Comité por una Internacional de Trabajadores CIT
El continente está sacudido por la agitación política y la crisis. Los efectos de la pandemia de Covid, que agravó la crisis económica y social, no han sido superados. Ahora 30 millones de trabajadores con empleo, viven oficialmente por debajo de la línea de pobreza.
América Latina fue sacudida en 2019-20 por levantamientos masivos y revueltas sociales. Millones salieron a las calles en Chile luego de una rebelión popular y se han visto huelgas generales y movilizaciones en Ecuador, Colombia y Perú. Estos movimientos de masas tenían el potencial de derrocar a los regímenes reaccionarios de derecha, pero la falta de organización y objetivos políticos claros permitió que estos gobiernos se aferraran al poder.
Sin embargo, ahora gran parte del continente experimenta una segunda ‘ola rosa’ con la elección de gobiernos de ‘izquierda’. Gabriel Boric en Chile ganó la presidencia, seguido por la victoria de Gustavo Petro en Colombia. El triunfo de Petro representa un giro histórico, pues es la primera vez que la ‘izquierda’ gana unas elecciones presidenciales; golpeando a la clase dominante colombiana y a los intereses del imperialismo estadounidense.
La primera ‘ola rosa’ vio la llegada al poder de una serie de regímenes de izquierda como los de Hugo Chávez en Venezuela, Evo Morales en Bolivia y Rafael Correa en Ecuador. Estos regímenes fueron impulsados por poderosos procesos revolucionarios de masas. Al mismo tiempo, llegaron al poder otros gobiernos mucho menos radicales, como en Brasil con Lula da Silva; o los gobiernos nacionales peronistas de los Kirchner en Argentina.
Sin embargo, estos gobiernos no lograron romper con el capitalismo y las reformas que introdujeron fueron revertidas despues por la clase dominante. La corrupción, los métodos burocráticos y la falta de control democrático de los trabajadores llevaron a que estos regímenes perdieran apoyo social.
En elecciones posteriores, se eligieron una serie de gobiernos neoliberales. Sebastián Piñera en Chile, Mauricio Macri en Argentina, luego el populista de extrema derecha Jair Bolsonaro en Brasil y, más recientemente, Guillermo Lasso en Ecuador. En Venezuela, aunque la oposición de derechas no ha podido desbancar a Nicolás Maduro, el colapso económico, la corrupción y las sanciones de EE.UU. han llevado al país a una profunda crisis.
Giro prolongado
Los gobiernos de derecha llegaron al poder más como consecuencia del descontento y desilusión ante el fracaso de los gobiernos de «izquierda» que estaban aprisionados dentro de la camisa de fuerza del capitalismo. Las explosiones sociales que estallaron despues demuestran que estos gobiernos carecían de una base social. Aunque, en Brasil, Bolsonaro mantiene un apoyo importante.
Ahora Ecuador, que eligió al gobierno de derecha de Lasso en mayo de 2021, ya se se enfrenta a otro levantamiento masivo. El 13 de junio, la Confederación de Nacionalidades Indígenas de Ecuador, CONAIE, inició protestas masivas exigiendo reformas económicas y respuestas a las alzas.
Temerosos de enfrentar explosiones sociales masivas, los gobiernos recién elegidos de la segunda “ola rosa” no han adoptado hasta ahora políticas tan radicales como las introducidas durante la primera “ola rosa” en Venezuela, Bolivia o Ecuador.
En Chile, Boric ha visto caer su aprobación a pocos meses de asumir el cargo. Ha formado gobierno con muchos de los antiguos y corruptos partidos que estaban en el poder, que estaban totalmente desacreditados.El gobierno de Boric sigue declarando un estado de ‘excepción’ que permite el uso de las fuerzas armadas contra el pueblo mapuche, en sus territorios del sur. Las movilizaciones de mineros, en oposición a los cierres de fundiciones de cobre por motivos ambientales, sin garantía de trabajo alternativo, han visto a la policía desplegada en su contra.
Por su parte, la Convención Constitucional ha redactado una propuesta de Constitución muy limitada que, si bien habla de derechos a la salud, la vivienda, la educación y a una vida digna; no plantea cómo alcanzarlos. No se menciona la nacionalización de la industria del cobre y otros recursos naturales, demanda planteada durante las movilizaciones de masas iniciadas en 2019. Incluso esta propuesta de nueva constitución es demasiado para la extrema derecha, que ha lanzado una feroz campaña en su contra. Sigue siendo incierto el resultado del plebiscito nacional del próximo 4 de septiembre.
En Perú, el gobierno del presidente Pedro Castillo entró en crisis a pocas semanas de ser elegido, moviéndose rápidamente hacia la derecha. El gabinete ha estado en constante crisis y el alza en el costo de la vida son un factor crucial de la situación.
A pesar de la histórica victoria de Petro en Colombia, lamentablemente también ha tomado el camino de tratar de administrar el capitalismo y apaciguar a la clase dominante y sus representantes políticos. Ha formado alianzas con el «centro» y la «centro-derecha», los mismos partidos a los que se había opuesto durante años cuando tenía una agenda de izquierda más radical.
La profundidad de la crisis que sacude a América Latina se refleja en la crisis de los partidos de izquierda y sus líderes que han ganado las últimas elecciones. Estos pretenden seguir reformando el capitalismo, en un contexto de crisis mundial más profunda.
Por su parte, la crisis en Argentina es explosiva. El gobierno peronista está dividido y debilitado sobre cómo manejar la actual crisis de la deuda. Con una inflación que golpea la economía en más del 80%, grandes batallas están en desarrollo. En este contexto, la alianza de izquierda socialista del Frente de Izquierda y los Trabajadores (FIT) obtuvo importantes logros en las últimas elecciones. La tarea crucial del FIT es crecer y llegar a los trabajadores peronistas y convertirse más allá de una alianza electoral, en un partido arraigado en las luchas obreras y en las comunidades.
Convulsiones
No se puede descartar que, ante las explosiones sociales que veremos en el próximo período, estos gobiernos podrían ser empujados en una dirección más radical; pero esa no es la actual situación.
Las convulsiones que se viven en todo el continente pueden cristalizarse en el choque que se verá en Brasil en las elecciones presidenciales de octubre. Bolsonaro va mal en las encuestas, lo que apunta a una victoria de Lula, líder del Partido de los Trabajadores (PT). Sin embargo, Lula está asegurando a la clase dominante que se puede confiar en él para defender el capitalismo.
Por su parte, el partido de izquierda, Partido Socialismo y Libertad (PSOL), ha decidido erroneamente, no presentarse a las elecciones presidenciales; lo que podría hacer en primera vuelta sin plantear la amenaza de un triunfo de Bolsonaro. Las elecciones en Brasil pueden volverse aún más convulsas si, como parece posible, Bolsonaro intenta algún tipo de golpe de estado para aferrarse al poder.
Las olas de lucha y convulsiones políticas que recorren el continente plantean claramente la necesidad de aprender las lecciones del pasado, especialmente la urgencia de construir partidos obreros de masas como una alternativa para romper con el capitalismo e introducir un programa genuinamente socialista. Esta es la única forma de acabar con el ciclo de crisis y convulsiones permanentes que significa el capitalismo.