por Romario Torres
Cualquiera que se defina como revolucionario, debería tener claro que la tarea es destruir el Estado Burgués, no perfeccionarlo. El cambio constitucional definido en el pomposo “Acuerdo por la Paz Social y la Nueva Constitución” tiene como premisas “partir de una hoja en blanco”, y el “voto obligatorio”, así, más allá del contenido, se va a definir una constitución “aprobada en democracia por votación universal”, es decir, una relegitimación de las instituciones políticas del país, superando la “constitución de Pinochet”. La nueva institucionalidad que sustente la explotación capitalista va a tener el aval de la mayoría que se va a pronunciar en las próximas votaciones.
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