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EEUU vs China: De la guerra comercial a la guerra de divisas

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Después de los primeros movimientos de Estados Unidos y China para impulsar una guerra comercial, ahora China estaría estudiando el impacto potencial que podría causar una depreciación gradual de su divisa, el yuan, lo que muchos entenderían como el primer paso de una guerra de divisas.

Irónicamente, mientras que Trump atacó a China en la campaña electoral por mantener su moneda artificialmente débil, el yuan ha ganado alrededor del 9% frente al dólar desde que asumió el cargo y se ha mantenido estable en las últimas semanas a pesar de la escalada de las tensiones comerciales entre las dos economías

Lo que se está proponiendo China es utilizar su moneda como una herramienta en las futuras negociaciones comerciales con Estados Unidos, mientras que también se estaría examinando qué sucedería si China llevara a cabo la devaluación del yuanpara compensar el impacto de cualquier acuerdo comercial que eche el freno a sus exportaciones.

Por lo tanto, esto no significa que China se embarque en una devaluación, sino que, por ahora, está estudiando esta posibilidad, que dependerá, en gran medida, del futuro del proteccionismo estadounidense.

¿Qué consecuencias tendría la devaluación del yuan?

Todos los países se han sentido tentados en devaluar la moneda para ayudar a amortiguar sus economías de vez en cuando. Dicho esto, las devaluaciones de China podrían suponer un problema para la economía mundial. Dado que China es el mayor exportador del mundo y su segunda economía, cualquier cambio que haga una entidad tan grande en el panorama macroeconómico tiende a tener repercusiones notorias.

Con el abaratamiento de los productos chinos, es posible que se reduzcan los ingresos comerciales de muchas economías pequeñas y medianas impulsadas por las exportaciones chinas. Y si estos países están endeudados y tienen una gran dependencia de las exportaciones, sus economías podrían recibir un impacto severo.

Por ejemplo, Vietnam, Bangladesh e Indonesia dependen en gran medida de sus exportaciones de calzado y textiles, por lo que podrían estar en serios problemas si las devaluaciones de China hacen que sus productos sean más baratos en el mercado global.

También ha que mencionar que es probable que un yuan más débil desencadene un éxodo masivo de fondos desde China que recuerde al que se produjo entre 2014 y 2017, cuando la moneda se debilitó un 13%, pasando de 6,05 a 6,94 frente al dólar. Esto es lo último que Beijing quiere ver ahora, ya que ha hecho del control del riesgo financiero su máxima prioridad.

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Aunque, como hemos comentado, el yuan se ha fortalecido más del 9% frente al dólar desde diciembre de 2017 y las reservas de divisas se han resistido desde entonces a una tendencia a la baja, la presión de la fuga de los capitales sigue presente en caso de que se produzca un error de devaluación.

También hay que tener en cuenta que muchas empresas chinas tienen parte de su deuda denominada dólares, por lo que, si viéramos una devaluación del yuan, deberían incrementar sus esfuerzos para el pago de la deuda y también, supondría un varapalo para los esfuerzos que ha ido haciendo el gobierno chino para avanzar a un sistema de tipos de cambio más orientado al libre mercado.

Calibrando el poder de China

Una guerra comercial, puede dar lugar a una guerra de divisas y China tiene un as bajo la manga para pararle los pies a la política arancelaria de Estados Unidos… posee el 20% de su deuda pública. El valor total de estos valores es de cerca de 1,2 billones de dólares.

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En pocas palabras, China está prestando dinero a los Estados Unidos para comprar sus productos y ayudando al progreso económico de la economía china. Esto, a su vez, está aumentando el déficit comercial entre Estados Unidos y China,

Si un tenedor tan grande de deuda decidiera reducir sus compras, la demanda de bonos del tesoro podría caer y los inversores podrían exigir mayores rentabilidades para sus inversiones en bonos del tesoro estadounidense. Es decir, para el Tesoro americano sería más caro refinanciar los vencimientos de deuda.

Si China decide utilizar esta arma de destrucción económica, podría no solo afectar a Estados Unidos sino conducir a otra crisis financiera mundial. Los precios de los bonos en Estados Unidos y en todo el mundo caerían en picado debido a este rescate. Los costes por intereses para las empresas aumentarían e impactarían en sus márgenes de beneficio, lo que tendría un impacto en los mercados de renta variable.

China tiene compromisos que debe cumplir para consolidar su apertura

El presidente de China, Xi Jinping, había mantenido el compromiso del gobierno de reformar la economía china en una dirección más orientada al libre mercado desde que asumió el cargo por primera vez hace más de cuatro años. Eso hizo más creíble la afirmación del Banco Popular de China de que la devaluación era el resultado de las medidas tomadas para permitir que el mercado fuera más instrumental en la determinación del valor del yuan.

El anuncio de devaluación vino acompañado de declaraciones oficiales del Banco Popular de que, como resultado de esta «depreciación única, el «tipo de paridad central del yuan se alineará más estrechamente con los tipos de cambio al contado de cierre del día anterior», cuyo objetivo era dar a los mercados un mayor papel en la determinación del tipo de cambio del renminbi, con el objetivo de permitir una reforma monetaria más profunda.

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En ese momento, la medida también era coherente con las reformas «lentas pero constantes» de China orientadas a su consolidación en los mercados financieros. Y de hecho, la devaluación de la moneda fue una de las muchas herramientas de política monetaria que empleó en 2015, incluyendo recortes en los tipos de interés y una regulación más estricta del mercado financiero.

Hubo otro motivo: la determinación de China de ser incluida en la cesta de monedas de reserva de los derechos especiales de giro (DEG) del Fondo Monetario Internacional (FMI), que es un activo de reserva internacional que los miembros del FMI pueden utilizar para comprar moneda nacional en los mercados de divisas a fin de mantener los tipos de cambio.

El FMI reevalúa la composición por monedas de su cesta de DEG cada cinco años, la última vez en 2010. En ese momento el yuan fue rechazado sobre la base de que no era «libremente utilizable». Pero la devaluación, apoyada por la afirmación de que se hizo en nombre de las reformas orientadas al mercado, fue bien recibida por el FMI, y el yuan pasó a formar parte del DEG a finales de año.

Dentro de la cesta, el renminbi chino tiene un peso de 10.92%, que es superior al peso del yen japonés y de la libra esterlina, en 8.33% y 8.09%, respectivamente. El tipo de interés de los préstamos del FMI depende del tipo de interés del DEG. A medida que los tipos de cambio y los tipos de interés se interrelacionan, el coste de los préstamos del FMI para sus 188 países miembros dependerá en parte de los tipos de interés y los tipos de cambio de China.

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