Inicio Análisis y Perspectivas Ultraderecha – La era del neofascismo y sus rasgos distintivos

Ultraderecha – La era del neofascismo y sus rasgos distintivos

48
0

~Correspondencia de prensa

Sitio de Gilbert Achcar, 4-2-2025

Traducción de César Ayala*

Correspondencia de Prensa, 6-2-2025

Cada día que pasa, y a un ritmo acelerado en los últimos años, se hace cada vez más evidente que asistimos a una nueva era de ascenso de la extrema derecha a escala mundial, similar a la era del ascenso de las fuerzas fascistas entre las dos guerras mundiales del siglo XX. La etiqueta «neofascismo» se ha utilizado para designar a la extrema derecha contemporánea, que se ha adaptado a nuestro tiempo, consciente de que repetir el mismo patrón fascista del siglo pasado ya no era posible, en el sentido de que ya no era aceptable para la mayoría de la gente.

El neofascismo pretende respetar las reglas básicas de la democracia en lugar de establecer una dictadura desnuda como hizo su predecesor, incluso cuando vacía la democracia de su contenido erosionando las libertades políticas reales en diversos grados, dependiendo del verdadero nivel de popularidad de cada gobernante neofascista (y por tanto de su necesidad o no de amañar las elecciones) y del equilibrio de poder entre él y sus oponentes. Hoy en día existe una amplia gama de grados de tiranía neofascista, desde la casi absoluta en el caso de Vladimir Putin hasta lo que aún conserva un espacio de liberalismo político como en los casos de Donald Trump y Narendra Modi.

El neofascismo difiere de los regímenes despóticos o autoritarios tradicionales (como el gobierno chino o la mayoría de los regímenes árabes) en que se basa, como el fascismo del siglo pasado, en una movilización agresiva y militante de su base popular sobre una base ideológica similar a la que caracterizó a su predecesor. Esta base incluye diversos componentes del pensamiento de extrema derecha: fanatismo nacionalista y étnico, xenofobia, racismo explícito, masculinidad asertiva y hostilidad extrema hacia la Ilustración y los valores emancipadores.

En cuanto a las diferencias entre el viejo y el nuevo fascismo, las más importantes son, en primer lugar, que el neofascismo no se apoya en las fuerzas paramilitares que caracterizaban a la vieja versión —no en el sentido de que carezca de ellas, sino que las mantiene en un papel de reserva entre bastidores, cuando están presentes— y, en segundo lugar, que el neofascismo no pretende ser «socialista» como su predecesor. Su programa no conduce a la expansión del aparato estatal y de su papel económico, sino que se inspira en el pensamiento neoliberal en su llamamiento a reducir el papel económico del Estado en favor del capital privado. Sin embargo, la necesidad puede hacerle ir en dirección contraria, como es el caso del régimen de Putin bajo la presión de las exigencias de la guerra que lanzó contra Ucrania.

Mientras que el fascismo del siglo XX creció en el contexto de la grave crisis económica que siguió a la Primera Guerra Mundial y alcanzó su punto álgido con la «Gran Depresión», el neofascismo creció en el contexto del agravamiento de la crisis del neoliberalismo, especialmente tras la «Gran Recesión» derivada de la crisis financiera de 2007-08. Mientras que el fascismo del siglo pasado respaldó las hostilidades nacionales y étnicas que prevalecían en el corazón del continente europeo, con el telón de fondo de las atroces prácticas racistas que se producían en los países colonizados, el neofascismo floreció sobre el estiércol del resentimiento racista y xenófobo contra las crecientes oleadas de inmigración que acompañaron a la globalización neoliberal o que resultaron de las guerras que esta última alimentó, paralelamente al colapso de las reglas del sistema internacional. Estados Unidos desempeñó el papel clave a la hora de frustrar el desarrollo de un sistema internacional basado en normas tras el final de la Guerra Fría, sumiendo así rápidamente al mundo en una Nueva Guerra Fría.

El neofascismo puede parecer menos peligroso que su predecesor porque no se basa en apariencias paramilitares y porque la disuasión nuclear hace improbable una nueva guerra mundial (pero no imposible: la guerra de Ucrania ha acercado al mundo a la posibilidad de una nueva guerra mundial más que cualquier otro acontecimiento desde la Segunda Guerra Mundial, incluso en el apogeo de la Guerra Fría en tiempos de la URSS). La verdad, sin embargo, es que el neofascismo es más peligroso en algunos aspectos que el antiguo. El fascismo del siglo XX se basaba en un triángulo de potencias (Alemania, Italia y Japón) que no tenía la capacidad objetiva de alcanzar su sueño de dominar el mundo, y se enfrentaba a potencias que eran económicamente superiores a él (Estados Unidos y Gran Bretaña) además de la Unión Soviética y el movimiento comunista mundial (este último desempeñó un papel fundamental a la hora de enfrentarse al fascismo política y militarmente).

En cuanto al neofascismo, su dominio sobre el mundo es cada vez mayor, impulsado por el regreso de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos bajo una apariencia mucho más afín al neofascismo que durante su primer mandato. Así, la mayor potencia económica y militar del mundo es hoy la punta de lanza del neofascismo, con el que convergen diversos gobiernos de Rusia, India, Israel, Argentina, Hungría y otros países, mientras que se vislumbra en el horizonte la posibilidad de que los partidos neofascistas lleguen al poder en los principales países europeos (en Francia y Alemania, después de Italia, e incluso en Gran Bretaña), por no hablar de países más pequeños de Europa central y oriental en particular.

Si bien es cierto que la posibilidad de una nueva guerra mundial sigue siendo limitada, nuestro mundo se enfrenta a algo no menos peligroso que las dos guerras mundiales del siglo XX: el cambio climático, que amenaza el futuro del planeta y de la humanidad. El neofascismo está empujando al mundo hacia el abismo con la flagrante hostilidad de la mayoría de sus facciones a las indispensables medidas medioambientales, agravando así el peligro medioambiental, especialmente cuando el neofascismo ha tomado las riendas del poder sobre la población más contaminante del mundo proporcionalmente a su número, es decir, la población de Estados Unidos.

No existe en el mundo actual un equivalente de lo que fue el movimiento obrero con sus alas socialista y comunista después de la Primera Guerra Mundial. Por el contrario, las fuerzas de la izquierda están sufriendo una atrofia en la mayoría de los países, después de que la mayoría de ellas se fundieran en el crisol del neoliberalismo hasta el punto de que ya no constituyen una alternativa al statu quo a los ojos de la sociedad. O bien, son incapaces de adaptarse a las exigencias de nuestra época, reproduciendo los defectos de la izquierda del siglo XX que condujeron a su bancarrota histórica. Todo lo anterior nos hace sostener que la era del neofascismo es más peligrosa en algunos aspectos que la era de los antiguos fascismos. La nueva generación sigue siendo el foco de nuestra mayor esperanza, y sectores significativos de la misma han revelado su rechazo al racismo, como el manifestado en la guerra genocida sionista de Gaza, y su defensa de la igualdad de todo tipo de derechos, así como, por supuesto, su defensa del medio ambiente.

Ante el auge global del neofascismo, es vital y urgente hacerle frente reuniendo las más amplias alianzas ad hoc en defensa de la democracia, el medio ambiente y los derechos de género y de los migrantes, con la variedad de fuerzas que abrazan estos objetivos, al tiempo que se trabaja para reconstruir una corriente global que se oponga al neoliberalismo y defienda el interés público frente al dominio de los intereses privados.

*La versión en inglés fue publicada en https://gilbert-achcar.net/age-of-neofascism El original en árabe fue publicado en Al-Quds al-Arabi el 4-2-2025. Publicar en castellano o en otros idiomas con mención de la fuente.

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.