En primer lugar el despegue de la economía chilena implicó el surgimiento de una serie de oleadas migratorias desde el campo a la ciudad, o en su defecto desde el campo a las oficinas salitreras del norte del país y debido a la escasez de viviendas, los recién llegados se debieron instalar en las inmediaciones de las industrias, ubicándose en deficientes y precarias habitaciones; de esta forma surgieron algunas de las tradicionales viviendas chilenas, como los “cuartos redondos”, los “conventillos”, los “ranchos”; que consistía en pequeñas habitaciones, sin luz ni ventilación en las que se ubicaban todos los miembros de un grupo familiar; estas pésimas condiciones habitacionales y el extremo hacinamiento eran factores que elevaban considerablemente las posibilidades de multiplicación de enfermedades pandémicas. El delicado panorama que debían enfrentar los trabajadores era completado con la propagación de enfermedades de contagio sexual y con una alta tasa de alcoholismo en la población.
Hoy en día en las puertas del Bicentenario, los trabajadores no estamos lejos de esta realidad y las condiciones no han mejorado, seguimos conminados a vivir endeudados de por vida, para pagar por viviendas pequeñas, muchas de ellas incapaces de soportar las inclemencias de la naturaleza, se llueven e inundan o incluso se derrumban ante un terremoto; viviendas que son adquiridas con créditos hipotecarios con tasas de interés realmente usureras, en donde albergaremos a nuestras generaciones que victimas del desempleo nos conminarán a vivir en el más completo hacinamiento, ése es el destino marcado por el capitalismo, que nos obliga a endeudarnos para toda la vida para adquirir estas viviendas que sabemos que en nuestra vejez terminaremos de pagar, para seguir subsistiendo con pensiones miserables y terminar nuestros últimos días en la más absoluta pobreza, esa es la idea del sistema reinante, que la clase trabajadora nunca tenga acceso a ciertos privilegios, por eso nos marginan de una educación real, de un sistema de salud legítimo, para que en nuestra ignorancia no amasemos la idea de un mundo mejor.
Debemos aprender de las experiencias pasadas y rescatar lo mejor, por eso, ahora es el momento para agruparnos en un frente único, expulsar a todas las empresas extranjeras y tomar el poder en nuestras manos, ¡sólo los trabajadores ayudan a los trabajadores!