Ya se lo conoce como “el hit del verano”. Nació en una cancha de fútbol, se extendió a otras, se canta en la popular y en las plateas, luego se lo escuchó en los recitales, en las calles… hasta cuando se quedó el subte. Increíblemente, periodistas y supuestos analistas políticos y sociales cercanos al gobierno se ponen a discutir “qué significa”. Es muy simple: que la bronca crece día a día. Que pegó un salto desde aquellos días de diciembre pasado, con cientos de miles indignados en las calles mientras se les robaba a los jubilados y el gobierno reprimía con saña. Es la expresión más simple y visible de millones que dicen que la plata no les alcanza ante los astronómicos aumentos de tarifas, los precios de los alimentos y otros artículos de primera necesidad, ante los miles de despedidos, o ante la corrupción creciente de funcionarios llenos de cuentas en el exterior. Es la bronca ante un gobierno que quiere imponer un techo salarial de 15% a las paritarias, sin ninguna cláusula de ajuste, cuando ya se ve que la inflación va a ser, como mínimo, de 25.
El “hit del verano” no es la única forma en la que se manifiesta la bronca. Hubo una multitud en la 9 de Julio el 21 de febrero y un altísimo acatamiento en los paros docentes. La bronca contra Macri también estuvo presente en la impresionante jornada del 8M, donde una marea de cientos de miles de mujeres se movilizó por sus derechos. A Macri no le sirvió la maniobra de presentarse demagógicamente como “el feminista inesperado”: la inmensa mayoría de las presentes repudió una y otra vez al gobierno de Cambiemos, mientras exigía la legalización del aborto, el fin de la violencia de género y el conjunto de las reivindicaciones de las mujeres trabajadoras.
A pesar de todo esto, muchos trabajadores se preguntan qué pasa que no logramos que haya una lucha más general, que efectivamente derrote el ajuste que están llevando adelante Macri y los gobernadores. Evidentemente el problema no es que falte predisposición. Al contrario. La culpa es de los burócratas traidores, cómplices de los despidos y el robo salarial. Son los Daer, Gerardo Martínez, Pignanelli, Barrionuevo, Acuña o Andrés Rodríguez, que ahora se reúnen directamente para armar una CGT oficialista. Son los mismos que están firmando los acuerdos salariales por el 15% en cuotas, aceptando reventar nuestro salario. Así sucedió en Comercio, Aguas Argentinas, UPCN, el sindicato de municipales de la Ciudad de Buenos Aires (Sutecba) y otros. Los que viajan a Europa acompañando en su gira al ministro Triaca. Los mismos que están negociando en cada gremio entregar los convenios y aceptar que se avance con la flexibilización. Los que dejan aislados a quienes hoy están luchando contra los despidos o tratando de romper el techo en las paritarias.
Moyano y Yasky, por su parte, se juegan con su nueva corriente sindical a canalizar la bronca contra Macri y los dirigentes traidores. Dicen oponerse al ajuste. Pero el sindicalismo combativo, sin depositar ninguna confianza, marchó el 21 reclamando paro y plan de lucha. La realidad es que de esa marcha no salió ninguna continuidad, como tampoco de Ctera después de las jornadas de paro.
Del otro lado estamos los que acompañamos incondicionalmente a los trabajadores del INTI, del Posadas, del Ministerio de Hacienda y de Río Turbio, a los docentes en huelga, a los trabajadores del Subte, o a los aceiteros de Cargill que también salieron al paro. Los que decimos que hay que coordinar las luchas para que estén más fuertes para triunfar. Los que exigimos la urgente necesidad de un paro nacional y un plan de lucha contra el ajuste de Macri y los gobernadores. Miles de activistas que ya están peleando, y se suman nuevos compañeros todos los días. Ese es el desafío que tratamos de llevar adelante desde el sindicalismo combativo, con los ferroviarios del Sarmiento, los docentes de los Sutebas multicolores, Aten Neuquén o Ademys, el Sutna y todas las nuevas direcciones que han aparecido o se han fortalecido en los últimos tiempos.
La pelea es por una nueva dirección sindical, y también política, que plantee cambios de fondo y una auténtica salida a los que dicen que “no se puede hacer otra cosa que ajustar”. El primer paso es dejar ya mismo de pagar la deuda externa y poner todos esos recursos al servicio de aumentar los salarios de docentes y trabajadores de la salud, para crear trabajo con un gran plan de obras públicas y priorizar la educación y la salud públicas. ¡Ese es el único programa alternativo al ajuste de Macri y los gobernadores!