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Alemania – Die Linke tiene que ser un partido para la clase trabajadora

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Ines Schwerdtner

Traducción: Pedro Perucca

Ines Schwerdtner es la recién elegida copresidenta del partido alemán de izquierda Die Linke. En una entrevista con Jacobin, explica cómo quiere reconectar el partido con una base de clase trabajadora.

Entrevista de David Broder

Alemania atravesó las elecciones anticipadas de este 23 de febrero tras una división en el gobierno del canciller Olaf Scholz. La coalición gobernante de socialdemócratas, liberales de los Demócratas Libres y Verdes llegó a su fin el miércoles pasado, tras una prolongada disputa presupuestaria. Desde que esta coalición «semáforo» asumió el poder hace tres años, los efectos combinados de la guerra en Ucrania, el aumento de los costos energéticos y los propios mantras de austeridad de su administración alimentaron una crisis del costo de la vida que debilitó enormemente el apoyo a los partidos gobernantes.

Die Linke, el principal partido alemán de izquierda durante casi dos décadas, finalmente pudo aprovechar los fracasos del gobierno y la pérdida de su imagen «progresista». Sin embargo, la organización se encontraba en una situación bastante difícil, un año después de la ruptura con una de sus figuras más destacadas, Sahra Wagenknecht, cuyo nuevo vehículo, Bündnis Sahra Wagenknecht (BSW) (que combina las posturas económicas socialdemócratas con una línea antiinmigración), superaba en intención de voto a Die Linke, que corría el riesgo de no lograr la reelección al parlamento.

Incluso antes de la escisión, el apoyo a Die Linke llevaba mucho tiempo en declive, incluso en sus antiguos bastiones orientales. Es un problema del que Ines Schwerdtner es muy consciente. Ex editora jefe de versión alemana de Jacobin y activista en la campaña para nacionalizar las propiedades de los principales terratenientes de Berlín, elegida copresidenta de Die Linke el mes pasado que, junto con Jan van Aken. Schwerdtner, le pide le pide a Die Linke que vuelva a comprometerse con la clase trabajadora, que hoy se distanció del partido.

El martes de esta semana, el editor europeo de Jacobin, David Broder, se reunió con Schwerdtner en la sede del partido en Berlín para hablar sobre las perspectivas de Die Linke. Hablaron sobre el impacto de la victoria de Donald Trump en la política alemana, los problemas de la izquierda para hablar con los votantes de clase trabajadora y lo que se puede hacer para revitalizar Die Linke a solo tres meses de las elecciones federales.

DB

Hablamos una semana después de la victoria de Donald Trump y seis días después de la ruptura de la coalición de Alemania. ¿Qué crees que explica estos acontecimientos? ¿Es correcto establecer una analogía entre ellos?

IS

En ambos casos, está claro que el centro político perdió porque había perdido el contacto con la realidad y no vio lo que se avecinaba. Los medios liberales, tanto en Estados Unidos como en Alemania, no supieron ver en absoluto los motivos por los que los votantes de clase trabajadora volverían a votar a Trump y acabaron completamente sorprendidos. No se aprendió nada de los últimos dos años. Creo que Bernie Sanders lo expresó bien cuando dijo que no hay que preguntarse por qué se está perdiendo cuando no se trabaja en favor de la clase trabajadora.

Creo que lo mismo le pasó a la coalición «semáforo» de Olaf Scholz. Pero hay una diferencia: que tras la división de sus filas, antes de las nuevas elecciones, los socialdemócratas y los verdes están tratando de echarle toda la culpa a Christian Lindner [exministro de Finanzas, de los demócratas libres neoliberales y halcones]. Se lo presenta como el malo que fracasó en el marco de un gobierno responsable. Lindner es un tipo malo, pero toda la coalición era esencialmente neoliberal, no solo él. El gobierno en su totalidad no veló por los intereses de los trabajadores.

DB

Algunos centristas europeos ven en la elección de Trump una oportunidad para que la Unión Europea (UE) se reconstruya. En septiembre, Mario Draghi publicó su informe sobre el reinicio de la economía de la UE y algunos dicen ahora que es el momento de ponerlo en práctica. ¿Cómo crees que una administración Trump —y tal vez una UE invirtiendo más en defensa— podría cambiar la política en Alemania?

IS

La elección de Trump intensificó dinámicas que ya estaban en curso. Cuando los socialdemócratas y los verdes hablan de una «Europa soberana», se refieren a un mayor gasto militar. Esto es lo que ya dijeron el canciller Scholz y Robert Habeck [vicecanciller de los Verdes] en los últimos días. Tras avanzar hacia unas elecciones anticipadas, dijeron que necesitamos exenciones al freno de la deuda [un límite constitucional al déficit presupuestario del gobierno alemán], para poder gastar más en el ejército. Los Verdes están discutiendo la posibilidad de sumar 500.000 millones de euros adicionales para defensa, una suma extraordinaria. No para infraestructura, ni para escuelas, edificios y puentes, sino solo para gastos militares.

Por lo tanto, creo que esta campaña electoral anticipada, que será corta y reñida, girará en torno a la defensa de Europa, la defensa de Alemania y la política de seguridad, en términos militares. Eso da miedo. Cuando el centro político habla de una «Europa soberana», solo lo hacen en el sentido de Emmanuel Macron de construir un ejército europeo. Este verano, durante la campaña electoral de la UE, dijimos que sí, que necesitamos una Europa y una Unión Europea soberanas, pero en el sentido de políticas sociales y económicas, de no depender ni de Estados Unidos ni de China.

DB

En las últimas elecciones, los partidos que rechazan la ayuda militar a Ucrania —Alternativa para Alemania (AfD) y BSW— obtuvieron buenos resultados, mientras que Die Linke perdió votos. Podríamos decir que estos partidos aprovechan las quejas económicas, como los precios del gas y la inflación. Sin embargo, es evidente que también las fusionan con un discurso sobre la guerra: dicen que las élites mintieron sobre el gasoducto Nord Stream y que no anteponen los intereses de los alemanes. Die Linke dice que quiere gasto social, no un aumento del gasto militar. Pero, ¿cuál sería la alternativa a la historia general que nos están contando?

IS

Los estados de la OTAN en Europa (sin Estados Unidos), gastan aproximadamente el doble en su ejército que Rusia, incluso considerando el poder adquisitivo. Así que, al menos si se piensa que el gobierno ruso dirigido por actores racionales, la historia de que Vladimir Putin está a punto de atacar no es creíble. Tenemos que tomarnos en serio las ansiedades de la gente, pero no caer en el discurso liberal que dice que necesitamos más gasto militar todo el tiempo.

El problema con cualquier tipo de «coalición de paz» con el BSW y la AfD es que fingen que si tan solo tuviéramos Nord Stream en funcionamiento de nuevo, entonces todo estaría bien. Esto no es cierto. Tampoco se puede atribuir el declive industrial de Alemania únicamente a los precios más altos de la energía. No es tan simple. Tenemos un problema general de inversión insuficiente y nos estamos quedando atrás en numerosas tecnologías. Así que estamos atrapados entre dos bandos que difunden noticias falsas para resolver todo el problema de un solo golpe: o derrotando finalmente a Putin, o simplemente llegando a un acuerdo con él. No creo que la geopolítica o la política industrial funcionen así. Los problemas que vemos ahora tienen mucho que ver con una interdependencia económica más amplia. Pero es mucho, mucho más difícil traducir eso en comunicación política, en un discurso mediático que hoy está dividido entre esos dos bandos.

Como partido socialista, decimos: podríamos obtener nuestra energía de fuentes distintas al gas y al petróleo. Pero mientras no podamos transmitir esa alternativa a la gente —y ese es nuestro trabajo—, es mucho más fácil imaginar que lo único que falta es Nord Stream. Eso es más fácil que decir que deberíamos invertir 500.000 millones de euros en infraestructura para tener energía limpia bajo control popular. Así que creo que tenemos que trabajar en un populismo de izquierda que ofrezca este tipo de alternativas positivas, pero que se base en una política sólida y no solo en retórica vacía para soñadores.

DB

En cuanto a esas alternativas: Hemos sabido recientemente que Volkswagen, que emplea a 120 000 personas en toda Alemania (y a 300 000 en el Grupo Volkswagen en general), tiene previsto recortar por lo menos tres plantas. Es fácil imaginar que Die Linke se pondrá del lado de los trabajadores. Pero, ¿qué alternativa ofrecen? El mercado automovilístico alemán se mantiene gracias a las subvenciones estatales, e incluso si Alemania pudiera seguirle el ritmo a China en lo que hace a la producción de vehículos eléctricos, esa transición seguramente incluiría importantes pérdidas de empleo. ¿Qué le está diciendo Die Linke a los trabajadores de Volkswagen?

IS

Estamos trabajando en una estrategia junto con personas del sindicato IG Metall y del comité de empresa [la junta de representación del personal]. Los trabajadores están pagando por los fracasos de la dirección de Volkswagen en los últimos cinco a diez años, pero el Estado también fracasó. La última vez que tuvimos este tipo de crisis, el Estado gastó 5000 euros por cabeza para que todo el mundo tuviera un coche nuevo. En la profunda fase de desindustrialización a la que nos enfrentamos ahora mismo —dado que la industria automovilística es, obviamente, una de las columnas vertebrales de la industria alemana—, ese tipo de política no es suficiente.

Una cosa en la que insistimos es en que las ayudas estatales deben proporcionarse solo a cambio de inversión de capital en la empresa. Cuando se cuenta con inversiones públicas, también se necesita control público. Eso no significa socializar Volkswagen de un solo golpe. Pero el Estado y los trabajadores deben tener más control sobre las decisiones. Esta siempre fue nuestra línea. Pero ahora debemos ser más concretos y trabajar junto con IG Metall y con el comité de empresa. Se necesita una política industrial con un plan, como dice Isabella Weber, que mire hacia adelante, a cinco, diez años, para que la industria tenga algún tipo de perspectiva.

DB

Mi experiencia hablando con votantes y sindicalistas de ideas del tipo Green New Deal es que a menudo están de acuerdo en vincular la transición ecológica a la creación de nuevos puestos de trabajo, pero no ven ejemplos concretos que les den confianza en que esta sea una respuesta a los problemas de sus propios empleos.

IS

Exacto. Aun así, en Alemania tenemos la idea de que el Estado debería formar parte de la industria siderúrgica o automovilística. Existe cierta idea de un Estado del bienestar con cierto control público, y los estatutos de IG Metall hablan de socializar las principales industrias si es necesario. Nadie cree que esto vaya a suceder mañana, pero todavía existen estos sentimientos políticos entre los trabajadores, en sus discusiones cotidianas. Creo que podríamos movilizarnos en torno a eso, mucho más que en el pasado reciente. Pero nuestra base de votantes entre los trabajadores industriales es del 1 o 2 por ciento, muy baja. Ningún partido socialista debería estar satisfecho con eso.

Hace poco hablé con Peter Mertens, del Partido de los Trabajadores de Bélgica (PTB), y discutimos cómo se puede llegar a la gente en las fábricas. Me dijo que hace falta diez veces más trabajo para reconstruir ese tipo de conexión con los trabajadores industriales que para otros tipos de organización comunitaria. De todos modos, creo que vale la pena invertir en eso, debido al apalancamiento estratégico y al poder social que conlleva.

Así que no creo que podamos construir todo eso solo en los próximos tres meses. Pero definitivamente deberíamos empezar a hablar de ello más a menudo y tener un plan para llegar a los trabajadores industriales. Sin ellos, podemos tener las mejores políticas sobre el papel, pero a nadie le importará. Y creo que deberíamos aprovechar la crisis de Volkswagen y de la industria automovilística para ganar una nueva confianza al decir que también incluimos a los trabajadores industriales en nuestro panorama general de la clase trabajadora y, en consecuencia, que nuestro partido de la clase trabajadora es un partido para los trabajadores.

DB

El populismo de izquierda se suele considerar como una forma de dirigirse a una clase trabajadora más fragmentada, en lugar de a los grandes batallones de trabajadores organizados. En Alemania, los análisis del auge de la AfD suelen decir que está ganando a la clase trabajadora «abandonada», especialmente en la antigua Alemania Oriental. Podríamos argumentar que esto es simplista y que en realidad no están respaldados por los estratos más abandonados. Pero sí parece que están creciendo en las zonas rurales más pobres, donde en la década de 1990 la izquierda tuvo buenos resultados. Dadas las herramientas y el tiempo que queda antes de las elecciones federales, ¿cómo es una estrategia populista de izquierda?

IS

Especialmente en el este de Alemania, Steffen Mau dice con razón que hay una profunda depresión y distanciamiento, no solo de Die Linke, sino de los partidos y la política en general. Este proceso lleva dos o tres décadas. Así que recuperar la fuerza en esas zonas rurales llevará de cinco a diez años, incluso si nos va bien.

En los próximos tres meses, tenemos que hablar de los trabajadores como trabajadores. Durante mucho tiempo fuimos muy sensibles a la hora de mencionar a todos y cada uno de ellos y sus problemas, sin olvidar los sentimientos de nadie, siendo la «izquierda con todos los adjetivos», anti esto y anti aquello. Pero tenemos que cambiar la forma en que nos comunicamos desde el primer día de esta campaña y dejar claro que somos un partido diferente.

Deberíamos hablar de lo que la gente quiere y de lo que teme: ese debería ser el material del que hablamos. Así que, cuando hablemos de limitar los alquileres, de los precios, de la desindustrialización, tenemos que poner a la clase trabajadora y sus intereses en primer plano y cambiar por completo la forma en que hablamos de política.

DB

Cuando te presentaste como copresidenta, hablaste de reorganizar el partido. Un aspecto era la campaña puerta a puesta, con presencia sobre el terreno. Citaste algunos ejemplos internacionales, como los comunistas austriacos o el PTB belga. Entonces, ¿qué implicaría esto?

IS

Habíamos planeado una «campaña preelectoral», en la que queríamos golpear 100.000 puertas. Obviamente [con la elección ahora adelantada] eliminamos la parte «pre», y ya estamos en campaña. Pero creo que, paradójicamente, somos uno de los partidos mejor preparados ahora, porque ya tenemos 150 grupos de Die Linke que empezaron a hacer campaña incluso antes de que comenzara oficialmente la temporada electoral.

Queríamos llamar a 100.000 puertas para poder escuchar a la gente y obtener directamente de ellos nuestras principales propuestas para las elecciones. Lo que escuchamos, lo cual no es ninguna sorpresa, después de las primeras dos mil conversaciones, es que la mayoría de la gente en las ciudades habla de los alquileres. Creo que nos da más legitimidad decir, bueno, lo que queremos en esta campaña electoral es un tope federal de alquiler, porque es lo que la gente más necesita. Los socialdemócratas fracasaron por completo en la crisis del costo de la vida, la calefacción y la construcción de nuevas viviendas. Los alquileres llevan años subiendo, y no solo en las principales ciudades.

Más de dos mil personas unieron a nuestro partido desde la caída del gobierno la semana pasada. Todos estos nuevos miembros se preguntan qué podemos hacer. Creo que lo mejor es ponerlos en contacto con las personas a las que queremos convencer de una política de izquierda, pero también que obtengamos el material del que hablamos directamente de las personas a las que buscamos representar. Tendremos que experimentar con este tipo de diálogo. Ahora tenemos que poner en marcha la campaña todavía más rápido. Así que, después de diez mil charlas, tendremos que analizarlas. Y espero que en dos semanas tengamos un programa que tenga en cuenta lo que la gente nos dijo en las charlas puerta a puerta.

DB

¿Cómo se cambia la imagen del partido para que los trabajadores estén más en primer plano?

IS

Esa es una de las mayores tareas para los próximos años. En nuestra reciente convención del partido hablamos mucho sobre limitar los ingresos de los representantes del partido: mi compañero de copresidencia Jan van Aken y yo cobramos el salario medio de un trabajador, 2800 euros al mes. Creo que eso es un modelo a seguir. No podemos hacer un estatuto partidario de la noche a la mañana. Pero podemos dar este paso para ser más un partido socialista que no permita una división entre sus miembros y sus funcionarios.

Debatimos sobre la representación y, por ejemplo, para las próximas elecciones estatales en Hamburgo, presentaremos a un candidato que es estibador y que recientemente estuvo en huelga. Necesitamos más personas así, enfermeras y trabajadores, en nuestras listas. Preferiría un porcentaje para eso, para poner el tema en la agenda política. Die Linke es un «barco» de 55.000 miembros que necesita un timón. Pero se puede sentir mucha presión hacia un cambio, y no solo por nuestra parte. Cuando publicamos que estábamos limitando nuestros propios salarios, creo que fue lo más popular que hicimos en las últimas semanas. Estuvimos en Bild Zeitung por primera vez en mucho tiempo con noticias positivas, y la gente dijo: «Normalmente voto a AfD, pero realmente respeto lo que están haciendo». Creo que esto hace que mucha gente pueda decir: «No me interesa la política de izquierda per se, pero me gusta esta actitud diferente». Y que cambie su forma de vernos.

DB

¿Qué tipo de personas se están uniendo?

IS

Me presento a las elecciones en Lichtenberg [un distrito del este de Berlín actualmente representado por Die Linke en el Bundestag]. Tuvimos una reunión allí llena de gente, personas mayores que habían estado en el Partido del Socialismo Democrático [PDS, de los años 1990-2000] y Die Linke desde siempre, y que dijeron que no habían sentido tanta esperanza desde [la fundación de Die Linke en] 2007. Así que realmente se puede sentir que algo está cambiando. Quizás dos tercios eran personas mayores y un tercio eran personas más jóvenes, más nuevas, más activistas, que acababan de unirse. Creo que este es un buen ejemplo de cómo funciona ahora el partido.

La mayoría de los jóvenes están realmente interesados en hacer algo. Deberíamos aprovechar ese potencial. También tenemos que ser algo más que un partido de jóvenes activistas al que la gente se une en la campaña electoral y luego se frustra y se va a otra parte debido a los malos resultados electorales. También necesitamos la experiencia de las generaciones mayores.

Para salvar esa brecha, es necesario que participen juntos en la práctica común. Una campaña electoral puede ser un buen momento para ello. Pero queremos construir realmente estas conexiones, por ejemplo, con programas educativos para nuevos miembros que no son marxistas per se, pero que se unieron al partido porque temen a la AfD o que se unieron a Die Linke en respuesta al regreso de Trump. Creo que nuestra tarea es convertirlos en socialistas, a través de la educación y la práctica.

También está la vieja forma de hacer política del PDS: invito a la gente a venir a mi consulta y los escucho e intento ayudarles con sus problemas. Creo que hacer eso le da a la gente una idea más clara de lo que podría ser este partido.

DB

¿Cómo ves la dinámica de la escisión con el BSW en términos de afiliación? ¿El cambio de liderazgo en Die Linke proporciona una forma de recuperar a la gente?

IS

Alrededor de diez mil miembros se fueron con la escisión del BSW. Muchos de ellos llevaban mucho tiempo frustrados con Die Linke, y no podemos recuperarlos de inmediato. Pero un primer paso es recuperar votantes, especialmente en el Este. La gente también está frustrada con el BSW por esta cuestión de [sus negociaciones para] unirse al gobierno [de los demócratas cristianos y socialdemócratas] en Sajonia y Turingia: están enojados por eso. Es como si la gente reconociera que el BSW está haciendo lo mismo que los otros partidos, haciendo tratos, sin marcar realmente la ninguna diferencia.

Así que el primer paso es recuperar a los votantes de BSW en las zonas donde perdimos a muchos. Pero no podemos recuperarlos a todos, y con los miembros es aún más difícil porque hubo un largo proceso de pérdida. Pero estoy recibiendo muchos mensajes de gente que dice: el liderazgo de ustedes me da cierta esperanza de que volvamos a encarrilarnos. Creo que esto también llevará tiempo.

DB

El mes pasado, un pequeño grupo de líderes en Berlín abandonó Die Linke diciendo que el partido no está afrontando el problema del antisemitismo con la suficiente seriedad, y también criticándolo por no hacer más para construir alianzas con los Verdes y los Socialdemócratas. ¿Cómo responderías a eso?

IS

Se fueron después de la convención del partido, que había sido extraordinariamente buena, especialmente en lo que respecta al Oriente Medio y a la guerra en Gaza. Encontramos una nueva forma de hablar de ello, invitando a participar a cada uno de los grupos de Die Linke que sabíamos que tenían puntos de vista diferentes. Tuvimos un largo proceso para llegar a una resolución en la que todos pudiéramos estar de acuerdo: la gran, gran mayoría estuvo de acuerdo en una posición de derechos humanos que dice que Israel está cometiendo graves crímenes de guerra en Gaza, pero también que, obviamente, no apoyamos a Hamás. Creo que deberíamos poder decir esto claramente como partido de izquierda. Realmente no entiendo que la gente abandone el partido después de la última convención, especialmente con este tipo de explicación. No tiene mucho sentido para mí.

En Die Linke, hubo un largo proceso con una especie de oposición dialéctica entre el campo conservador, que se unió a BSW, y una especie de ala superprogresista. En cierto modo, ahora perdimos ambos extremos. Pero la gran mayoría de Die Linke logró una mejor posición que la que teníamos en los últimos años. Sabemos que la izquierda alemana es muy particular en cuanto a Medio Oriente e Israel. Pero creo que hemos encontrado una muy buena manera de hablar de ello, y no quiero perder eso porque algunas personas digan que no es suficiente para ellos; así no es como funciona el partido.

DB

Sobre Palestina y el antisemitismo, la opinión internacional de la izquierda (y no solamente de la izquierda) a menudo encuentra extraño y a veces ridículo el encuadre mediático-político alemán del tema, con intervenciones como el artículo de Der Spiegel atacando a Greta Thunberg. La semana pasada, cuando el Bundestag debatió una resolución sobre la imposición de la definición de antisemitismo de la Alianza Internacional para la Memoria del Holocausto (IHRA) —que también afecta a cosas como la financiación pública de los artistas—, Amnistía Internacional planteó críticas porque suprime la posibilidad de una crítica justa a Israel. No es solo un problema alemán: también fue parte de la disputa dentro del Partido Laborista británico bajo el liderazgo de Jeremy Corbyn. Pero, considerando las críticas y el hecho de que Die Linke tuviera una contrapropuesta (y el hecho de que el BSW votó en contra), ¿cómo se explica que se abstuvieran en lugar de oponerse?

 IS

Teníamos nuestra propia resolución sobre la lucha contra el antisemitismo que fue respaldada por muchos grupos, artistas y científicos. Dijimos que no estamos a favor de este tipo de resolución [que impone la definición de la IHRA], porque obviamente infringe los derechos básicos a la libertad de expresión y tiene todo tipo de implicaciones preocupantes.

Por desgracia, esa propuesta no tuvo oportunidad de pasar por el Bundestag. Así que el partido o, más precisamente, los diputados de Die Linke decidieron como grupo abstenerse. Creo que podríamos ser más firmes al presentar nuestro propio punto de vista y no apoyar lo que está haciendo el gobierno. Pero para nosotros como partido, adoptar una posición unida como la que hemos adoptado ya es un gran paso en la dirección correcta.

DB

Ahora parece que las elecciones federales tendrán lugar el 23 de febrero. La última vez, quedaron ligeramente por debajo del umbral del 5% para entrar en el Parlamento, pero gracias a una laguna jurídica —ganando tres circunscripciones locales— consiguieron de todos modos una cohorte de diputados. ¿Es esa su estrategia esta vez?

IS

Es un enfoque de dos vertientes. Aún debemos intentar superar el 5%, porque el 16% de la gente dice que estaría dispuesta a votarnos. Tenemos que averiguar quiénes son y qué les impide votar a Die Linke. Pero también tenemos que aspirar a seis diputados elegidos directamente y ganar al menos tres circunscripciones.

Vimos esta estrategia en acción en las elecciones estatales de Sajonia en septiembre, donde no llegamos al 5%, pero en [su ciudad más grande] Leipzig, Nam Duy Nguyen llevó a cabo una campaña realmente extraordinaria [y fue elegido directamente, ayudando a Die Linke a volver al parlamento estatal]. No era muy conocido, pero consiguió el apoyo de votantes progresistas, trabajadores precarios y personas que normalmente no votan. Esa es una coalición que también necesitamos en otras ciudades. Sus padres emigraron de Vietnam y se mudaron a la RDA [Alemania Oriental] como parte de los llamados «trabajadores contratados». Tenía una historia personal muy fuerte que contar a la gente y le hablaba a comunidades a las que normalmente no llegamos.

Así que en las elecciones federales, nuestro objetivo será conseguir diputados directamente elegidos en Berlín y en otras ciudades del este, también para demostrar que no nos rendimos con el este. Al mismo tiempo, estamos intentando entrar en zonas con mucho más potencial para nosotros, como Hamburgo, como Renania del Norte-Westfalia, donde podríamos conseguir más votos de los trabajadores y las personas precarizadas, incluso al mismo tiempo que hablamos con los progresistas hartos de los socialdemócratas y los verdes. Eso es lo que hizo Nam Duy y lo que deberíamos hacer en la mayoría de los lugares en los que nos presentamos.

DB

Si no entran en el Parlamento, ¿qué será de Die Linke?

IS

Tenemos una convención del partido en Chemnitz en mayo. Si entramos en el Parlamento, necesitamos tener esta convención de todos modos y decir: OK, ¿cómo reconstruimos el partido ahora con los recursos que tenemos? Si no entramos, tendremos que hacerlo todavía con menos recursos, pero será aún más urgente que tengamos claro que hacen falta algunos cambios drásticos. Seguiremos necesitando un partido socialista en Alemania, orientado hacia la clase trabajadora. Por eso quería ser copresidente: no hay ningún otro lugar de donde pueda surgir un partido así.

Como nuevos líderes, sería mejor si pudiéramos llegar a la convención con algún éxito electoral para demostrar que esto se puede hacer, para resistir la narrativa del declive. Pero incluso entonces, todavía tendríamos mucho trabajo por hacer. También tuvimos importantes éxitos recientes y es una pena que no todo el mundo los conozca. Tomemos el ejemplo de Eva-Maria Kröger, alcaldesa de Rostock, elegida a finales de 2022. Tenemos que aprender de nuestras propias victorias, así como de otros partidos. Por supuesto, puede que lo que funciona en Rostock no funcione de la misma forma en el centro de Berlín. Pero nuestra campaña debe incluir a estas diferentes partes de la clase trabajadora.

Ines Schwerdtner

Ines Schwerdtner es copresidenta de Die Linke. Anteriormente fue redactora jefe de la revista en alemán Jacobin.

 

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