Por Adán Salgado Andrade
Son comunes las campañas de empresas de todo tipo, dirigidas a ayudar a algún problema social en particular, ya sea de salud, de daños ocasionados por terremotos, huracanes o cualquier cosa que amerite una rápida, masiva “ayuda”.
Ahí están, por ejemplo, los anuncios de Cinépolis, para “ayudar” a gente que padece problemas con sus ojos. Se muestra como una noble causa, haciendo que sean los propios afectados, los que den sus testimonios de que gracias a la campaña de la vista, la recuperaron. Fuera de que está bien que se haga eso, lo que no es ético es que sean los mismos afectados los que con tales testimonios traten de mover a la “compasión” humana. Además, la campaña no la hace sólo la empresa, sino que se avoca a disuadir al público para que done y esos donativos sean parte de la “ayuda”.
Obviamente no se dan esas ayudas con un simple objetivo samaritano, sino que las empresas que lo hacen, obtienen muchos beneficios, tanto económicos (se les condonan impuestos), así como de reconocimiento de que hacen un bien. Incluso, tratan de reivindicar su imagen, luego de haber ocasionado problemas ambientales severos. Es lo que hace la campaña, por ejemplo, del contaminante Grupo México que con sus anuncios del “Tren de la Salud” transmitidos en las salas de cine de Cinemex, presumiendo de que casi es un hospital rodante, trata de lavar el desastre ecológico que ocasionó en el 2014, cuando miles de litros de contaminados, tóxicos lodos, productos de la actividad de su mina Buenavista del Cobre, fueron derramados en el río Sonora, provocando daños permanentes en la salud de los miles de pobladores que se sirven (o servían) de ese río para muchas de sus necesidades hídricas.
Y aunque en apariencia gastan mucho dinero los ricos en sus actividades filantrópicas, en realidad es más lo que recuperan por impuestos condonados y el dinero extra que ganan cuando otros donadores se suman a sus campañas. No sólo eso, sino que su influencia política crece. Se les toma como grandes benefactores, hasta mejores que las instituciones de gobierno encargadas de la seguridad social.
El artículo del portal digital teenVOGUE titulado “La gran filantropía es un engaño que enriquece más a los ricos y oculta sus crímenes”, firmado por Rebekka Ayres, expone esa temática. Explica perfectamente cómo las grandes empresas de los millonarios ocultan, en efecto, hasta sus crímenes ambientales con sus beneficencias, en las que se muestran como grandes benefactores que no dudan en repartir toda su fortuna (ver: https://www.teenvogue.com/story/big-philanthropy-is-a-scam-that-makes-the-rich-look-better-conceals-their-crimes).
Por supuesto que ha habido algunos ricos que, en efecto, han repartido toda su fortuna y decidido vivir una vida modesta. Un ejemplo, Madam C. J. Walker (Luisiana, 1867-1919), cuyo nombre de nacimiento fue Sarah Breedlove, fue una mujer afroestadounidense excepcional, pues a pesar del fuerte racismo de entonces en Estados Unidos, logró hacer una fortuna, vendiendo productos para el pelo y belleza para mujeres negras. Gran parte de su riqueza, la dedicó al activismo para mejorar las condiciones de los afroestadounidenses (ver: https://en.wikipedia.org/wiki/Madam_C._J._Walker).
Otro ejemplo, Mary Ellen Pleasant (1814-1904), también mujer afroestadounidense excepcional, que hizo su fortuna manejando bienes raíces y finanzas. Decía que quería “ganar mucho dinero para ayudar al mayor número de personas que fuera posible” (ver: https://en.wikipedia.org/wiki/Mary_Ellen_Pleasant).
Bueno, aquí habría que destacar que, al parecer, han sido más las mujeres verdaderamente filántropas que los hombres. Y también que, de los ejemplos dados, casi siempre son las minorías, las que más solidaridad muestran con los suyos cuando les va bien.
Regresando a los falsos filántropos, dice Ayres que cada cierto tiempo, sobresale algún prominente rico en los encabezados y las noticias “diciendo que donará su fortuna para arreglar los problemas de nuestro tiempo”. En efecto, eso lo ha dicho Jeff Bezos, el dueño de la explotadora Amazon, como para llamar la atención, de que donará toda su fortuna “a lo largo de su vida”, pero nada ha hecho en realidad. Justo como dice Ayres, sólo para llamar la atención (ver: https://edition.cnn.com/2022/11/14/business/jeff-bezos-charity/index.html).
“La realidad es que la benevolencia de los billonarios es un ejercicio de autoenriquecimiento. Lava reputaciones y puede esconder prácticas sucias, usadas por los poderosos, las que pueden maximizar sus ganancias, imponiendo cuestionables condiciones de trabajo, oponiéndose a la creación de sindicatos y cabildeando para mantener precios de los servicios de salud altos”.
En efecto, justifican que si no tienen sindicatos o que si mantienen sus precios altos, es para mantener beneficencias, “que les toquen el corazón a las personas”.
Esos “benefactores”, han incrementado sus fortunas en los recientes 24 meses, más que en los pasados 23 años, indica Ayres, “mientras la mitad del mundo debe de vivir con $6.85 dólares por día”.
Y esas fortunas han “engordado gracias a las beneficencias, de las que hay más de 260,000 en el mundo actualmente, las que poseen $1.5 billones de dólares (1,500,000,000,000), listos para ser repartidos sólo entre los que aquéllas consideren que les ayudarán a subir su reputación”.
Claro. Por ejemplo, la fundación Bill y Melinda Gates, dice ser una organización “sin fines de lucro”, pero varios de los proyectos que financia deben de contemplar ganancias, como los privados (ver: https://www.gatesfoundation.org/about/our-role).
Como dice Ayres, el filantrocapitalismo “ayuda a perpetuar fortunas, con proyectos disfrazados de caridad que supuestamente sirven para aliviar males sociales, pero que lo hacen perpetuando el modelo de negocios que siempre se ha aplicado”. Sí, puede una beneficencia buscar una vacuna para algún nuevo mal, pero al final, es un simple negocio, tal como sucedió con las vacunas para atender la pandemia del covid (que todavía siguen sus efectos), las que fueron un excelente negocio (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2021/03/las-mezquinas-farmaceuticas-no-quieren.html).
Menciona Ayres el libro del periodista Anand Giridharadas (Ohio, 1981), titulado Los ganadores se llevan todo: la charada de la elite que quiere cambiar el mundo, publicado en el 2018, en donde aquél descubre esas mentiras corporativas de que a los ricos “se les debe de desafiar para que hagan más bien, no más daño”.
En efecto, casos como el nefasto Elon Musk, que ha pretendido presentarse como el “salvador del mundo” con sus autos eléctricos, los que no son otra cosa más que un nuevo impulso al consumismo, que no salvará al planeta de la catástrofe climática que ha provocado el antropoceno, pero que sí ha enriquecido con creces a Musk (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2022/05/elon-musk-falso-salvador-de-la-humanidad.html).
Se presentan como “defensores del clima” y son los más contaminadores. Sus aviones privados, residencias y yates de lujo, son muy contaminantes, pero eso lo mitigan con sus campañas para “limpiar al planeta”.
Han creado obscuras empresas como los DAFs (fondos de donaciones aconsejadas, por sus siglas en inglés o los LLCs (empresas de responsabilidad limitada) “que evitan escrutinio público, no tienen un mínimo requisito de distribución y permiten a sus donadores invertir en negocios lucrativos o impulsar proyectos ‘públicos’ que los beneficien”.
En efecto. Un buen ejemplo fue la costosa “remodelación” del Bosque de Chapultepec, disfrazado como proyecto “ecológico”, pero que, finalmente, ha sido un excelente negocio para todas las empresas involucradas en aquél. El supuesto costo inicial fue de $8,770 millones de pesos. Y seguramente hubo donadores que podrán deducir con creces sus impuestos, además del “prestigio” adquirido por ayudar a una “noble causa” (ver: https://www.milenio.com/politica/comunidad/proyecto-del-bosque-de-chapultepec-esto-es-lo-que-costara-el-proyecto).
Dice Ayres que gracias a las DAFs, los “donadores” pueden hacer una supuesta gran contribución, “con la que deducirán un impuesto y dejarla allí, para luego, disponer de ella”. Y con las LLCs, “no hay requisitos mínimos de distribución de bienes, no tienen que hacer públicos sus impuestos y tampoco los miembros tienen restricciones para hacer regalos que los beneficien”.
Menciona Ayres que ya Franklin Delano Roosevelt (1882-1945) preveía que “el dinero de los ricos controlando al gobierno, es tan peligroso como el dinero de las mafias controlando al gobierno”.
Nada más cierto. Debo citar que, por desgracia, si Andrés Manuel López Obrador no se hubiera asociado con los ricos (como con Carlos Slim, entre otros), no hubiera ganado la presidencia. Les tuvo que pagar el apoyo con distintos proyectos de infraestructura, como el Tren Maya, la refinería Dos Bocas o el Tren Transístmico.
Y si siguen los problemas ambientales en todo el mundo, es porque “la filantropía plutocrática no está preparada para hacerlo, pues sólo le importa enriquecerse”.
Tan no le interesa, que, como comparativo, Ayres señala que en el 2022, el Reporte Anual de Filantropía de Estados Unidos reportó que los “donativos” ascendieron a $319,090 millones de dólares (mdd), “Lo que se queda corto con los impuestos recolectados en el mismo año, que ascendieron a $2.6 billones de dólares (2,600,000,000,000)”.
Y en cuanto a la evasión de impuestos, gracias a esas “beneficencias”, la ONG Oxfam, “reportó que en el 2017, los impuestos no pagados en Estados Unidos ascendieron a $135,000 mdd, en tanto que la filantropía fue menor a $20,000 millones en ese año”.
De deberse los $135,000 mdd de impuestos no pagados gracias a los $20,000 mdd de “donativos”, como se ve, es un buen negocio, pues lograron los ricos 675 por ciento de no tocar, para nada, sus abultadas fortunas. En otras palabras, conservaron $115,000 mdd de ellas.
Por eso, concluye, Ayres, lo que debe de hacerse es “reforzar el sistema de tributación y que los ricos paguen más impuestos”.
Es un clamor global, que paguen más impuestos, pero justo en Estados Unidos, es en donde menos tocan sus fortunas, allí, en donde están lo más ricos de los ricos, del 0.01 por ciento que domina la economía global.
Así que no nos dejemos llevar por “conmovedoras” declaraciones de millonarios de que “donarán sus fortunas” para un mejor planeta.
Sólo lo hacen para tener una mejor y mayor fortuna.
Contacto: studillac@hotmail.com