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El fascismo se cierne amenazante sobre Chile

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La derecha ortodoxa y el progresismo rampante jugaron de tal manera sus cartas que han invisibilizado a todos los posibles candidatos, incluso los propios. En ese juego, impensadamente, dejaron espacio al neofascismo.

Arturo Alejandro Muñoz

Turbias se ven las aguas políticas, ya que la fragmentación de la izquierda, así como las divisiones ostensibles existentes en la centroizquierda y en la misma derecha, no dejan lugar a dudas.

En su momento, recuerde usted amigo lector, que el intento de Michelle Bachelet  –aunque tibio y vacilante- por llevar a cabo su programa de gobierno en determinadas materias, desató las iras de un sector de nuestra sociedad. Es el mismo sector que en 1988-89-90 se vio obligado a “casarse con la democracia, sin amarla ni jamás haberla amado”, pues resulta que allí conviven conservadores amantes del neoliberalismo salvaje junto a nostálgicos de la dictadura, así como también pululan variopintos feligreses de algunas de las iglesias que existen en Chile, desde la evangélica (aquella del pastor Soto) a la católica vaticana (esa de Karadima, Medina y Ezzati). 

El surgimiento de una alternativa ultranacionalista, rayana en el neofascismo, como la de José Antonio Kast, irrumpió como respuesta a las decepciones que una parte de la derecha dura dijo sentir respecto del gobierno de Sebastián Piñera, a quien comenzaron a tildarlo de “elemento democristiano infiltrado”. Luego apareció en Brasil un exoficial de ejército y diputado de apellido Bolsonaro. Nueva división en la derecha chilena; algunos de sus dirigentes optaron por hacerse a un lado y omitir declaraciones respecto del ultranacionalista político brasileño, mientras que otros manifestaron públicamente su apoyo al mentado exmilitar.  

Por su parte, la derecha dura parece tener a firme –hasta este momento- un candidato a la presidencia de la república el año 2025: José Antonio Kast, el que por cierto tampoco concita consenso en el amplio espectro de la derecha en general. Es posible, sólo posible, que la “columna evangélica derechista” también ponga sobre la mesa de discusión algún nombre de esos que interpretan políticamente su sentir; de hecho, el senador Iván Moreira –evangélico según propia confesión- reconoció hace algún tiempo tener interés en presentarse como candidato al sillón de O’Higgins, cuestión que no es del agrado ni del paladar de la “crème de la crème” derechista, misma que como bien se sabe profesa la religión católica-apostólica-romana. Y si además los parlamentarios evangélicos manifestaron en su momento un apoyo total al neofascista Jair Bolsonaro, la cuestión en la derecha comenzó a tener olor a división.

En resumen, la derecha todavía no tiene oficialmente candidato de consenso. Lo que sí hay en ese sector es montonera neofascista y uno que otro desvirgado intelectual creyendo ser el ’elegido’ por Yahvé.

Pero, la centroizquierda tampoco lo pasa bien ni lo hace mejor. Vea usted cómo está la situación de ese sector según la opinión de gran parte de la ciudadanía que alguna vez le fue fiel y creyó en sus promesas.

Un bien informado lector –Jorge Rubio Cárcamo-, comentando uno de mis artículos, expuso lo siguiente en el mismo medio que había publicado mi nota:

<< Estimado don Arturo: soy uno de ese más del 50% que no votamos. En cada elección me hago la pregunta: qué opción me ofrece una real alternativa de cambio. Toda mi vida apoyé a los candidatos PC, hasta que se unieron a aquello y aquellos que despreciaban. Hoy la izquierda, o lo que fue la izquierda, es lo que es: una manga de traidores y corruptos, que prefirieron olvidar el sacrificio de esos miles que fueron asesinados, torturados, desaparecidos, exiliados, en función del «pragmatismo, compañero». De la DC está todo dicho. El Frente Amplio, que lo mostraron como alternativa, terminó siendo más de lo mismo, con sus peleas internas, sus ansias de poder, y con Boric a la cabeza que ahora se muestra como lo que es. Lamentablemente, don Arturo, no tenemos una real alternativa que nos ofrezca un camino distinto. No basta con votar porque hay que votar como una obligación cívica. Por último: si no tengo por quién votar, porqué votar, ni para qué votar, lo más digno es no votar>>

Entonces, como dicen acá en el campo, “no hay por dónde”.  ¿Estamos condenados a seguir bajo la férula y ambiciones de los dueños del capital, de los clasistas y expoliadores de nuestros recursos naturales?

Es posible que en algunas personas haya renacido la fe cuando se enteraron que el PS, el PPD y el PRSD habían dado origen -el año 2018- a un bloque llamado “Convergencia Progresista”, pero, ¿alguien conoció su programa? En fin, como haya sido poco importa a estas alturas; esa ‘Convergencia’ terminó el 2020 cuando se unió al PDC y al Partido Progresista y a Ciudadanos, en otra alianza llamada “Unidad Constituyente” (¿qué será de ella?).   

Al menos resultaba plausible que hubiese políticos -dizque democráticos- dispuestos a romper el inmovilismo en el que había estado sofocada la centroizquierda, pues muchos parlamentarios y dirigentes de tiendas partidistas optaron por el statu quo, por el inmovilismo… o como bien dicen los abogados, apostaron sus fichas al “no innovar”, pavimentando su propia ruta hacia nuevas corruptelas y traiciones. Quienes así actuaron, si hasta ayer eran ‘caradura”, hoy son ya “caras pétreas”. La cloaca ha sido abierta y nadan, orondos, en sus propias miasmas sin pudor alguno ni temor ante la crítica ciudadana, la que por cierto se meten al bolsillo o se sientan sobre ella. 

Por todo lo dicho, amable lector, ¿puede usted entregar, aquí y ahora, algún nombre (sea de mujer o de varón), que genere consenso en las fuerzas progresistas y de izquierda –cuya unidad es condición sine qua non para derrotar al fascismo-, y que sea digno de representarlas en una contienda electoral contra los ultranacionalistas? ¿Michelle Bachelet III? Si ella es finalmente la candidata de la centroizquierda, vendrá a corroborar que ese sector no creció ni avanzó un mísero centímetro en estos años, y que, además, la ‘avanzada juvenil’ que hoy gobierna se estaría entregando a las manos de la vieja Concertación.

Es lo que muestra el cuadro político actual. a lucha que viene. Y le aseguro que la derecha ortodoxa, la no fascista, tampoco tiene definido su representante, pues la actual alcaldesa de Providencia -Evelyn Matthei- en absoluto concita unidad en el bloque UDI-RN, aunque tal vez, finalmente, y aplicando a las apuradas el viejo dicho: “la necesidad tiene cara de hereje”, ese bloque termine designándola candidata a la presidencia de la república.

Con todo lo comentado en estas líneas, queda claro que, sea adrede o sea involuntariamente, se le ha permitido al neofascismo ocupar oficialmente un espacio en el escenario político local, cuestión que debería preocupar seriamente las tiendas democráticas, pues quizá la contienda importante, la relevante, no sea otra que una decidida lucha contra el fascismo y el neonazismo que se ciernen amenazantes sobre Chile, y que cuentan con apoyo y fuerza provenientes del extranjero, como es dable demostrar recordando el ingreso de migrantes venezolanos a las filas  de la UDI y del Partido Republicano.

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