LAS HISTORIAS DE MUJERES QUE ORGANIZAN Y ADHIEREN A LA HISTÓRICA HUELGA INTERNACIONAL DE ESTE MIÉRCOLES
Por qué van al paro
“El 8M paro para que nunca más una nena sea un objeto al que puedan lastimar, herir, usar, por el simple hecho de ser una mujer niña, como me pasó a mí”, dice Magda Corvalán, una de las referentes del colectivo Ni Una Menos en Chaco. Tiene 32 años, un trabajo precarizado en el Estado y restaura muebles. De niña sufrió abusos sexuales de parte de distintos varones. Hasta los 25 años jamás se lo contó a nadie. “Sabía que si hablaba nadie me iba a creer y es horrible que una nena de 9 años tenga esa seguridad”, dice a PáginaI12. Vivió muchos años sin tenerse en cuenta a sí misma, como tantas mujeres, viviendo para los demás, pero con la contradicción interna de sentir que no debían ser así las cosas. “Desde niña, después en mi matrimonio, me sentía enjaulada y pensaba que en algún momento esa jaula la iba a romper. Y eso fue lo que pasó. Hace cinco años me separé, con todo lo que eso implica, no tener un mango, tener dos niñitos a cuestas y que el sueldo se te vaya en alquiler y niñera, porque de otra manera no podía trabajar. La pasé mal, me arremangué. Pero estoy convencida de que este es el camino correcto”, dice, y abre su corazón para contar su historia.
La convocatoria de la primera marcha de Ni Una Menos la animó a dibujar otros horizontes. Fue ella el motor para armar el colectivo NUM en Resistencia, y articular la movilización local del 3 de junio de 2015. Ahora está en plena organización de la histórica huelga del 8M, en la capital chaqueña, donde las mujeres llenarán las calles igual que en otras ciudades del país y del mundo. Como Magda, mujeres de diferentes geografías, actividades, y sectores sociales, contaron a PáginaI12 las razones por las cuales adherirán al paro internacional convocado para el Día Internacional de la Mujer en 44 países contra las violencias machistas, los femicidios, la criminalización del aborto y las desigualdades en el ámbito laboral, entre otras demandas. Aquí sus testimonios.
Despidos
“Yo paro porque somos las mujeres las que sufrimos las violencias machistas, el ajuste, los despidos. Y porque las mujeres pobres y trabajadoras son las que se mueren por abortos clandestinos”, dice Marina Catilao. Tiene 37 años. Es delegada y obrera de Textil Neuquén. La fábrica fue vaciada por sus dueños y cerró a fin de enero. Marina junto a las otras 35 empleadas de la firma ocupan desde el 1 de febrero la planta, en defensa de la fuente de trabajo. Se turnan de a 10 o 15 por noche. Y duermen ahí con sus hijos. “Hace once años que trabajamos la mayoría de las obreras. Hace once años que les dejamos los riñones en las máquinas a estos empresarios, la hermanos Diego y Hernán Huerta, que son los dueños de las tiendas Amici y Rochas, que está en un shopping. Ellos siempre aludían que la fábrica estaba en crisis, pero nunca nos imaginamos que iban a hacer esto”, se lamenta Catilao. La textil abrió con la ayuda del Estado que recibieron los Huerta. Las 36 obreras se fueron de vacaciones el 16 de enero y tenían que reincorporarse el 6 de febrero. Un vecino les avisó que había movimientos extraños, que estaban saliendo camiones con las máquinas. “Con 36 mujeres obreras en la calle no hay Ni Una Menos”, afirma Marina. “Más allá de que no podamos hacer paro activo porque sin máquinas, no podemos cortar la producción, por la mañana vamos a cortar la ruta 7, a la altura de la fábrica, y a partir de las 19 vamos a marchar por el centro de Neuquén con el colectivo Ni Una Menos”, cuenta.
La trata
Alika Kinan es sobreviviente de la trata con fines de explotación sexual. En noviembre consiguió una sentencia histórica: se presentó como querellante contra sus proxenetas y el municipio de Ushuaia por haber avalado el funcionamiento del burdel donde la explotaron durante años. Y logró que fueran condenados. Ya no vive en Tierra del Fuego. Por las amenazas que recibió durante el juicio y luego de la sentencia, tuvo que dejar la provincia y mudarse con sus seis hijos. “Yo paro contra el sistema opresor machista, contra la industria de la mercantilización de los cuerpos, contra la trata de mujeres para explotación sexual, contra la cosificación de las mujeres, contra los femicidios”, dice Alika.
Dignidad
Cecilia Coronel se presenta. “Soy mujer, mamá de Francisco y Emilio, compañera de Cristian, feminista, secretaria de DDHH y Género de Suteba y referente de Nuevo Encuentro de Dolores, la ciudad donde vivo. Tengo 40 años recién cumplidos y sólo cinco de militancia por la defensa de mis derechos. Recién hace cinco años empecé a descubrir la gran necesidad que tenemos muchas mujeres de salir de la persistente opresión a la que nos somete el machismo”. Cuenta que a lo largo de su vida sufrió todas las violencias que se describen en la ley 26485. Todas. “Y si bien me invade la pena y lucho contra la culpa que genera el patriarcado en aquellas que no nos queremos doblegar, si bien intento todos los días convivir con el dolor y el miedo que situaciones abusivas marcan a fuego en el cuerpo y en la psiquis, si bien muchas veces me he sentido o me siento vencida por la violencia institucional, la persecución ideológica y la indiferencia social, sigo peleándola porque no me resigno a ser mujer oprimida, a ser un ser humano de baja calidad”, dice Cecilia. El 8 de marzo se suma al paro porque le dice basta a la violencia de género, “porque nuestra vida vale y vale digna”, dice. “Yo paro porque me quiero viva, sana y libre”, afirma.
Las que faltan
Dora Bourie tiene 54 años, está casada hace más de treinta y es madre de tres hijas, de 30, 22 y 20. Dora se define como ama de casa. Hace dos años empezó a estudiar en la Universidad de Avellaneda, en modalidad virtual, una tecnicatura en Intervención Socio Comunitaria. En una de las materias le pidieron que conociera la experiencia una organización comunitaria. Así conoció a Las Mariposas de París de Villa París, que vienen desarrollando un intenso trabajo en un asentamiento de la localidad de Glew y cuya referente es Miriam Machaca. Dora ya es una más de las mariposas, participa del merendero, y da apoyo escolar a pibes del barrio. “Voy a parar por mis hijas y por las mujeres que ya no están”, dice a PáginaI12.
Patriarcado
Soledad Deza es la abogada de Católicas por el Derecho a Decidir que logró liberar a Belén, la joven tucumana condenada a 8 años de cárcel, luego de sufrir un aborto espontáneo en la guardia del Hospital Avellaneda, en la capital provincial. Espera que pronto la corte tucumana finalmente la absuelva. “Paro porque el patriarcado es opresión de género, de clase y de raza, todo con furia capitalista. Pero mi sentimiento es positivo, porque una toma de conciencia mundial nos une en un BASTA inmenso. Nunca nos regalaron nada, conquistamos cada derecho y peleamos aún por la igualdad, este paro muestra un movimiento de mujeres poderoso, decidido a no dar el brazo a torcer”, dice Soledad a este diario.
Trabajo
“Paro el 8M y elevo mi voz en pedido de trabajo bien remunerado para todas las mujeres de todos los estratos sociales y edades, que se respeten nuestros derechos como están en la constitución nacional y los acuerdos internacionales”, cuenta a PáginaI12 Mirtha Sisnero, la colectivera salteña que no consigue que la tome ninguna empresa de transporte de la provincia, a pesar de que hasta la propia Corte Suprema de Justicia de la Nación avaló su derecho a ser contratada en 2014. Mirtha viene luchando hace más de diez años por un puesto al volante de un colectivo. Pero no la toman por ser mujer y por haber denunciado la discriminación laboral de género. No la toman por mujer y “quilombera”.
Cambio de vida
Dora Barrancos es socióloga, historiadora, investigadora principal del Conicet y miembro de su directorio en representación de las Ciencias Sociales y Humanas.”Yo paro para que se haga más contundente el rechazo a la violencia del sistema patriarcal, con el deseo de que sea un clamor para extinguirlo. Para aumentar la alarma sobre el sexismo discriminante, para que se extienda la conciencia acerca del sometimiento, para sacudir la subjetividad de muchas congéneres, apostando a que puedan cambiar sus vidas, sumidas en el mal trato, el hostigamiento y el miedo. Paro para que también los varones repiensen las condiciones de la opresión que impusieron – a menudo sobre ellos mismos, obligándolos a formas de masculinidad que no desean y a una sexualidad que no comparten. Paro para que se reflexione acerca de nuestra subalternancia en materia laboral, para que podamos conquistar igualdad de oportunidades, por la paridad en todo y cualquier cargo jerárquico. Paro para que las mujeres pobres dejen de ser castigadas con la informalidad del empleo y la desocupación. Frente a las actuales circunstancias económicas nuevamente las mujeres vuelven a ser la cuota mayor de quienes quedan desocupados. Paro contra las actuales políticas económicas que promueven la pobreza extrema y que harán más vulnerable la condición femenina, una repetición aciaga de los años 90. De mi parte, paro para que se libere a Milagro Sala, hostigada por su clase, raza y género”, enumera.
Postergaciones
A principios de los ‘90, Adriana Morán se acercó a un grupo de reflexión de mujeres en el centro comunitario La Casita, en José C. Paz, cuando el mayor de sus cinco hijos era adolescente “y se había rebelado”. Ahí encontró a otras mamás que tenían el mismo problema. Hoy Adriana tiene 59 años y aquel hijo ya 35. “Siempre fui mamá y ama de casa full time y me ganaba algunos pesos dando clases de apoyo escolar, hasta que en el 2000 mi marido perdió el trabajo y tuve que salir yo a trabajar. Empecé a vender cosas, desde ollas hasta ropa, trabajé en agencia de remises, en locutorios, Rapipago”, recuerda. Por aquellos años terminó el secundario de noche y sus estudios de inglés. Y sigue yendo al mismo grupo de reflexión que le ayudó a tomar conciencia “de muchas cosas, no solo a revalorizarme por el hecho de ser mujer, sino que me di cuenta de que había estado muy subida en la función de mamá y había otras cosas que me interesaban, que había postergado”, cuenta. “Yo paro por mis hijas mujeres, por las compañeras que conozco, por mis nietas”, dice Adriana.
Justicia
Laura Zuniga Cáseres tiene 24 años y es la hija de Berta Cáseres, la líder indígena hondureña y defensora ambientalista, asesinada a tiros en su casa el 3 de marzo de 2016. “Paro por la justicia que nos han negado, no solo en el caso de mi mami, sino de otras mujeres asesinadas por sus luchas. También paro por el derecho a la migración, a transitar por el mundo”, dice la joven, que estuvo en Buenos Aires en la conmemoración del primer aniversario del “femicidio político” de su madre. Durante años Berta recibió múltiples amenazas de muerte por su labor en defensa de la tierra del pueblo Lenca y su oposición al proyecto hidroeléctrico de Agua Zarca en Río Blanco. Era la coordinadora general del Consejo Cívico de Organizaciones Populares e Indígenas (COPINH) de Honduras.
Clandestinidad
“Yo paro para que nunca más una mujer diga que no pudo estudiar por ser mujer y del campo, como le pasó a mi abuela, o para que nunca más una mujer tenga que interrumpir un embarazo en la clandestinidad, como me pasó a mi”, dice la ex diputada Cecilia “Checha” Merchán, que parará en Córdoba.