La compañía china que desafía a los gigantes de Silicon Valley, DeepSeek, es una empresa fundada por Liang Wenfeng, nacido en 1985, que se graduó en ingeniería en la prestigiosa universidad de Zhejiang en Hangzhou.
DeepSeek ha despertado un gran interés en China. Desde luego, interesan mucho los reducidos costos de sus experimentos y su capacidad para eludir las sanciones estadunidenses que obstaculizan el acceso a los sofisticados chips que requiere para su trabajo.
“Nuestro principio es no generar beneficios enormes”, explicó Liang. “Hacemos las cosas a nuestro ritmo, calculamos los costos y los precios.”
Liang se dedica a la Inteligencia Artificial pero tiene proyectos paralelos. Es un obsesionado por la tecnología con una capacidad de aprendizaje aterradora, dicen sus colaboradores.
Cuando se conocieron en EE UU sus teorías, inventos y métodos, los especialistas norteamericanos dijeron “Este es un momento Sputnik”, refiriéndose al año 1957, en que el Sputnik soviético les ganó la batalla de los cielos.
Liang subraya “Las restricciones norteamericanas son el obstáculo más difícil de superar. El dinero nunca ha sido un problema para nosotros. El problema es el embargo de los chips de alta gama”, dice.
También Liang manifiesta su esperanza en que el auge de la Inteligencia Artificial ayude a comprender mejor las entrañas del espíritu humano.
“Nosotros planteamos la hipótesis de que la esencia de la inteligencia humana podría ser el lenguaje, que el pensamiento humano podría ser, esencialmente, un proceso lingüístico”, apuntó. “Lo que usted considera el ‘pensamiento’ podría ser, de hecho, su cerebro tejiendo lenguaje”.
Cree Liang que las personas inteligentes a menudo provienen de hogares instruidos, porque la educación y un lenguaje más amplio, desarrollan la inteligencia.
Pero el mundo se va haciendo menos perspicaz y creativo, porque las personas, sobre todo mujeres que poseen una buena educación y trabajan, tienen menos hijos. Las personas menos educadas, más pobres y con un lenguaje escaso, tienen más hijos y les transmiten su ignorancia, porque no los incitan a leer ni a ampliar su vocabulario. Un niño que se cría en una casa llena de libros es muy distinto de uno que crece donde no hay libros. Así, el promedio de inteligencia mundial es 100 y el promedio en México ha ido bajando y está en 86, según informa Internet. Es que las mujeres menos educadas tienen más hijos, por eso la inteligencia o cultura general va bajando. De ahí la importancia que le dan los buenos gobiernos, entre ellos el mexicano, a la cultura y a la buena educación gratuita.
¿Se transmiten la inteligencia y la torpeza? Quizás en parte, pero lo que se transmite principalmente son los conocimientos, la cultura, el afán de leer, que es lo que ha aumentado la inteligencia de esos padres y esos hijos. O sea que la inteligencia se desarrolla con el conocimiento y el lenguaje.
Una experiencia importante se produjo en Chile: allá hubo varios ministros y subsecretarios obreros muy eficientes en tiempos de Salvador Allende. Y casi todos estos compañeros habían sido obreros de imprenta: operadores de prensas, impresores, tipógrafos, linotipistas, y otros oficios cercanos. Eso los obligaba a leer.
Ahí está la explicación. No se requieren forzosamente títulos universitarios ni doctorados. Lo que se requiere son conocimientos, cultura, un amplio lenguaje, que se pueden adquirir con la lectura, el trabajo intelectual propio y las interacciones con personas instruidas.
Hay múltiples ejemplos en el mundo, aquí les cito sólo dos: José Carlos Mariátegui se formó trabajando al principio como ayudante de portalibros o de limpieza en el diario La Prensa de Perú y luego fue ascendiendo. Luis Emilio Recabarren comenzó a trabajar como aprendiz de tipógrafo en una imprenta y siempre se preocupó de que hubiera diarios para el pueblo. El primer periódico que creó se llamó “El despertar de los trabajadores”.
