Editorial del 30 octubre 2019 de The Socialist (periódico semanal del Partido Socialista – CIT en Inglaterra y Gales)
Furiosas revueltas masivas están estallando en muchos países del mundo. El viernes 25 de octubre, casi dos millones de personas se manifestaron en las calles de la capital de Chile, Santiago. Esa fue la víspera de un fin de semana que vio a 500,000 personas manifestarse en Barcelona por la liberación de prisioneros políticos, protestas antigubernamentales en todo Iraq y una protesta en El Líbano que formo una cadena humana de 105 millas de largo.
Durante las últimas semanas, otras protestas también han estallado, o han estado en curso de estallar, en Hong Kong, Ecuador,Argelia, Egipto, Indonesia, Bolivia y Haití, entre otros. Anterior a esto habían aparecido los «gilets jaunes» Chalecos Amarillos en Francia y en Sudán había comenzado una revolución, la cual derrocó al presidente Omar al-Bashir.
Estos movimientos se inspiran el uno del otro, a veces haciendo eco de una táctica o símbolo visto en otro lugar.
Los factores desencadenantes y las demandas varían de un país a otro. Pero un elemento común que puede observarse es la furia ante la austeridad económica, la desigualdad y la corrupción. “Al parecer, todos los continentes estamos viviendo un periodo de ira”, aseguró un editorial del Times. Los autores de un artículo en el New York Times llamaron a la ola de protesta: «Un aullido más fuerte de lo habitual contra las élites en países donde la democracia es una fuente de decepción, la corrupción se considera descarada y una pequeña clase política vive ostentosamente mientras que la generación más joven lucha por sobrevivir «.
En el Líbano, los manifestantes han insistido en una lucha unificada entre chiítas, sunitas, drusos y cristianos, oponiéndose a divisiones de tipo separatista. También en Irak, las divisiones sectarias se están superando mediante protestas. Las demandas que han hecho eco en el Líbano incluyen la eliminación de la élite política corrupta y el cambio de todo el sistema político. Una quinta parte de la población, 1.3 millones de personas, ha participado en ese movimiento hasta ahora. Un impuesto sobre servicios de datos como WhatsApp fue el desencadenante inicial. Pero la BBC informó que un manifestante dijo: «No estamos aquí por WhatsApp, estamos aquí por todo».
En Chile, el movimiento también exige un cambio político, y la demanda por una asamblea constituyente para «reestructurar la sociedad» tiene tras de sí un apoyo multitudinario.
Cientos de miles que protestaron en Ecuador se encontraban enfurecidos por una propuesta salvaje de austeridad económica. Se realizó una huelga general, dirigida por la Unión General de Trabajadores Ecuatorianos. La Asamblea Nacional fue asaltada, y el gobierno de Lenin Moreno se vio obligado a trasladarse lejos de la capital, Quito (ver «Levantamiento en Ecuador obliga al gobierno a descender» en socialistparty.og.uk)
Con alarma y desesperación, las élites gobernantes han estado probando tanto la zanahoria como el palo. Los manifestantes en varios países han enfrentado una represión estatal brutal, pero estos siguen determinados a seguir la lucha. En Chile más de 15 personas han sido asesinadas por armas de fuego. En Irak, tan solo el día 25 de octubre, fueron asesinados 42 personas durante las protestas
Por otro lado, concesiones precipitadas han sido anunciadas en un intento por sofocar el tumulto. El gabinete de Irak está siendo reorganizado, el presidente chileno Piñera canceló los aumentos de tarifas de transporte y está destituyendo a su gabinete; en Hong Kong se retiró el proyecto de ley de extradición; En el Líbano, el gobierno eliminó rápidamente la tasa de WhatsApp y anunció algunas reformas. Y ahora el primer ministro ha anunciado su renuncia. Pero en todos estos países, entre otros, tales medidas han sido descartadas por los manifestantes como demasiado poco.
“Acéfalo”
Los comentaristas en los medios capitalistas han lamentado las dificultades que los gobiernos enfrentan al tratar de contrarrestar estas protestas, que en muchos de los recientes casos han sido «acéfalas», de combustión espontánea y movilizadas mediante el uso de redes sociales. «¿Con quién se puede negociar?», Preguntan. Si bien los socialistas tienen poca simpatía en ese punto, exhortamos firmemente a que los trabajadores y los jóvenes tengan sus propios comités y organizaciones, para poder debatir democráticamente y decidir los pasos necesarios para defender las protestas y conducirlas hacia la victoria.
La desconfianza hacia organizaciones políticas es comprensible dadas las experiencias pasadas de los trabajadores a nivel internacional, de ser traicionados por líderes de izquierda que se movieron hacia la derecha y se acomodaron a los intereses de las grandes empresas capitalistas. Pero los partidos genuinos de trabajadores, con líderes elegidos y sujetos a destitución, serán indispensables para mantener la unidad de propósito en los movimientos sociales y formular programas que expresen firmemente los intereses de la clase trabajadora.
Los trabajadores organizados en los sindicatos deben ser la columna vertebral de esos partidos, aportando su experiencia de lucha laboral y su potencial para paralizar a la sociedad a través de la huelga. Debido a sus intereses comunes de clase, también pueden tomar la iniciativa de construir y armar los movimientos con las ideas necesarias para contrarrestar a la clase capitalista. En la práctica, esto sólo puede ser mediante el desarrollo de programas socialistas para eliminar el capitalismo, oponerse a coaliciones y pro-capitalistas y formar gobiernos de representantes de los trabajadores que puedan construir sociedades basadas en el interés de la monumental mayoría. ¡No se puede confiar en ninguno de los representantes políticos del capitalismo!
Si bien estas organizaciones vitales aún están por construirse, del período transcurrido desde los masivos levantamientos del año 2011 en Oriente Medio y África del Norte, se han tomado muchas lecciones. Por ejemplo, las demandas ahora planteadas por los manifestantes que exigen «cambio completo en las cúpulas» denotan el reconocimiento de que eliminar presidentes o primeros ministros no es suficiente ya que otros representantes capitalistas pueden ocupar su lugar.
El periodista Simon Tisdall mencionó en El Observador el 27 de octubre que más del 40% de la población mundial tiene 24 años o menos y, refiriéndose a las revueltas actuales, escribió acertadamente: «Este fenómeno global de aspiraciones juveniles no cumplidas está produciendo bombas de tiempo políticas». Si bien es cierto que, generalmente, las luchas tienden a fluir y disminuir, la creencia es que, esta vez, estas se ampliarán y aumentarán. Junto con eso, el desarrollo de la conciencia sobre las necesidades de organización y de tareas políticas se acelerará inevitablemente, proporcionando otro elemento vital, junto con la voluntad de lucha, para lograr victorias duraderas.