución, de Neltume, etc. Habían delegados de la construcción, de los metalúrgicos, de la petroquímica, de los textiles, profesores, bancarios, madereros, del transporte, etc. También asistieron delegados del MUI – FER, del MCR de Cautín y Linares, de los pobladores revolucionarios. Se definió en ese encuentro un proyecto de plataforma de lucha, y las formas de organización y métodos de lucha del FTR» (El Rebelde, Santiago, edición especial de aniversario, suplemento número 109, agosto 1975, p. 39). Previamente a este primer congreso nacional se habían realizado encuentros provinciales, el primero de los cuales se llevó a cabo en Santiago los días 30 y 31 de octubre de 1971.
[3] El Rebelde, Santiago, año VI, número 16, 8 al 15 de febrero de 1972, p. 4.
[4] Francisco Zapata, «Las relaciones entre el movimiento obrero y el gobierno de Salvador Allende», en Cuadernos del Centro de Estudios Sociológicos (CES), México, número 4, 1976, p. 58.
[5] Máximo Gedda, “La CUT: una elección con sabor a choclón”, en Punto Final, Santiago, año VI, número 163, martes 1 de agosto de 1972, p. 31. Una de las razones que lleva al autor a caratular de esta forma el artículo es la distorsión que se habría producido entre las votaciones que obtenía el FTR en los sindicatos y la elección de la CUT, planteando que ello reflejaría “… que el FTR ha sido, en la mayoría de los casos, alternativa de conducción a nivel reivindicativo, local o inmediato, pero no ha logrado erigirse en alternativa política global en la conciencia de los trabajadores” (p. 31).
[6] El Rebelde, Santiago, año VI, sin número, 1972, p. 7.
Reproducido de Cyber Humanitatis Nº28, Primavera 2003