por Walter Ortiz
Por estos días los liberales han tenido que hacer buen mutis ante el nuevo inquilino de la Casa Blanca. Su predecesor tachado como troglodita, salvaje, anti libre comercio, peleón y cuánta cosa puede pasar por la imaginación, desarrolló una abierta política de bloqueo contra toda acción que fuera contraria al interés general de EEUU, considerado por ellos de manera unilateral.
Pues bueno para quienes siguen creyendo el cuento de las bases sólidas e incólumes del liberalismo, cosa que precisamente es la que hoy tiene una crisis estructural que cruje la cabeza de sus defensores, Joe Biden no ha hecho más que reforzar la doctrina de sanciones y bloqueos como fórmula para proteger a su país y sostener su hegemonía mundial: aquello de la democracia liberal y el libre comercio como la base del desarrollo humano al parecer se les ha olvidado en sus proclamas. Solo importa la pax americana.
Y es que está doctrina no solo constituye la violación masiva de DDHH de pueblos pacíficos, cuyas consecuencias empiezan a salir a la luz, sino además rompen los axiomas sobre los cuales precisamente está sentado el liberalismo. Proclamar el libre comercio para luego establecer sanciones o medidas de bloqueo lanza al suelo el axioma esencial de la libertad con la cual llenan sus papeles, sin tener otra cosa que hacer que no sea mirar para otro lado mientras ven como justificarlo.
No en vano, el propio EEUU tuvo que proceder con su poder de veto cuando Venezuela intentó desnudar todas y cada una de las normas del derecho internacional y de la Organización Mundial del Comercio que están siendo violadas abiertamente en el ejercicio de medidas coercitivas unilaterales extraterritoriales y fuera de toda consideración jurídica válida.
Prefirieron evadir el tema vetando para no hablar del mismo.
Claro, no debe ser muy bueno para su posición de poder quedar expuesto al escarnio público de ser observado como violador de los axiomas creados bajo su hegemonía, un contra sentido que no están dispuestos a “explicar”.
Ellos mismos pretendieron universalizar la globalización neoliberal, y ahora que van en reversa no tienen argumento alguno, les ha salido el tiro por la culata.
Y esta es apenas una muestra de estos axiomas tan flexibles. En América Latina ya estamos acostumbrados a la plastilina de valores de los liberales, que de acuerdo al manoseo conveniente convierte insurrecciones e intentos de golpe en “lucha democrática” y a las instituciones que defienden la vigencia de la Constitución Nacional de un país, en regímenes dictatoriales.
Ahora hacen mutis con Mr. Biden…