Guilherme Boulos y Manuela d’ Ávila *
Folha de São Paulo, 8-4-2108
https://www1.folha.uol.com.br/
Traducción de Alfredo Iglesias Diéguez – Rebelión
http://www.rebelion.org/
Los tiempos en que vivimos representan el mayor ataque a la democracia desde el fin de la dictadura militar. El golpe parlamentario que instaló a Temer en el poder, la ejecución de Marielle Franco y Anderson Gomes y la ofensiva contra Lula, desde el atentado contra su caravana hasta la absurda e ilegal decisión de arrestarlo, exigen unidad de la izquierda por la defensa de la democracia y contra la escalada de violencia fascista en el país.
Como precandidatos a la Presidencia, tenemos claro que las diferencias programáticas de cara a las elecciones no impiden nuestra unidad como reacción al momento sombrío actual.
La cara más visible de la lucha democrática en el país es la defensa irrestricta de la libertad del ex presidente y, además, de su derecho a ser candidato en las elecciones presidenciales de este año. Lula es el mayor líder social de Brasil. Sacarlo del juego político es una burda maniobra electoral. Esta lucha no es sólo de aquellos que coinciden con las posiciones de Lula y del PT.
El alcance de la ofensiva es mucho más amplio. Se engañan quienes piensan que Lula y el PT son los únicos blancos de esa prisión. Todo esto forma parte de un ataque contra el campo progresista y contra los derechos sociales. No comenzó con Lula y no terminará con él.
La mezquina decisión del Supremo de legitimar lo que hasta ahora ha sido una medida inconstitucional, como es la prisión en segunda instancia antes de su juicio, amenaza la presunción de inocencia y el derecho a la amplia defensa de todo ciudadano. Eso sin mencionar la ilegalidad que supone que el juez Sérgio Moro haya expedido una orden de detención antes de que se agotasen todos los recursos.
Lula no está por encima de la ley. Ni él ni ninguno de nosotros. Ni siquiera los jueces que lo condenaron y los magistrados que le denegaron el fiel cumplimiento de la Constitución. Pero él tampoco está por debajo de la ley. Fue condenado sin pruebas; en el juicio en segunda instancia se apuraron los trámites sólo para hacer inviable su candidatura, buscando resolver las elecciones en los tribunales.
La artimaña procedimental de la magistrada Carmen Lúcia le negó el justo derecho de recurrir en libertad. La prisión intenta callar su voz, debilitar a las izquierdas y perpetuar el golpe de 2016.
Es un oprobio que haya una orden de ingreso en prisión contra Lula sin que haya ninguna prueba que lo comprometa, sobre todo cuando Temer hay grabaciones muy comprometedoras realizadas en los pasillos del Palacio de Planalto y su asesor directo fue filmado corriendo con maletas de dinero en las aceras de São Paulo.
O incluso Aécio Neves, de quien conocemos una escandalosa petición de dinero a Joesley Batista escuchada por todos los brasileños, en la que llegó a insinuar la muerte de un posible delator de sus crímenes. Temer sigue en Planalto y Aécio, en el Senado. Por un lado, pruebas sin castigo; del otro, castigo sin pruebas.
Defendemos que los casos de corrupción deben ser investigados y castigados, pero hay que tener cuidado con el discurso que se vale del supuesto combate contra la corrupción para destruir adversarios políticos. Cuando los jueces se portan como jefes de partido, no se puede hablar de justicia.
Si queremos combatir la corrupción, tenemos que poner en marcha una profunda reforma política, alejando al poder público de la influencia del poder económico y acercando al pueblo a la toma de decisiones.
Todo lo demás, no supone otra cosa que alimentar peligrosamente el sentimiento de frustración política, abriendo así las puertas a soluciones de cuño fascista sin ningún compromiso con la democracia y las libertades constitucionales.
Es urgente la construcción de una unidad democrática contra la prisión arbitraria de Lula, la escalada de la intolerancia política y la garantía de elecciones libres. En esa mesa deben tener asiento aquellos que, ante la barbarie, se ponen al lado de la democracia.
La defensa de la libertad de Lula es un divisor de aguas en esa batalla. No dejaremos las calles y la lucha. Más allá de las elecciones, lo que está en juego es el futuro de Brasil. Nos opondremos a las injusticias, sean de toga o de uniforme. ¡Lula libre!
* Guillermo Boulos es coordinador nacional del MTST (Movimiento de los Trabajadores Sin techo) y es precandidato a la Presidencia de la República por el PSOL. Manuela d’ Ávila, diputada estadual por el PC do B en Rio Grande do Sul, es precandidata del partido a la Presidencia de la República.