por Franklin Andrade
En el actual escenario político chileno, los candidatos del oficialismo han demostrado ser funcionales al mismo modelo neoliberal que dicen cuestionar. Cuatro rostros distintos, pero una sola matriz: la del establishment, la de los pactos silenciosos con los grandes grupos económicos, la de la gobernabilidad que sacrifica las demandas sociales por estabilidad para los de siempre.
Estos candidatos no representan una alternativa real al poder, sino su continuidad maquillada. Sus discursos progresistas no se traducen en políticas estructurales, y su cercanía con las élites económicas los aleja del pueblo que dicen representar. No se trata solo de derrotar a la ultraderecha en las urnas, sino de no gobernar con sus recetas ni bajo sus condiciones.
Porque cuando se gana con la derecha, la derecha gana. Se normaliza su agenda, se valida su poder, y se frustra la posibilidad de un verdadero cambio. El pueblo no necesita gestores del modelo, sino líderes comprometidos con transformarlo desde la raíz.
El miedo al avance de la ultraderecha ha sido utilizado como chantaje emocional para forzar respaldos a candidaturas tibias, sin proyecto emancipador. Pero esa lógica solo alimenta el ciclo de decepción y desmovilización. En nombre del “mal menor”, se termina reproduciendo el mismo sistema que precariza la vida, privatiza los derechos y criminaliza la protesta.
Los cuatro candidatos neoliberales del oficialismo no ofrecen ruptura, sino acomodo. Hablan de cambios posibles, pero dentro de los límites que impone el mercado, la tecnocracia y la institucionalidad capturada. Mientras tanto, las urgencias del pueblo —salud, educación, vivienda, pensiones dignas, tierra para los pueblos originarios— siguen esperando.
Conclusión
Chile no necesita administradores del modelo, sino una fuerza política con coraje moral y convicción popular que desafíe el poder económico y restituya la soberanía a su pueblo. Apostar por candidaturas que solo buscan ganar a la derecha para luego gobernar como ella, es una trampa histórica. Porque CUANDO SE GANA CON LA DERECHA, LA DERECHA GANA, y el pueblo pierde, una vez más, la oportunidad de construir un país verdaderamente justo, democrático y solidario.