El pueblo Kawésqar enfrenta, en pleno proceso de consulta indígena, la presión combinada de la industria salmonera, sectores políticos y grupos externos. La disputa expone las tensiones entre derechos ancestrales, manejo del territorio y poder económico en el extremo sur.
Diario Mapuche
Por: Comunidad Kawésqar Grupos Familiares Nómades del Mar
02 de Diciembre del 2025
El proceso de construcción de los planes de manejo para el Parque Nacional y la Reserva Nacional Kawésqar inició tras la reclasificación de la reserva forestal Alacalufes, donde se dividió la tierra con el mar en dos áreas administrativas con distinto nivel de protección, ha sido un camino arduo y plagado de obstáculos, pero fundamental para el reconocimiento de nuestro pueblo. Estos planes de manejo, que definirán qué se puede y qué no se puede hacer dentro de esta área administrativa, nacieron de un trabajo exhaustivo realizado durante aproximadamente cuatro años.
Este esfuerzo inicial se llevó a cabo bajo la modalidad de “estándares abiertos” e involucró a una diversidad de actores con distintos intereses y derechos: comunidades kawésqar, pescadores, industria, el turismo y la comunidad científica. A pesar de haber enfrentado interrupciones, incluida la pandemia (lo que nos obligó a reunirnos en línea), esta fase fue una construcción libre, previa e informada que dio origen a los planes. Posteriormente, se procedió al llamado a la consulta indígena, un mecanismo esencial para plasmar nuestros deseos y derechos, tal como lo establecen distintos tratados internacionales y el Convenio 169 de la OIT.
La intervención de la industria
Si bien la idea original era abordar los tres planes de manejo conjuntamente para la consulta, la etapa de discusión se vio rápidamente empañada por la hostilidad y la intervención. Entre la primera y la segunda reunión de consulta, una comunidad específica comenzó a argumentar que no había participado, que no estaba de acuerdo e incluso alegó la falsificación de firmas.
Desde nuestra perspectiva, este escenario es un claro intervencionismo. La comunidad en cuestión tiene convenios y tratos con la industria salmonera y la ha defendido abiertamente. Más aún, observamos cómo se intentó “desvirtualizar” el proceso de consulta. Es crucial entender que la consulta indígena, especialmente la que atañe al territorio ancestral Kawésqar, está dirigida neta y exclusivamente a los pertenecientes al pueblo kawésqar.
Quedó de manifiesto que la intervención no solo provenía de la industria salmonera, sino también de actores políticos, tanto de derecha como de izquierda.
Falsa afección de la pesca artesanal
El proceso se politizó de manera alarmante, con el propio gobierno regional, a través del gobernador y otras entidades políticas del Estado, intentando entrometerse en lo que debería haber sido una consulta simple. Este movimiento político se ejecutó en favor de la industria salmonera.
Una de las principales estrategias utilizadas fue apelar a la pesca artesanal, diseminando la falsedad de que los planes de manejo iban a afectar sus actividades. Es imperativo desmentir esta afirmación: tal afectación no existe ni existía. La razón es sencilla: dentro del plan de manejo, la pesca artesanal está tipificada como un objeto de conservación, lo que significa que su actividad está garantizada dentro de la Reserva Kawésqar. Insistimos en que la pesca artesanal está absolutamente protegida dentro del área.
A pesar de la garantía legal, la comunidad indígena Ancón sin salida interpuso un recurso de protección que cuestionó la realización conjunta de los tres planes de manejo, lo que ha vulnerado el proceso grandemente. Aunque la Corte calificó el recurso como “extraño”, el dictamen final obligó a dividir la consulta indígena. Esto resultó en un nuevo orden: primero el Parque Nacional Kawésqar, segundo la Reserva Kawésqar, y tercero el Parque Bernardo O’Higgins.
Violencia y justicia
El proceso de consulta, incluso con los planes separados, no ha estado libre de intervencionismo y ha sido atacado por múltiples frentes. Desde el inicio, lo que hemos tenido que enfrentar es violencia de parte de otras comunidades. Hemos tenido que recurrir a la fiscalía por amenazas y solicitar al Ministerio de Medio Ambiente y otros organismos que garanticen nuestro derecho a participar en un ambiente libre de violencia, dado que el Estado no ha garantizado nuestra seguridad.
A esto se suma la realización extemporánea de participaciones ciudadanas, permitidas por el delegado presidencial a petición de la pesca artesanal. Estas instancias resultan innecesarias, ya que todas las consultas y participaciones debidas se realizaron durante los cuatro años previos de trabajo bajo estándares abiertos. No obstante, estos movimientos buscan de alguna manera intervenir los planes de manejo.
El pasado 22 de noviembre, en la última etapa de dialogo con el Estado, se le pudo poner fin a la consulta indígena por el plan de manejo del Parque Kawésqar. Ha sido un proceso tan duro “como remar en un mar correntoso en contra del viento”.
Creemos firmemente que es de toda importancia hacer justicia para el pueblo Kawésqar. La posibilidad de alcanzar derechos y un reconocimiento de la territorialidad dentro de estas áreas protegidas es una oportunidad histórica. Es una oportunidad que honra la memoria de nuestros antiguos y permite mirar hacia el futuro de manera distinta. Lograr terminar estos planes de manejo será un reconocimiento histórico por parte del Estado respecto a todos los vejámenes que sufrieron nuestros Taiwaselok hoyok (ancestros), y que hoy nosotros, junto a nuestros hijos y ancianos y demás comunidades con las que remamos juntas estamos atravesando para alcanzar los derechos que nos corresponden por herencia.











