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Argentina – Estrategias obreras durante los conflictos sociales en Cuyo

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EL PORTEÑO

por Daniel Logotetti

El “Mendozazo” fue sin duda la expresión de mayor envergadura de resistencia de masas a la dictadura de la época en nuestra ciudad capital. Como un revulsivo catalizador abrió cabezas y cerró viejos pareceres, anquilosados en aparatos de estamentos burocráticos y llegó hasta conmover intelectualidad. Todas las verdades fueron puestas en cuestión y allí aparecieron fisuras impensadas. ¿Por qué el “Mendozazo” no tuvo tanta trascendencia, como sí lo tuvo el “Cordobazo”?

Hubo una serie de dificultades con las que se encontró el Mendozazo. Vamos a señalar algunas que nos parecen básicas.
El periodo político que surge a partir del Cordobazo lo hemos caracterizado como el inicio de un proceso de revolución social de cambios tan profundos que trastoca todos los planes de la Dictadura y de los partidos patronales, como el PJ y la UCR, que tienen que barajar y dar de nuevo para tratar de entender lo que estaba sucediendo.

El “Mendozazo” llega al final de ese proceso y le da un nuevo cimbronazo a los débiles y frágiles acuerdos electorales.
Pero la suerte estaba echada. El proceso electoral y no la vía insurreccional se habían impuesto. La decisión de Perón de volver para frenar la segunda opción estaba clara.
El intento de la salida electoral fracasaría por el reverdecer de la lucha obrera.
El “Villazo” y las jornadas de junio y julio de 1975 que culminan con la huelga general del 7 y 8 de julio del mismo año. En el proceso previo son las coordinadoras interfabriles las que motorizan y dirigen estas movilizaciones.

Otra vez la autonomía o la dependencia del estado pone a la clase obrera en la disyuntiva del tipo de sindicalismo que necesita. En algunos autores se la plantea como una opción. Como alguien que debe decidir en la verdulería de comprar manzanas verdes o rojas.

¡No es ninguna elección!
El método del clasismo tiene que ver con una posición y valoración de la lucha de masas. Cuando ésta tiene valor en sí misma o para a formar un “bloque” político donde queda relegada a la nada misma.
La clase no debe elegir sino adoptar una posición que es la que se expresa en las asambleas de fábrica o en las bases, que tiene por supuesto un contenido ideológico no acabado, no desarrollado, no programático. Esto va a ocurrir en 75 y es un límite que van a tener como escollo las coordinadoras interfabriles.

Nuevas ideas que fueron tomando forma en una perspectiva marxista. Estamos contando una “historia obrera”, si es que existe tal historia estamos hablando de un sujeto poco “concurrido” y menos conocido como lo es la clase obrera y en particular la clase obrera mendocina.

La tierra del sol y el buen vino tiene algo que decirnos al respecto. El buen vino se hace a partir de la superexplotación de la barata mano de obra del obrero vitivinícola.

Una “fuerza social” diferente se comienza a organizar.

Resistida por las burocracias sindicales, los jefes del PC que no lograron ver el acontecimiento más destacado de la época de resistencia a las dictaduras de la época. Ahí se reflejan conflictos políticos, sociales, sindicales, culturales y barriales tapados por el régimen militar y disimulados por los partidos patronales.

Esa “caldera subterránea e invisible” estalló por un detalle secundario, no ideológico, tampoco demasiado trascendente, cual fue las tarifas de la luz. El gobierno militar de Alejandro Lanusse sumido en una crisis económica de proporciones, decidió el aumento de las tarifas eléctricas. La respuesta obrera no tardó en expresarse.

Apareció la organización barrial con toda su fuerza. El viernes 31 de marzo en una reunión en el Centro Republicano Español se organizó la “Coordinadora Provincial No Pague la Luz” y decidió una concentración para el domingo 10 en la Casa de Gobierno.

En oportunidad de la presentación del trabajo sobre el Mendozazo de 2022 “Reflexiones acerca de la conformación de la base social del Mendozazo” Sanchez y Logotetti en Jornadas Mendozazo de Mendoza Subalterna, presentamos una polémica sobre la intervención de Benito Marianetti. Desde ya que reconocemos la importancia que tenía el PC en la organización barrial, vecinales, sindicatos y organizaciones de base. Tan es así que toda esta militancia en pos de organizar a los de abajo se vió durante el Mendozazo.

Es que la “huelga política de masas”, eso fue la huelga del 4 de abril, rompe un ciclo de conformación de una dirigencia sindical que terminó por integrarse al proyecto de Perón ya fracasado a fines del 55.

De aparentar ser un ciclo cerrado definitivamente, abonado por decisión de la burocracia sindical de la época en un proceso que madura desde los años treinta ante tanta represión política y física de las luchas, al cuestionamiento que la heteronomía que le siguió, se agotó en planes políticos que claramente terminaron en favor de las patronales.

En realidad ese momento, arbitrario y determinista, sólo deberá tomarse como un aceleramiento de una tendencia en la relación entre las clases dominantes, la nueva burguesía industrial intentando abrirse camino en un Estado Oligárquico con estructuras del siglo XIX y la clase obrera tratando de organizarse frente al crimen de la represión estatal.

Es en este marco que se crea la DNT (el 14 de marzo de 1907 durante la presidencia de Figueroa Alcorta 12 de marzo de 1906 – 12 de octubre de 1910 se crea el Departamento Nacional del Trabajo es el primer intento de la burguesía argentina para regular e inmiscuirse en los trágicos desenlaces de las huelgas generales.
En sus comienzos fue un organismo básicamente represivo pero con los años intentó mediar.
Encontrando dirigentes con una actitud más receptiva a sentarse a negociar antes que se produjeran conflictos.
Trascendente, es en Mendoza, la huelga general del 1ero de mayo de 1919, conflictos ferroviarios, docentes, de trabajadores de distintas ramas de la industria y los servicios. Precedida por los acontecimientos conocidos con el nombre de “semana trágica”.

Nos interesa destacar la huelga docente porque se produce un acontecimiento central: la fundación del primer sindicato docente “Maestros Unidos” (Dussel y Latorre 2019) que se integra a la F O P (FEDERACIÓN OBRERA PROVINCIAL) finalmente a la FORA DEL IX CONGRESO, la FORA sindicalista. Es decir que no solo se forma el sindicato, que manifiesta un primer paso en la organización, sino que se adhiere a una central sindical en este caso anarquista y por sobre todo esto participa activamente en la lucha del primero de mayo del 19.

Un ejemplo bien mendocino de formación de clase del sindicato de las educadoras que se paran desde el lugar de sus reivindicaciones, laborales y femeninas, junto a los obreros. Esa ubicación de clase obrera es un ejemplo hoy para un gremio que en muchos casos es considerado como de clase media o de clases grises. En el caso docente puntualmente al incorporarse a la huelga se identifican claramente como clase unida al resto de los trabajadores.

Recordemos que de la misma manera que no podemos calificar a una persona de lo que piensa de sí misma, tampoco podemos determinar la clase social por lo que los docentes piensen de su gremio.

Lo que vemos en este caso es el acelerado proceso de conciencia que adquieren los activistas durante un proceso de luchas muy importantes y que solo pueden ser rescatadas si la organización perdura. Alguien deberá recoger esa “experiencia” las conclusiones de la misma. Escritos libros fotos, sin eso no existiríamos como historiadores.

Destacamos una compañera señera en esta lucha como Angélica Mendoza que participó activamente en la lucha de estudiantes y docentes en los acontecimientos de los primeros días de 1919 en apoyo a las luchas obreras conocidas como semana trágica.

Sin pretender remontarnos a los orígenes del sindicalismo y de las luchas obreras en Mendoza, podemos señalar la importancia del acontecimiento conocido como el Mendozazo en el año 72.

Del relato de la huelga general de mayo de 1919 se reiteran acontecimientos que parecen calcados: la semana trágica en Mendoza en los primeros días de enero del 19 y el Mendozazo. Se pueden comparar ambos acontecimientos pero excede la envergadura de este
proyecto.

El 17 de octubre de 1945 fue una irrupción obrera de características épicas. Masas de obreros de la Capital y del conurbano sur marchan rumbo a la Plaza de Mayo el día en que Perón va a ser proclamado como dirigente de la clase obrera. Perón desde la Secretaría de Trabajo y Previsión (que había desplazado al DNT) lleva adelante una política de contención de los dirigentes sindicales a través de concesiones importantes.

Marianetti no reconoce el 17/10/45 y Ghioldi lo ve como una movilización del lumpen, está claro que en este caso ambos escritores “comunistas” tienden a confundir lo sostenido por sus partidos con el relato de esta historia.
El 17 de octubre fue una jornada histórica de movilización obrera tanto es así que marcó un antes y un después, nunca la clase obrera organizada volvió a ser la de antes. El aspecto más significativo de los cambios antes y después del
45, fue la pérdida de autonomía de los sindicatos y por ende de la clase obrera organizada.

Por supuesto que en el período del 43 al 45 Perón se supo ganar la adhesión de los trabajadores y de un importante grupo de dirigentes sindicales. De ahí la importancia del 17 de octubre. El debate acerca de espontáneo o no de esta jornada histórica quedará para otros análisis más particulares, solo nos expresamos en el sentido general de este acontecimiento.

Luego, la salida de la crisis del 2001 fue claramente traumática. Masas de trabajadores ocupados y desocupados salieron a las calles ante la descomposición e inacción de toda la política patronal y volvió a poner a prueba políticas y programas ante el derrumbe de las instituciones del Estado. Las calles fueron tomadas por asalto por masas producto de la descomposición del bloque político de dominación.

La ausencia de grandes fábricas con importantes contingentes obreros concentrados en el mismo lugar de trabajo fue un límite a la acción de reagrupamiento sindical y político de amplios sectores de trabajadores asalariados en los albores del presente siglo.

Este si se quiere es un dato menor, lo fundamental son siempre las direcciones sindicales y el peronismo como dirigente social obrero. Argentina nunca superó la tragedia del siglo xx, de pretender convertirse en potencia económica o simplemente un estado democrático burgués a fracasar en toda la línea.

Aquí comienza nuestra historia donde nos hemos propuesto avanzar en el análisis del rol de las clases sociales en su búsqueda de salidas. ¿Qué clases y a qué intereses respondían? Existía una clase obrera con posibilidades de enfrentar tamaño desastre?
Finalmente, existe esa clase como tal? Creemos que estas preguntas fueron respondidas afirmativamente, pero aquí surge otro interrogante. ¿Como se reconoce a la clase obrera?

Aquí tenemos un menú de interpretaciones, comenzando con Lennin quien sostiene que la conciencia de clase de la clase obrera no es solo el saber proletario sino que esa conciencia no es completa hasta reconocer su rol histórico: “la dictadura proletaria”.

En mi experiencia en talleres sobre el tema le he explicado a los trabajadores que la clase obrera se reconoce como tal cuando lucha. Cuando se moviliza, cuando ocupa calles y cuando detiene la producción. Ese poder inconmensurable, en el régimen del capital, de parar la producción de bienes y servicios solo está en manos de los trabajadores organizados.

En fin, el objetivo de este trabajo tiende a poner sobre la mesa política de la lucha clases a la clase obrera, puesto el ojo en acontecimientos ocurridos en Cuyo.

Un aspecto de la polémica para dejar planteado, pues es necesario ver diferentes interpretaciones, es la relativa a caracterizar al período de 43/55 como de “revolución democrática” y al proceso de incorporación de las dirigencias al Estado como de “ciudadanización”. Caracterizamos este proceso como de pérdida de autonomía o independencia de la clase obrera, que lejos de favorecer sus intereses sociales le quita autoridad política pues queda relegada como “columna vertebral” de un movimiento claramente patronal.
El proceso de disciplinamiento de la clase obrera por parte del Estado argentino no comienza en 43 sino desde principios de siglo con diferentes leyes y una de las mas importantes es la de servicio militar obligatorio de 1904.

El descreimiento generalizado de las nuevas construcciones históricas donde se señala su desaparición lisa y llana nos lleva a reiterar nuestra visión contraria.

Este trabajo está dirigido fundamentalmente para las nuevas camadas de activistas, delegados de base y organizaciones de desocupados que pugnan diariamente para emprender la lucha desde la política sindical y barrial.
De la necesidad de recuperar la identidad de “la primacía de la conciencia social sobre el ser social”
Daniel Logotetti,

12 de abril de 2024

Bibliografía consultada
Nicolás Iñigo Carrera, “La otra estrategia” La voluntad revolucionaria (1930-1935)
Rolando Astarita Blog, sobre “Casi no quedan obreros?”
Dussel y Latorre 2019, Sobre la fundación del sindicato “Maestros Unidos”
Sanchez y Logotetti sobre el Mendozazo ponencia en 2022
H. Matsushita Movimiento Obrero Argentino 1930/1945
Hugo del Campo, Sindicalismo y peronismo.Los comienzos de un vínculo perdurable

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