por Franco Machiavelo
Era un amor profundamente humano y político, nacido no desde la abstracción ideológica, sino desde la experiencia concreta de un país herido por la desigualdad. Allende comprendía que el verdadero patriotismo no consiste en proclamar grandilocuencias, sino en cuidar y dignificar la vida de quienes levantan la nación día tras día: los obreros, los campesinos, las mujeres trabajadoras, los estudiantes soñadores, los pobladores que resisten el abandono histórico.
Su amor por el pueblo era un compromiso total, una forma de vivir y de pensar, una ética que lo acompañaba en cada gesto. Era el convencimiento profundo de que la justicia social no debía esperar, de que los ricos y poderosos no podían seguir decidiendo el destino de millones, de que la democracia debía transformarse en una herramienta real para conquistar igualdad y libertad.
Allende admiraba la fuerza moral del pueblo chileno: su capacidad de organizarse frente a la adversidad, de construir solidaridad donde el mercado construía egoísmo, de imaginar un país distinto aun cuando la historia parecía cerrada. Él veía en el pueblo la nobleza que los poderosos nunca tuvieron, la terquedad de quienes saben que la dignidad es irrenunciable.
Ese amor lo llevó a impulsar profundas transformaciones: la nacionalización del cobre para devolver la riqueza a Chile; la reforma agraria para liberar al campesinado; la expansión de la educación, la salud y la vivienda como derechos; el fortalecimiento del poder popular para que la democracia no fuera solo un rito, sino un camino de emancipación.
Y su amor alcanzó su expresión más trágica y luminosa en su último día. Cuando el golpe militar bombardeaba La Moneda, Allende decidió quedarse, no por orgullo ni por romanticismo, sino por lealtad a un pueblo al que jamás traicionaría. Su despedida, pronunciada entre el humo y el estruendo, no fue un adiós: fue la confirmación irrevocable de que su amor era más fuerte que el miedo, que la muerte y que la violencia de los poderosos.
Allende amó al pueblo chileno con un amor que no buscó gloria personal ni monumentos. Amó con una entrega que se convirtió en ejemplo, en memoria, en horizonte. Y ese amor sigue vivo en cada lucha por la dignidad, en cada gesto de solidaridad, en cada sueño colectivo de un Chile justo y liberado.
[07-12 23:27] Franklin
: El pueblo se desmoraliza,se decepciona,se desconecta,se confunde cuando » hay conciencia social falsa».. » cuando la clase no defiende la clase»!.
: El pueblo se desmoraliza,se decepciona,se desconecta,se confunde cuando » hay conciencia social falsa».. » cuando la clase no defiende la clase»!.[07-12 23:27] Franklin
: De todas maneras,el día después…» No hay que culpar al pueblo por los platos rotos». Hay que culpar a los que estuvieron en el banquete bonanza neoliberal y se olvidaron de las demandas históricas y sociales.Y se dedicaron a consolidar con la derecha y la ultra derecha el modelo económico neoliberal heredado de la dictadura!!
: De todas maneras,el día después…» No hay que culpar al pueblo por los platos rotos». Hay que culpar a los que estuvieron en el banquete bonanza neoliberal y se olvidaron de las demandas históricas y sociales.Y se dedicaron a consolidar con la derecha y la ultra derecha el modelo económico neoliberal heredado de la dictadura!![07-12 23:28] Franklin
: » y no hay justificación ni excusas»!
: » y no hay justificación ni excusas»! » O se está con el pueblo,o se está contra el pueblo»!











