«El peor enemigo en el Perú, hoy en día, es el Congreso de la República. Un Congreso que legisla a espaldas del pueblo, que ha asumido un control tácito incluso sobre el Poder Ejecutivo, representado por la Presidenta de la República. En nuestro país, más de setenta personas han perdido la vida sin que haya responsables. Mientras tanto, la minería ilegal, el sicariato, la mafia y la corrupción penetran profundamente en los poderes del Estado, en las decisiones militares y en la justicia ordinaria.»
Este Congreso, de un día para otro, promulga leyes que favorecen a los políticos, mientras criminaliza a los pueblos originarios. En días recientes, un ministro de Educación fue consultado sobre los derechos humanos, particularmente en relación con las muertes ocurridas en el sur del país. Su respuesta fue indignante: afirmó que los derechos humanos no son para «ratas», sino para personas. Este tipo de declaraciones han generado un rechazo generalizado y nos han llevado a manifestar nuestro repudio a través de pronunciamientos.
Además, se ha descubierto un escándalo en el Congreso que lo vincula con prácticas de prostitución. Mujeres jóvenes, presentadas como secretarias, eran llevadas a este espacio para ser explotadas. Este hecho salió a la luz tras el asesinato de una supuesta secretaria en las calles de Lima, quien recibió sesenta disparos.
Nuestro país se está desmoronando cada día más, perdiendo credibilidad y confianza en las instituciones del Estado. Frente a esta realidad, las rondas campesinas se están fortaleciendo y consolidando como una alternativa ante el deterioro institucional y la falta de justicia.»
