Resumen Latinoamericano / 15 de diciembre de 2017 / Francisco Umpiérrez Sánchez
Empecemos por detallar a grandes rasgos las secciones de El Capital.
Libro I: Transformación de la mercancía en dinero, transformación del dinero en capital, la plusvalía, el salario, y el proceso de acumulación del capital.
Libro II: La metamorfosis del capital y su ciclo, la rotación del capital y la reproducción y circulación del capital social global.
Libro III: La transformación de la plusvalía en ganancia, la transformación de la ganancia en ganancia media, ley de la tendencia decreciente de la cuota de ganancia, el capital comercial, el capital productor de interés, la renta del suelo, y la renta y sus fuentes.
De todas ellas la sección que tiene más actualidad o más interés en el mundo actual es, sin lugar a dudas, el capital productor de interés. El capitalismo en su fase de globalización significa el absoluto imperio del capital productor de interés y de todas las formas del valor autónomas sobre el resto de ramas y funciones del capital, cuya característica esencial es la multiplicación del valor sin la mediación de la producción. En estas formas autónomas del valor hay que incluir, además del crédito como su figura estrella, a las acciones, los bonos y los derivados. Como el capital productor de interés se presenta como la relación del dinero consigo mismo, cobran también especial importancia y actualidad las dos secciones del primer libro: la transformación de la mercancía en dinero y la transformación del dinero en capital. También una sección que cobra mucho interés en la actualidad es la dedicada a la renta del suelo, máxime cuando la crisis desatada en el 2008 fue en parte una crisis en el sector inmobiliario, que permitió a los dueños del suelo y a los constructores enriquecerse de manera irracional.
La crisis de 2008 supuso el descrédito y la bancarrota de la economía convencional. Por un lado, se puso de manifiesto que su carácter predictivo es falso, la economía convencional no puede predecir las crisis ni controlar sus efectos. El fondo de las crisis económicas capitalistas tiene que ver con la naturaleza de las relaciones económicas capitalistas y no con los métodos para regular el mercado, aunque un mercado altamente regulado es más justo socialmente que uno no regulado. Y por otro lado, se puso de manifiesto que su poderoso aparato matemático, con el que se esgrimía su superioridad sobre la economía marxista, fue un medio para que los grandes dueños del capital monetario y de las grandes fortunas explotaran y saquearan a medio mundo. Esto no significa que la economía convencional como medio para entender y regular la economía de mercado sea inútil. Incluso en la primera etapa del socialismo, en el socialismo de mercado, la economía convencional es necesaria. El descrédito de la economía convencional a raíz de la crisis económica del 2008 hizo pensar a ciertas vanguardias de la izquierda marxista que El Capital iba a ganar protagonismo e incluso hasta cierta hegemonía teórica. Esto no fue así. El destino histórico de El Capital sigue siendo marginal, incluso en países que se reclaman del socialismo como pueden ser China y Cuba.
Marx pensó en su época que el socialismo estaba al caer; también lo pensó Lenin. Pero en la realidad el capitalismo ha seguido firme en su desarrollo. Eso implica que bajo las relaciones de producción capitalista las fuerzas productivas pudieron desde aquel entonces seguir desarrollándose y lo han hecho de un modo prodigioso. Las formas del valor y las formas mercantiles se han consolidado y han brotado algunas nuevas. De ahí que El Capital, que debe pasar como la mejor obra teórica que analiza las formas de valor y formas mercantiles en general, siga teniendo total vigencia. Aunque es cierto que hay formas del valor o formar mercantiles nuevas que no existían en tiempos de Marx y que por consiguiente él no analizó, como pueden ser los derivados, esto no implica que El Capital haya quedado obsoleto. Marx nos proporcionó las herramientas teóricas para analizar las nuevas formas mercantiles. Pensemos en los derivados: se trata básicamente de asegurarme hoy en precio lo que va a suceder en el futuro. Yo he pactado comprar harina al precio de 200 euros la tonelada de trigo; si llegada la fecha de vencimiento del contrato el precio de la tonelada de trigo ha subido a 300 euros, yo seguiré pagando 200 euros. Pero yo puedo vender ese derecho y hacerlo por 280 euros, por ejemplo, embolsándome así una ganancia especulativa de 80 euros por tonelada. Aquí el derecho de compra se ha transformado en una mercancía. El capitalismo se caracteriza por convertirlo todo en mercancía. La forma económico-social de los derivados merece sin duda un análisis más detallado, pero con lo dicho nos basta para demostrar que las herramientas proporcionadas por Marx son suficientes para analizar esas formas económicas. No niego tampoco la necesidad de estas nuevas formas económicas; lo que cuestiono es el sistema de apropiación de las ganancias especulativas. Todas las ganancias especulativas producidas por los efectos ciegos del mercado deben ser propiedad del Estado. La clave está en el sistema de propiedad y no en las formas económicas.
El mundo de Marx no es el mundo de hoy. Pero todo no va en contra del pensamiento socialista de Marx. Hoy día no hay economías capitalistas puras. Hoy día todas las economías son mixtas. Incluso economías como la cubana, por la penetración del capital extranjero y por las incipientes libertades mercantiles, va camino de convertirse igualmente en una economía mixta. Lo importante a destacar es que el capitalismo moderno no puede existir sin una poderosa economía estatal. De hecho cuando las empresas punteras quieren invertir en un país, además de la estabilidad económica y política, tienen en cuenta el nivel de fortaleza y desarrollo del sistema educativo y del sistema sanitario. Dicho de forma sucinta: el capitalismo actual no puede existir sin el socialismo. La necesaria presencia del socialismo en el capitalismo se puso de manifiesto en la crisis de 2008, cuando incluso los mayores apologetas del capitalismo afirmaban que las pérdidas se socializaron. El hecho de que todas las economías actuales sean mixtas y deban considerarse como economías de transición es una victoria del socialismo. Esto lo digo porque muchos marxistas no ven el socialismo en el capitalismo, sino el absoluto predominio del capitalismo, como si fuera una realidad absoluta. Los mercados libres del siglo XIX y de principio del siglo XX han dejado de existir. La libertad pura de mercado es una metáfora o un recuerdo. Los mercados cada vez están más legislados y más regulados, además que en los grandes sectores de la economía predominan los oligopolios, de manera que las inversiones y los precios están planificados.
Otro rasgo que diferencia el capitalismo de los tiempos de Marx del capitalismo actual es el papel decisivo del consumo de masas. El capitalismo reformista que lucha por una mejora en los salarios y por un Estado del bienestar desarrollado, no es más que el reconocimiento del papel del consumo de masas en la marcha exitosa de la economía. En este sentido el pensamiento de Marx tampoco está tan lejos de esa realidad, si incluimos dentro de ese pensamiento el principio de lucha por la liberación económica de los trabajadores. Hay otro aspecto importante a destacar en el mundo actual que se refiere a la relación entre trabajo y propiedad. En los grandes bancos, también sucede en las grandes corporaciones, el número total de propietarios es superior al número de trabajadores. El capital se ha socializado. El contenido económico social de este cambio ya lo contemplaba Marx en El Capital. A este respecto, esto es, en relación con las sociedades anónimas, en el capítulo dedicado al papel del crédito en la producción capitalista, Marx se expresa en los siguientes términos: “El capital que descansa de por sí sobre un modo de producción y presupone una concentración social de medios de producción y fuerza de trabajo, adquiere aquí, directamente, la forma de capital social (capital de individuos directamente asociados) en contraste con el capital privado, y sus empresas aparecen como empresas sociales en contraste con las empresas privadas. Es la supresión del capital como propiedad privada dentro de los límites del propio modo capitalista de producción”. Lo he dicho en otras ocasiones: el punto clave de la dialéctica se encuentra, y mucho más en el mundo de hoy, en las transiciones; y Marx aquí nos da una lección ejemplar. A diferencia de aquella anquilosada vanguardia marxista que solo piensa en términos de lucha de contrarios en su modalidad absoluta: en un lado el capitalismo y en otro el socialismo. Pero Marx lo deja aquí claro: las sociedades anónimas, y todas las grandes corporaciones lo son, representan la forma del capital social frente al capital privado, la empresa social frente a la empresa privada, la supresión de la propiedad privada dentro de los límites de la producción capitalista.
El Capital de Marx no sirve para suplantar a la economía convencional. El pensamiento económico de Marx no es un pensamiento absoluto, que lo abarca todo y es instrumento para todo. La economía convencional, heredera de la economía vulgar, es la sistematización de la experiencia de los agentes económicos en la producción capitalista. Luego es un saber necesario. La economía convencional complementa el pensamiento de Marx. La economía convencional empieza donde acaba el pensamiento de Marx. Así cuando leemos un tratado de economía convencional, observamos que su punto de partida es el mercado, la organización de la empresa y los mercados de factores: la tierra, el trabajo y el capital. Todo lo que en la economía convencional es el punto de partida, en El Capital es el punto de llegada. Las secciones de El Capital tituladas “La circulación de las mercancías”, “La transformación de la ganancia en ganancia media” y “La transformación de los valores en precios de producción” son análisis que se realizan en el ámbito del mercado. Pero Marx estudia el mercado bajo el punto de vista de cómo se engendran nuevas formas de valor y cómo ocultan la naturaleza del valor. La economía convencional, por el contrario, no dedica una palabra a la naturaleza del valor ni al análisis de las formas de valor. Para la economía convencional las formas económicas representan objetos y los presenta como dados, sin mediación y sin origen. Cabe resaltar que la última sección de El Capital se titula Las rentas y sus fuentes, lo que vuelve a poner de manifiesto que el punto de llegada del pensamiento económico de Marx es el punto de partida de la economía convencional.
Hablemos de la esencia y de la apariencia. Los empiristas y neopositivistas niegan la esencia, como si se tratara de una cosa oculta, misteriosa e inaccesible. Para esta corriente filosófica solo existen las relaciones aparentes, camino que sigue la economía convencional. Esto se debe a que su método de pensamiento es metafísico: captar las cosas en las formas de ser y no como procesos. Los marxistas dogmáticos, por el contrario, solo piensan en términos de esencia y niegan la importancia de la apariencia. Pero Marx hereda el pensamiento de Hegel, de manera que considera que la realidad se compone de apariencia y de esencia, y asume un principio fundamental: la apariencia es la manifestación de la esencia. Su punto de partida son las relaciones esenciales y estudia después como se transforman en relaciones aparentes. Basta como ejemplo la sección primera del libro tercero titulada La transformación de la plusvalía en ganancia y de la cuota de plusvalía en cuota de ganancia. No obstante, no siempre el camino en Marx parte de la esencia para llegar a la apariencia, en ocasiones es al revés: al inicio de El Capital se parte del valor de cambio para llegar al valor. Pero una vez analizada la naturaleza del valor, la relación esencial, retorna al análisis de las formas del valor, las relaciones aparentes.
Hablemos un poco más de las esencias, pero bajo el punto de vista de la ocultación. El valor de una mercancía producida bajo el régimen de producción capitalista se representa mediante la fórmula siguiente: M = C + (V + P). C es el capital constante, capital invertido en materias primas, maquinarias e instalaciones, capital que no modifica su valor durante el proceso de producción; V es el capital variable, capital invertido en fuerza de trabajo, que produce más valor del que cuesta; y P es el plusvalor creado por los trabajadores y apropiado por el capitalista. Pero como advierte Marx, una cosa es lo que cuesta la producción de la mercancía y otra muy distinta es lo que le cuesta al capitalista. Para el capitalista lo que invierte en materias primas, maquinarias e instalaciones es de igual naturaleza que lo que invierte en salarios. De ahí que el capital constante más el capital variable se le presentan al capitalista como precio de coste. De manera que para el capitalista el valor de la mercancía se representa mediante la siguiente fórmula: M = Pc + P. Pero desde que el capital total desembolsado se le presenta al capitalista como precio de costo, la plusvalía adopta la forma de ganancia (G). Así que la fórmula que representa el valor de la mercancía para el capitalista sea la siguiente: M = Pc + G. Bajo esta fórmula se oculta que la ganancia proviene de la variación del capital invertido en fuerza de trabajo. Esta ocultación es aún mayor en cuanto el mercado modifica la naturaleza individual del valor de las mercancías. Una vez establecida la cuota media de ganancia y los precios de mercado, cada capitalista se lleva la parte alícuota de la plusvalía total presente en el mercado. De manera que la ganancia se le presenta al capitalista como la diferencia entre el precio de venta (Pv) y el precio de costo (Pc). Así que la fórmula que representa la ganancia para el capitalista sea la siguiente: G = Pv – Pc. Y como en el mercado está repleto de irregularidades e incidencias y los precios no son los mismos para todos los clientes mayoristas, la ganancia se presenta en parte como fruto de las habilidades del capitalista en el mercado.
En el salario se presenta también una ocultación. El salario se presenta como precio del trabajo. Marx afirma que el salario en tanto precio del trabajo es una expresión irracional, puesto que el trabajador no vende su trabajo sino su fuerza de trabajo. Así que el concepto de salario oculta el hecho de que al trabajador se le paga solo el valor de su fuerza de trabajo y no el valor total creado por la fuerza de trabajo. Hoy día la ocultación del salario ha sufrido una enorme inversión. Los sueldos que ganan los grandes directivos y las estrellas del cine, de la música y del deporte son gigantescos. De manera que bajo el concepto de salario se ocultan enormes masas de plusvalía. Esta apropiación de enormes masas de plusvalía bajo el concepto de salario se produce por varias razones, por causa de monopolios naturales, por el dominio de los mercados globales ayudado por los grandes medios de comunicación de masas, que incluye el consumo de centenas de millones de personas, y por el papel de la publicidad en las grandes corporaciones. Las formas de enriquecerse en el mercado global se han multiplicado de manera prodigiosa y ha escapado al control consciente de las personas. No existe un Estado global y, por esa razón, el liberalismo se ha apoderado de la vida de millones de personas. Todo este mundo merece ser más estudiado y más duramente criticado.
Paso a ahora a detallar algunos de los errores de los teóricos marxista y más especialmente de los especialistas en el estudio de El Capital. Primero están aquellos que reclaman a Marx no haber hablado de cosas que en parte no tiene sentido que hable y en parte porque se le pide haberlo contemplado todo. Algunos hablan que en Marx no hay una teoría de las crisis capitalistas. En primer lugar, creo que las crisis no deberían tener una teoría específica, en segundo lugar, Marx no veía el futuro y no podía analizar hechos específicos del capitalismo del siglo XX y del siglo XXI, y en tercer lugar, la clave de las soluciones del capitalismo no está en predecir y darle solución a las crisis capitalistas, sino en cambiar las relaciones de producción capitalista en relaciones de producción socialista. Segundo, están aquellos que siguen dándole vuelta a las contradicciones existentes en la transformación de los valores en precios de producción, cuando quien haya leído detenidamente a Marx sabe que hay diferencias cualitativas y cuantitativas entre valor y precio. Y si observamos la realidad, esa contradicción es prácticamente inevitable. Solo se trata de seguir la idea de Marx: los precios gravitan, acercándose o alejándose, en torno a los valores. Y de todos modos, por mucho que el precio se diferencie de su valor, eso no quita nada al hecho de que el precio sea la expresión del valor en dinero. Del mismo modo que por mucho que un espejo nos dé una imagen muy deformada de nuestra apariencia cromática, eso no quita nada al hecho de que la imagen es un reflejo de nuestra apariencia cromática. Tercero, están aquellos que creen que si a El Capital se le dota de un mejor aparato matemático, sus rendimientos teóricos mejoran notablemente. Esto es un error y lleva a una enorme confusión. El Capital es esencialmente una obra teórica dedicada al estudio y análisis de las formas económicas mercantiles y capitalistas, es un análisis de carácter cualitativo. Sin embargo, en la economía convencional, tanto en la macroeconomía como en la microeconomía incluida la contabilidad, el aparato matemático es fundamental. Y cuarto, están aquellos que han vaciado al pensamiento económico de Marx de la filosofía hegeliana, esto es, han eliminado una de las fuentes decisivas del pensamiento de Marx, y con ello el pensamiento económico de Marx ha perdido riqueza, fuerza y profundidad.
Resumo: El Capital es una obra teórica sobre economía mercantil y economía capitalista. Su gran valor reside en el análisis de las formas económicas. Su metodología, que parte de las esencias para llegar a las apariencias, nos permite vincular la economía marxista con la economía convencional. No hay obra como la de Marx para analizar la naturaleza del dinero, siendo el dinero la quintaesencia del mundo capitalista moderno. Y aunque el dinero virtual se consolidara, como el bitcoin o cualquier otra moneda digital, la esencia y sustancia del dinero no sufriría modificación alguna. Puesto que hay que distinguir entre la esencia de una cosa y sus múltiples y confusas manifestaciones. Tampoco hay otra obra como El Capital para analizar la naturaleza del capital productor de interés y el sistema de crédito. E igualmente no hay obra como El Capital para entender cómo se enriquecen los capitalistas. Y por último, no hay análisis mejor del mercado que el proporcionado por Marx en El Capital, en lo que afecta al análisis de las formas del valor y su realización. Y me despido con una consigna para la lucha teórica: Hay que recuperar el pensamiento de Hegel y devolvérselo al pensamiento de Marx.