Mg. José A. Amesty Rivera
Ante la guerra comercial y arancelaria desatada por la administración Trump hacia Occidente, y
principalmente hacia China, deseamos, aunque no somos economistas, plantear la premisa que esta guerra de
impuestos, violatoria de las normas de la Organización Mundial del Comercio (OMC) y afectando
gravemente la estabilidad del orden económico internacional, pueda estar perjudicando a la misma EEUU.
En este sentido, nos ayudarán las ideas del economista argentino Claudio Katz, en su artículo: «Un desmadre
programado que desborda a Trump».
Veamos algunos elementos que nos puedan ayudar a entender que es esto de los aranceles. Un arancel no es
más que es un impuesto, que se le aplica a cualquier bien o servicio que sea importado por un país, a su vez,
la importación es la compra de bienes o servicios, que se producen en otro país para utilizarlos en el propio.
También podríamos acotar que, los derechos de aduana, aplicados a las importaciones de mercancías, se
denominan aranceles.
Existen, en general, tres tipos de aranceles:
a) Los derechos ad valorem: son los que aplican un porcentaje sobre el valor del producto. Es la forma
impositiva más común. Ejemplo: un 10% sobre el valor de la mercancía.
b) Los derechos específicos: son los que aplican un porcentaje sobre el valor del producto. Ejemplo:
200 dólares, por cada tonelada de trigo.
c) Los derechos mixtos: se trata de un arancel, que combina ambas modalidades, es la suma de ambos
derechos.
Ahora, en general, ¿cuáles son los efectos inmediatos de los aranceles? En el caso específico de EEUU, en el
peor de los casos, los aranceles podrían avivar la inflación y socavar las perspectivas de crecimiento en los
países en la mira de Trump, así como en Estados Unidos, causando un impacto económico.
Pero también, en algunos casos afectaría a las industrias ligadas a la alimentación, los bienes de equipo
como: maquinarias, equipos de fábrica, robots industriales, máquinas herramienta; herramientas y equipos,
herramientas de construcción; vehículos utilizados para fines comerciales: camiones, barcos, aviones;
edificios y fábricas; Infraestructura, como: carreteras, puentes, centrales eléctricas; equipos de oficina;
equipos médicos.
y las manufacturas de consumo, como: electrodomésticos, ropa, electrónica, coches, teléfonos móviles,
ordenadores, televisores, entre otros.
Según, Gregor Hirt experto economista, Director Global de Inversiones (CIO) de Multiactivos y Director
General de Allianz Global Investors, «los aranceles son, en efecto, impuestos a las importaciones que
aumentan el costo que las empresas y los consumidores pagan por los bienes y servicios. Los aranceles
incrementan el monto que las empresas pueden tener que pagar por las importaciones utilizadas para producir
bienes finales. Dependiendo de la elasticidad de la demanda del consumidor, las empresas generalmente
trasladan los costos más altos a los consumidores a través de precios más altos, lo que aviva las presiones
inflacionarias. Dado que los aranceles encarecen y complican el comercio transfronterizo entre EEUU y los
países afectados, el comercio podría caer, lo que podría socavar el crecimiento económico». Aunque según el
experto, hay también consecuencias de impacto para las inversiones, e impacto geopolítico, entre otras.
Ahora, los aranceles pueden afectar a EEUU y convertirse en un efecto boomerang. Primero, veamos que en
la actual guerra económica de Trump, se plantean tres objetivos en el plano económico: restaurar la
hegemonía del dólar, reducir el déficit comercial, e incentivar la repatriación de las grandes empresas.
Aunque hay un objetivo mayor y es el retroceso frente a China en términos económicos, al cual nos
referiremos en su momento.
Dentro de esta dinámica, los aranceles es una estrategia para reducir el déficit externo del país
norteamericano. Así, hemos visto como Trump introduce y modifica cotidianamente los aranceles, tratando
con cada país y penalizando a cada uno de ellos.
La estrategia arancelaria de EEUU radicaliza la tendencia proteccionista, que fue inaugurada desde el 2008,
ante la crisis financiera en el país norteamericano, y se aplicaron 59.000 medidas arancelarias.
Estas medidas, según la mayoría de los economistas y especialistas, las posibilidades de éxito son muy
reducidas, ya que las importaciones y exportaciones de EEUU, ya no actúan con fuerza en el comercio
mundial, como era antes. Es decir, «Trump reintroduce el proteccionismo a destiempo histórico. Los
aranceles eran un instrumento efectivo para Estados Unidos en el pasado, pero no cumplen esa misma
función en la actualidad».
Además, la guerra comercial arancelaria, no tiene un poder disuasivo en sí misma. Estas exportaciones e
importaciones, «cayeron desde el 14% en 1990 al 10,35% actual, y en ese período, por ejemplo, tan solo los
BRICS, saltaron del 1,8% al 17,5%».
Por otro lado, el mayor problema de la guerra comercial de aranceles, es el riesgo de una escalada
incontrolable.
Un elemento importante en esta ecuación de guerra comercial arancelaria es que, la motivación, el epicentro,
quizás principal, de Trump es, el retroceso económico, financiero, entre otros, que ha tenido EEUU en
relación con China.
Recordemos que, según el economista Katz, «toda la política de Trump es un desesperado intento por frenar
el avance chino. Esa expansión tan solo despuntaba a comienzo del milenio, cuando la primera potencia dejó
de receptar transferencias de ingresos a su favor del socio asiático. Allí comenzó un intercambio
desfavorable, que actualmente alcanzó un pico difícil de revertir». «Fue el principal destino de los aranceles
que desataron la vertiginosa escalada mutua. El 34% inicial de Washington fue retrucado con el mismo
porcentual por Beijing y la pulseada saltó rápidamente al 84%-104% y al 145%-125%. A esos niveles el
comercio entre los dos países tiende a quedar anulado. «La centralidad de China en la ofensiva de Trump fue
adicionalmente corroborada por su decisión de mantener las penalidades para ese país, luego de ser pausadas
para el resto del mundo. Los elevadísimos aranceles a Vietnam, Camboya y Laos forman parte de la misma
confrontación, porque China comanda las cadenas de suministro de esos vecinos y reexporta desde allí sus
mercancías».
Ahora, veamos otros elementos rebote hacia el interior de EEUU. El ataque comercial arancelario, entraña un
efecto inflacionario (ya indicado) como la amenaza más inmediata, ya que se encarecerán las mercancías
(alimentos) porque se introduce un costo adicional a los productos importados.
Todos los analistas concuerdan en señalar, el efecto recesivo del giro proteccionista arancelario, que podría
provocar una contracción de 1,5 o 2 puntos porcentuales del PBI.
En fin, los incontables conflictos que afronta Trump, superan ampliamente el número de los que puede
resolver, y aquí solamente estamos hablando de aprietos económico-financieros.
Para concluir, presentamos un ejemplo concreto, simple, de cómo funcionan los aranceles al interior de
EEUU y como los aranceles afectan a empresas y consumidores norteamericanos.
Imaginemos un escenario con un fabricante extranjero ficticio de zapatos llamados X.
- El fabricante extranjero produce bienes para vender en EEUU. X, produce variedad de zapatos, de
vestir, deportivos, sandalias, entre otros, fuera de EEUU. - Los zapatos se envían a EEUU, donde enfrentan un arancel del 20%.
- Las empresas con sede en EEUU, pagan el arancel al Tesoro de EEUU.
- Z, otra empresa estadounidense que compra a X, paga el costo total de los zapatos importados más el
arancel. Entonces, un par de zapatos que costaba 100 dólares, ahora le cuesta a Z, 120 dólares. - Ahora, la empresa estadounidense tiene varias opciones para compensar este aumento de costo:
A) La empresa Z, absorbe el costo del arancel. Es decir, Z decide mantener el mismo precio que cobra
por sus zapatos. Así, la empresa obtiene menos ganancias y tiene menos dinero para pagar a sus trabajadores
o invertir en su expansión.
B) La empresa transfiere parte del costo del arancel al comprador. Por lo que Z, aumenta el precio de los
zapatos en 10 dólares, cubriendo la mitad del costo del arancel de 20 dólares.
C) La empresa Z, transfiere todo el costo del arancel al comprador, En este caso, Z aumenta el precio de
los zapatos en 20 dólares, para compensar lo que pago por el arancel.
En fin, en las dos últimas opciones o casos, el comprador estadounidense paga un precio más alto. En las
tiendas, los zapatos cuestan hasta 20 dólares más que antes de que se implementara el arancel.
También, a mayor el costo del arancel, menos posibilidades tienen las empresas de maniobrarlo, menos
opciones posibles de ganancia.
Y es que, durante años, Trump ha afirmado erróneamente que los países extranjeros pagan los aranceles, pero
en realidad, el arancel lo paga la empresa con sede en Estados Unidos que importa el producto. Así, según un
estudio de la bipartidista Comisión de Comercio Internacional de Estados Unidos del gobierno federal, ha
concluido que los estadounidenses han soportado casi todo el costo de los aranceles de Trump a los productos
chinos.
En conclusión, Trump no es un desorbitado, ¿o si lo es?, «provoca adrede una crisis para intentar la
restauración hegemónica del dólar. Su proteccionismo arancelario es tan ineficaz, como su pretensión de
relocalizar empresas que solo son rentables en el exterior. Y la confrontación directa con China llega tarde y
con visibles desventajas».
Nota de última hora: Los consumidores americanos han empezado a sentir el golpe de la guerra de aranceles.
Los precios de los alimentos se han disparado. Los mariscos han sufrido un aumento del 40%, mientras que
algunas verduras ya han duplicado su valor. Los tomates enfrentan un incremento del 20%. El arroz
importado del 30%. Un sólo aguacate está llegando a costar 4 dólares. El departamento de agricultura emitió
una lista de alimentos para abastecerse antes de que aumenten los precios. Hablamos por ejemplo de
mantequilla de Irlanda, así como cordero de Nueva Zelanda, salmón canadiense y vino de Francia. Aquí
también se encuentran las frutas enlatadas provenientes de Perú, granos de Brasil, así como el café traído
desde Colombia.