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Chile – Los socialistas de ayer… ¿volverán?

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Arturo Alejandro Muñoz / Resumen Latinoamericano / 28 de julio de 2019

Es necesario parir -y parar- una nueva izquierda, –no un nuevo partido socialista, que a las generaciones de hoy les importa un mísero huevo–, sino una izquierda en serio, unificada y consecuente

Luego de cuatro décadas de neoliberalismo salvaje, sistema que cooptó y minimizó a un amplio sector de políticos y ciudadanos ‘progresistas’, es momento de preguntarse, ¿cuál es la izquierda? ¿dónde está? ¿quiénes la conforman?

Se ha dicho de mil formas distintas –soterradas o brutales– que la ”izquierda oficial”, la proveniente de partidos y referentes históricos como el PS, el PC y el MIR, destiñeron a la primera hora del retorno a la democracia. O aun antes, cuando sus dirigentes del exilio europeo fueron untados con miel y aceite fenicio, suministrados por los patrocinadores, primero del golpe de Estado, luego de una transición acomodaticia y venal.

Lo que más duele es la propia estupidez, nuestro exceso de confianza en quienes no la merecían. ¿Cómo no lo vimos venir? ¿Cómo diablos no nos dimos cuenta que las viejas tiendas partidistas, las históricas, las populares, estaban moviendo sus timones para llevar las naves hacia puertos en manos del antiguo enemigo, del adversario por antonomasia?

La traición la comete el amigo, no el enemigo. Luego, si la vieja izquierda, la que forma parte del duopolio y tiene curules en el Parlamento, ya no es nuestra defensora y si, por el contrario, se convirtió en nuestra enemiga… ¿qué hacer?

Todo converso resulta ser más duro y fanático que cualquier militante originario de la fe que decidió abrazar. En política, el comentario respecto de los conversos queda dramáticamente ejemplificado con el caso de Mario Vargas Llosa en Perú. No quiero ni debo poner como ejemplo chileno el caso de Roberto Ampuero, porque está muy lejos –escritural e intelectualmente– del Nobel arequipeño. Distancia y categoría.

Duele hundir la uña en la corteza de la memoria para encontrarse con desilusiones que agobian. ¿Dónde están, qué hacen, a quiénes representan aquellos personajes que considerábamos ‘socialistas’? Camilo Escalona, Sergio Bitar, Ricardo Lagos, Michelle Bachelet, Juan Pablo Letelier, Isabel Allende, Carolina Tohá, Carlos Montes, y otros similares que fungen de legisladores en el Congreso Nacional. Todos han cruzado la calle para formar parte de “la vereda de enfrente”. Nunca fueron izquierdistas de verdad, como lo fueron Clodomiro Almeyda, Carlos Lorca, Alejandro Rojas, Sara de Witt, Armando Cassígoli, Pepe Palomo, Eugenio Lira Massi, Francisco ’Pancho’ Osorio, Jacqueline Drouilly, Cecilia Labrín, Luz Arévalo, Pato Bascuñán… y yo mismo.

Estos “izquierdistas de orilla” podrán ganar, pero no convencer. Viven a contrapelo de su conciencia (admitiendo que la tengan). En la soledad de sus silencios nocturnos, cuando el insomnio culpable llama sus puertas mentales, los pecados de traiciones y entreguismos les atosigan el alma obligándoles a recurrir a entelequias que nadie –ni ellos– creen. Son traidores, se vendieron, destiñeron. Son culpables, y lo saben, pese a que jueguen a hacerse las víctimas, especialmente en las redes sociales, como Pepe Auth, el nuevo ’amigui’ político de sionistas y fascistas, en la vena de Sergio Melnick y Sergio ‘Checho’ Hirane.

Será necesario parir una nueva izquierda. No un nuevo partido socialista: a las generaciones de hoy los socialistas les importan un mísero huevo. Pienso en una izquierda en serio, competente, unificada y consecuente. ¿Bajo qué parámetros? Si se le pregunta a los izquierdistas en serio, sin apellidos, a aquellos del “tronco histórico” del socialismo, propondrán restituir en importante medida el programa básico de la Unidad Popular. Con un nuevo y enorme capítulo medioambientalista. Y un acento muy pronunciado en los derechos de la mujer. ¿Será posible aquello, lo aceptarían las masas populares hoy día? ¿Dice relación con el desarrollo social y tecnológico del siglo veintiuno?

De ser así, ¿quién o quiénes la interpretarían? Tenemos claro que la juventud recién arribada a la política –el Frente Amplio– está lejos de tamaña posibilidad. En menos de dos años el FA defenestró cualquier atisbo de socialismo jugando sus fichas –en más de una ocasión– en favor del sistema neoliberal. Despreciando además el latinoamericanismo que todo izquierdista de verdad profesa y defiende. En estas materias, aunque la derecha y sus adláteres del tibio progresismo lo nieguen, se es allendista o se es capitalista, pues realmente, maniquea y todo, no hay otra posición. A los hechos de las últimas cuatro décadas me atengo.

Porque (y esto es de la máxima relevancia), uno, en su calidad de socialista de corazón y conciencia, ¿qué espera de individuos como Juan Pablo Letelier, Isabel Allende Bussi, Carlos Montes, Ricardo Lagos (padre e hijo), Guido Girardi, Camilo Escalona, etc.? ¿O de ‘millenials’ como Gabriel Boric, Giorgio Jackson, Camila Vallejo, Karol Cariola, Vlado Mirosevic y el resto de la muchachada que alguna vez fue ‘pingüina’?

Muy en serio (se y me) lo pregunto, ¿qué esperar de ellos? ¿Una refacción profunda del actual sistema, un remozamiento a fondo? Ni lo sueñe, no son capaces de hacerlo, y ni siquiera tienen la intención. ¿Reemplazar el sistema? Siga soñando.

Es posible que los viejos socialistas, sí, no los transeúntes venales, sino los de los años 60 y 70, tengan que salir al escenario nuevamente para mostrar el camino que permite derrotar al fascismo y a la entelequia ya gastada del “libre mercado que todo lo puede”.

Cassígoli, Harnecker, Casado, Almeyda y Lorca, de nuevo rejuvenecen laureles y dicen “presente”. El socialismo de verdad (ese que es en serio) les necesita.

Politika

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