Escribe: Milciades Ruiz, Perú
Lejanos están los días en que solíamos escuchar en el Congreso de la República, partidos políticos, universidades y eventos públicos, fundamentar ideas sobre bases doctrinarias. Los movimientos políticos tienen ahora, una ideología de mercado. Se invierte con fines de lucro y venden más, los que ofrecen sus mercancías políticas con mercadotecnia. ¿Nos adecuamos a estas condiciones?
Es la dominación la que impone condiciones a los dominados. Todo sistema de dominación se justifica mediante una ideología en nombre de la cual, construye la estructura jurídica que condiciona la conducta social con ataduras fijas. Todos los valores ideológicos están orientados a fortalecer el sistema vigente, reprimiendo lo contrario.
Se construye así, una ideología de la dominación, generando al mismo tiempo la ideología de los dominados como su contraparte. Es que acción y reacción son parte de una misma paridad indisoluble. No puede haber ricos, sin que haya pobres. Esta dualidad automática de contrarios no desparecerá hasta que no desaparezca la causa que la originó.
Pero la ideología capitalista nos dice tramposamente que todos podemos ser ricos. Una falacia que oculta un imposible, como concebir luz sin oscuridad. No hay otra manera de ser ricos sin empobrecer a los demás. Tampoco pude haber países ricos sin que haya países pobres porque son contrapartes de la misma unidad inseparable. Solo se acumula riqueza, quitándola a otros países.
Es una estafa que nos ofrezcan tratados de libre comercio en los que podemos intercambiar sin pagar impuestos. Pero mientras un país pobre tiene poco que intercambiar, los países ricos nos devoran por el intercambio desigual. Ahora nos venden papa y quinua cuyos genes se llevaron gratis. En tecnología digital la desigualdad es extrema porque intercambiamos en condiciones onerosas. Entonces, los países ricos acumulan, sin que los países pobres puedan capitalizar.
La ideología neoliberal en boga, nos dice que la competitividad debe primar en el mercado para que los consumidores elijan libremente. Propugna eliminar toda regulación que permita proteger a los más débiles y así, tener el campo libre para los más fuertes. Esto mismo se aplica en el mercado político. No es cuestión de justicia sino, de competitividad. El acceso al poder está bajo las reglas neoliberales.
Esto, nos plantea el dilema de someternos al sistema, o luchar por su eliminación. La sumisión puede ser absoluta y relativa según el grado de identificación con los valores imperantes. De igual modo, la lucha contra el sistema puede ser absoluta o relativa según el grado de rechazo. Todo depende de la convicción a la que lleguemos al analizar el problema en todas sus dimensiones.
Si encontramos que el capitalismo es un sistema de dominación que condiciona nuestras vidas en todo aspecto, tendremos que buscar explicaciones y eso, nos llevará a tener conocimiento de cómo es que surgió, si antes no había. Veremos que antes, había otros sistemas de dominación social cuyo ciclo terminó con el surgimiento de uno nuevo y que el ciclo del capitalismo llegará a su fin cuando surja otro que lo superará.
Esto, nos da la convicción de que tarde o temprano el sistema vigente se acabará y, lógicamente, toda lucha en esta dirección es acertada. Si desde diversos ángulos científicos llegamos a la misma conclusión, nuestras convicciones se reforzarán, dándonos mayor consistencia ideológica y seguridad conceptual. Esta es nuestra base doctrinaria.
Analizando la evolución del capitalismo hasta nuestros días, estaremos en capacidad de sustentar nuestros fundamentos políticos con toda certeza. Si el eje del desarrollo capitalista es la primacía de los intereses particulares sobre el interés social, la reacción opuesta es la primacía del interés social, sobre los intereses particulares.
Tenemos entonces. un rumbo político, un horizonte ideológico para enfocar nuestra lucha contra el capitalismo. Es así como, se van cimentando los ideales de nuestra doctrina política con la que, sustentamos nuestra posición ideológica, organicidad y estrategia de lucha. La claridad ideológica nos ayudará a superar la incertidumbre política que generen nuestros contrarios.
Pero, algunos movimientos políticos que fueron doctrinarios, han perdido la brújula ideológica. Otros nacen si ella, porque lo que importa es mostrar la mercadería política vendible en la coyuntura. Los que la tienen no la usan, no saben aplicarla o, la interpretan equivocadamente. Entonces, la desorientación desalienta nuestra lucha. Nos dejamos llevar por la coyuntura sin ver la salida del túnel del sistema.
Ante el vacío, suele recurrirse a los referentes de la antigüedad y usan sus nombres como los católicos a los profetas bíblicos. A Mariátegui lo jalonean de todos lados para justificar lo que no pueden sostener por sus propios fundamentos. De igual modo se hace con otros referentes cuyo actuar corresponde a otra época y otra realidad, pero los usan indebidamente colocándolos por encima de la doctrina.
Por eso es importante encausar a las nuevas generaciones en los términos de la realidad actual. Si el momento histórico nos plantea nuevas condiciones de enfrentamiento social, tendremos que estar preparados para desempeñarnos con éxito. La tecnología es un derivado de la ciencia. Esta prevalece porque es la matriz, como la doctrina lo es para la política.
Desmitificar nuestra doctrina nos ayudará a ver la realidad con mayor certeza, sin desviarnos del rumbo ideológico. No se trata pues de adecuarnos al sistema sino, a las condiciones de lucha. Podemos avanzar como los sindicatos que logran mejores condiciones laborales y salariales mediante medidas de lucha. Así, lograríamos empoderar nuestras filas elevando nuestra capacidad de negociación.
En el plano electoral, se precisa conseguir mejores condiciones de participación para contrarrestar las inequidades del sistema. Las elecciones locales bajo régimen electoral propio para lograr una auténtica representatividad de las autoridades electas, podría ser un importante paso para lograr avanzar hacia una representatividad mayor en el ámbito regional y nacional.
Se quebraría así, el régimen actual de acceso al poder, en el que la representatividad es capturada por los grupos de poder económico, a través de sus testaferros políticos. Si queremos un Congreso de la república que represente los intereses del pueblo, hay que luchar para cambiar el régimen fraudulento en el que los oprimidos votan a favor de sus opresores. Salvo mejor parecer.
20 junio-2024