La situación en el país había empeorado día tras día. El Gobierno de derechas había dedicado su mandato a recortar todos los adelantos conseguidos con el advenimiento de la República en 1931. Tanto era así que en julio de 1935 dio marcha atrás en lo que había sido la principal reivindicación de los campesinos españoles, presentando un proyecto de revisión de la Ley de Reforma Agraria del 9 de septiembre de 1932, proyecto al que el mismo José Antonio Primo de Rivera, líder de la Falange, puso objeciones alegando que, si se aplicaba, se tardaría al menos 160 años en poder hacer la reforma agraria en nuestro país; como también pasó con el proyecto de ley para restablecer la pena de muerte, presentado por el Gobierno radical de Alejandro Lerroux en vista de la creciente desestabilización social, que adjudicaba las causas a la jurisdicción militar. A todo esto debemos añadir las manifestaciones de Calvo Sotelo, el líder de la derecha más recalcitrante, que se descolgó diciendo que el mejor régimen era la dictadura.