El director del Doctorado en Educación de la Universidad Academia de Humanismo Cristiano criticó la iniciativa del gobierno de Sebastián Piñera y la calificó como «segregadora». «Están tan condicionados a tantas variables el esfuerzo y el mérito, que llegar y lanzarlos así como se ha dicho: ‘vamos a juntar a todos los meritorios’. Por favor. Es desvirtuar el sentido profundo que tiene la educación», sostuvo.
El gobierno de Sebastián Piñera volvió a reinstalar en la discusión pública la problemática de la selección dentro de los colegios a través de su proyecto Admisión Justa. Esta iniciativa busca dejar atrás la Ley de Inclusión, uno de los legados de la administración de Michelle Bachelet.
La ley ha sido foco de críticas por parte de la oposición debido a que con ella se pretende incorporar la selección por mérito en liceos de excelencia. Los principales argumentos en contra de la iniciativa es que profundizará aún más en la segregación y la desigualdad entre los estudiantes.
El pasado 10 de enero, durante la ceremonia de envío del proyecto, la ministra de Educación, Marcela Cubillos, señaló que el gobierno quiere “empezar a hacer justicia y reconocer el esfuerzo y el mérito que hay detrás de cada una de esas familias. No reconocerlo es una injusticia y una muy mala señal para la educación en Chile”.
Justamente los conceptos de “esfuerzo” y “mérito” son los que más han generado críticas por parte de las personas que están en contra de la ley. Una de ellas es el Premio Nacional de Educación 2017, Abraham Magendzo, quien ve como un “retroceso” que se incorpore nuevamente la selección en los colegios.
El Desconcierto conversó con Magendzo, quien es experto en currículum escolar, educación en derechos humanos, educación ciudadana, convivencia escolar, resolución de conflictos, bullying y violencia escolar, sobre las políticas educativas que ha llevado adelante el gobierno de Sebastián Piñera.
-¿Cuál es la evaluación que hace de “Admisión Justa”?
-Yo he sido siempre partidario de que la educación cumpla un objetivo que es central y es el encuentro de niños, niñas y jóvenes en la diversidad social, cultural, económica. Esa es su misión en un país, en el que la OCDE detectó ya en el año 2004 que no había visto nunca aun país que la educación estuviera tan segregada y tan fragmentada socialmente y culturalmente. Entonces, esto de las escuelas emblemáticas o bicentenario, como se las quiera llamar, donde van a seleccionar estudiantes que llaman esforzados y meritorios, para colocarlos en escuelas que van a tener características más segregadoras que antes, para dejar al resto excluido de esta segregación, a mi me parece anti educativo y antiético inclusive.
-¿Vendría a ser un retroceso en lo que había sido considerado un avance como la Ley de Inclusión?
-100% es un retroceso. La Ley de Inclusión era precisamente lo que yo señalo: tratar de buscar formas de poder integrar jóvenes de diferentes niveles socioeconómicos y culturales en una escuela. Vamos a tener que aprender o nuestro hijos o nuestros alumnos, van a tener que aprender a convivir con la diversidad y hoy día esta diversidad se está incrementando enormemente con la llegada de los migrantes. Ese es un aprendizaje no fácil. Poder vivir la diversidad cultural y social, no es una cosa de la noche a la mañana. Es una cosa que cuesta porque tenemos rasgos intolerantes y discriminadores muy fuertes. Entonces esto significa un proceso largo, no es un aprendizaje que viene de la noche a la mañana.
– Según su visión, ¿Qué vendría a significar el mérito?
-El merito está ligado, según lo que yo entiendo, mucho al rendimiento escolar. Entonces meten el término esfuerzo. Pienso que es completamente antieducativo. Todos hacen esfuerzo, pero hacen un esfuerzo distinto, y los que no lo hacen es quizás porque las familias no los apoyan, por la cuna donde nacieron, eso implica el mérito y el esfuerzo.
Están tan condicionados a tantas variables el esfuerzo y el mérito, que llegar y lanzarlos así como se ha dicho: “vamos a juntar a todos los meritorios”. Por favor. Es desvirtuar el sentido profundo que tiene la educación.
-¿Cuál vendría a ser otra forma de evaluar a los estudiantes que no sea en estas categorías como mérito y esfuerzo?
-Hay muchas formas distintas de evaluar a los estudiantes, no solamente por el mérito y el esfuerzo. Estuve en el Congreso del Futuro en un panel llamado “Learning to be human” (Aprender a ser humano). Lo que yo quise hacer notar es que donde nosotros estamos fallando, y esto se liga mucho a la evaluación o lo que debería evaluarse a propósito de la pregunta del panel que era cómo ser humano, pienso que es eso lo que debería evaluarse, en qué medida la educación contribuye a que seamos más humanos, porque qué gano yo con tener alto rendimiento, tener altos méritos y después me comporto inhumanamente con el otro y ahí estamos fallando, pero quién evalúa eso, nadie. Se evalúa solamente el aprendizaje cognoscitivo, cognitivo e intelectual, pero no el aprendizaje humanista, el aprendizaje de ver si somos capaces de empáticamente estar con el otro, reconocer que el otro es un legítimo otro, que el otro es igual a mí pero distinto.
Acabo escribir un libro sobre formación ciudadana y temas controversiales, en ese libro el punto central es cómo formamos ciudadanos, ese es el propósito central de la educación.
-En ese sentido, ¿Qué le parece el proyecto que presentó la diputada Carmen Hertz para implementar un ramo obligatorio de Memoria y Derechos Humanos?
-Poner una asignatura me parece una postura óptima. Poner una asignatura que se llame Educación y Derechos Humanos donde se incluya la historia reciente nuestra y no solo la nuestra sino que de toda América Latina, me parecería bien. Pero yo tuve una conversación con la gente del Instituto Nacional de Derechos Humanos sobre este tema y lo que hice yo ver es que a mí me parecía interesante, el problema es cómo se le da espacio en el currículum a una asignatura de ese tipo. Recién ahora se está pensando en la asignatura para tercer y cuarto medio de Educación Ciudadana pero entrar a buscar espacio para una asignatura de ese tipo, con la resistencias que existen. El espacio no es fácil encontrarlo para eso va a haber que mover toda la malla curricular, bueno hay un problema conceptual y técnico pero desde el punto de vista conceptual a mí me parecería óptimo, porque si queremos tener una educación humanista en el amplio sentido de la palabra los Derechos Humanos son centrales. Son valores universales que la comunicad universal ha fichado. No es fácil de lograrlo, pero como todas las cosas interesantes, a veces no son fáciles de lograr.
-¿Cuál es su opinión respecto a la forma en la que el gobierno ha intentado resolver la problemática de la convivencia escolar y la violencia que se da en ciertos colegios, sobre todo con el proyecto Aula Segura?
-En una publicación que hicieron en El Mercurio hice un símil entre la expulsión y el exilio, dije, “mire expulsar a un estudiante es como exiliarlo,” y nosotros tenemos experiencias del significado del exilio. Durante la dictadura esa era una modalidad de represión muy grande, que destruye una familia, y esto es igual, qué va a pasar con ese joven expulsado, a dónde va, quien lo recibe. La labor educativa es rehabilitarlo y no expulsarlo, entonces Aula Segura no se asegura a través de contradecir la esencia de la educación, su esencia es formar. Inclusive, en esa carta que yo escribí hacía una reflexión que si yo tuviera en mi casa un hijo que fuera muy rebelde, inclusive, hasta violento yo buscaría formas de rehabilitarlo de alguna manea pero no lo expulsaría de mi casa. La escuela es una casa de estudios, así se define, pero si yo voy a echar al joven de la casa de estudios, lo echaría de mi casa familiar. Si tuviera un hijo rebelde o violento buscaría una forma de rehabilitarlo, no es fácil, pero hay formas de rehabilitarlo. A quién se le ocurriría echar a un hijo de la casa. Para qué una ley de Aula Segura si tenemos varias leyes, está la ley de violencia escolar de convivencia escolar, el problema que tenemos es que no cumplimos con las leyes.