por Pepe Gutiérrez-Álvarez
Dentro del activo y apasionante panorama del “cine político” (¿Cuál no lo es?) italiano, ocupa un lugar destacable “El delito Matteotti” (Italia, 1973), importante muestra del cine político militante italiano, esta película ofrece un cumplido testimonio de un hecho histórico relevante sobre el ascenso del fascismo: el asesinato del diputado socialista Matteotti, un momento clave en una resistencia que acabaría con una victoria (“Novecento”), sobre la que la izquierda italiana está obligada a volver, al igual que nosotros.
El trabajo que realiza Florestano Vancini, otro director de izquierdas, como Lizzani, es muy cuidadoso, impone bastante rigor y es medido ideológicamente. Y no es fácil este ejercicio de honestidad en el film, puesto que este suceso histórico podía hacer caído en la más absoluta demagogia en manos de cualquier otro director menos riguroso. Vancini despoja la película de toda emotividad y sentimentalismo, y eso es bueno, pero también puede resultar en ocasiones algo fría. Y quizá fuere mejor así, puesto que el director apela más a la cabeza del espectador, que al corazón.
Así, en palabras del propio director con ocasión del estreno de la película, afirmaba: «El fascismo nunca desapareció en Italia y en la actualidad está resurgiendo con gran fuerza. Los realizadores sentimos, en consecuencia, la necesidad de darlo a conocer a los jóvenes, que solo lo conocen a trechos y mal, y no de un modo global con sus causas, consecuencias y sus prolongaciones».
A tal fin, la presente cinta acaso sirva como punto de partida, pues narra un delito del fascismo muy significativo para la comprensión de lo que representó como fenómeno socio-político mundial; ya que este delito no va tan solo dirigido al “caso” que expone el film, sino que denota un atentado contra la libertad, política y humana.
Sin embargo, la fuerza crítica de la película de Florestano Vancini reside en buena parte no tanto en el discurso ideológico como en la perfección de las imágenes fílmicas. Desde las escenas de violencia congeladas hasta la atmósfera de la década de los años veinte, de las equívocas posturas políticas, al ambiente social de esos años, de las situaciones concretas, a la personalidad de los protagonistas. Y todo ello con vigorosas imágenes fotografiadas por Darío de Palma, pero también con mesura. Giacomo Matteotti es encarnado por Franco Nero. Destaca el papel del Duce interpretado por Mario Adorf, en el que le impone rigurosidad, y eso que los gestos del Duce pueden ser grotescos. Y Vittorio de Sica representa a Del Giudice, un hombre incorruptible encargado de esclarecer el caso y que encontrará en la burocracia y en el gobierno.
Como realizador, Florestano Vancini había ya destacado con una importante contribución crítica “La larga noche del 43” (Italia, 1960) con Belinda Lee, Enrico María Salerno, Gabriele Ferzetti, Gino Cervi, y que pone en cuestión la política interna del PCI, cuestionándose su silencio ante la continuidad de parte del aparato fascista en el Estado a través de la Democracia Cristiana.