Felipe Portales
A su vez, el destacado intelectual de la “renovación socialista”, Eugenio Tironi, ha sostenido (¡como virtual epígono de Adam Smith!) que “la sociedad de individuos, donde las personas entienden que el interés colectivo no es más que la resultante de la maximización de los intereses individuales, ya ha tomado cuerpo en las conductas cotidianas de los chilenos de todas las clases sociales y de todas las ideologías. Nada de esto lo va a revertir en el corto plazo ningún gobierno, líder o partido (…) Las transformaciones que han tenido lugar en la sociedad chilena de los 90 no podrían explicarse sin las reformas de corte liberalizador de los años 70 y 80 (…) Chile aprendió hace pocas décadas que no podía seguir intentando remedar un modelo económico que lo dejaba al margen de las tendencias mundiales. El cambio fue doloroso, pero era inevitable. Quienes lo diseñaron y emprendieron mostraron visión y liderazgo” (La irrupción de las masas y el malestar de las elites. Chile en el cambio de siglo; Edit. Grijalbo, 1999; pp. 36, 60 y 162).
Comprensiblemente, los elogiosos reconocimientos que la derecha ha hecho al giro copernicano de la Concertación han sido mucho más numerosos. Así tenemos las famosas “declaraciones de amor” hechas a Ricardo Lagos por el entonces presidente de la Confederación de la Producción y del Comercio, Hernán Somerville (Ver La Segunda; 14-10-2005); o la calificación del economista y empresario César Barros, al mismo Lagos, de haber sido “el mejor presidente de derecha de todos los tiempos” (La Tercera; 11-3-2006); o las expresiones del político de la UDI, Herman Chadwick, de que “el Presidente Lagos nos devolvió el orgullo de ser chilenos” (Ver El Mercurio; 21-3-2006); o las del empresario pinochetista, Ricardo Claro, quien en 2008 dijo que “Lagos es el único político en Chile con visión internacional, y está muy al día. No encuentro ningún otro en la derecha ni en la DC” (El Mercurio; 12-10-2008). Y en términos más generales, el destacado cientista político de RN, Oscar Godoy, al ser consultado si observaba un desconcierto en la derecha por “la capacidad que tuvo la Concertación de apropiarse del modelo económico”, respondió: “Sí. Y creo que eso debería ser un motivo de gran alegría, porque es la satisfacción que le produce a un creyente la conversión del otro. Por eso tengo tantos amigos en la Concertación; en mi tiempo éramos antagonistas y verlos ahora pensar como liberales, comprometidos en un proyecto de desarrollo de una construcción económica liberal, a mí me satisface mucho” (La Nación; 16-4-2006).
Asimismo, a nivel internacional tenemos las declaraciones de Arnold Harberger, adlátere de Milton Friedman en la famosa Escuela de Economía de la Universidad de Chicago. Luego de escuchar en Colombia a Ricardo Lagos en un seminario, señaló que “su discurso podría haber sido presentado por un profesor de economía del gran período de la Universidad de Chicago. El es economista y explicó las cosas con nuestras mismas palabras. El hecho de que partidos políticos de izquierda finalmente hayan abrazado las lecciones de la buena ciencia económica es una bendición para el mundo” (El País, España; 14-3 2007). Y en términos más generales, cuando afirmó que el objetivo de la Universidad de Chicago respecto de Chile “fue traer la buena ciencia económica” y “que tuvimos éxito en eso” gracias a los convenios con las universidades Católica y de Chile. Así, “yo creo que ha habido una gran evolución de política económica en Chile durante el período del gobierno militar, y una vez que se formó el equipo de Patricio Aylwin con Alejandro Foxley y otros, ellos siguieron el mismo rumbo y eso ha seguido hasta hoy día que yo sepa (…) Uno ve a los diferentes partidos políticos en Chile, sus plataformas económicas, y difieren en milímetros, en centímetros, no en kilómetros” (El Mercurio; 19-12-2010).
La derecha económica fue también muy generosa con el liderazgo de la Concertación en términos concretos. Así, decenas de ex parlamentarios y de ex ministros, subsecretarios y superintendentes de sus gobiernos han llegado a ocupar directorios o altos cargos ejecutivos de empresas, bancos, AFP (previsión), Isapres (salud), fundaciones y medios de comunicación de los grandes grupos económicos. Y también estos contribuyeron sustancialmente al financiamiento de las campañas electorales (por vías regulares e irregulares) de candidatos presidenciales y a parlamentarios concertacionistas.
Y las expectativas de sustitución del modelo neoliberal que surgieron con la “revuelta” o “estallido social” de octubre de 2019 se vieron neutralizadas con los maquiavélicos acuerdos establecidos entre la derecha y la ex Concertación (a los que se subordinaron el Frente Amplio y el PC…) para generar sucedáneos de asambleas constituyentes. Ya sea por estipular en ellas quórums antidemocráticos de dos tercios; hacer que la implementación legislativa de sus acuerdos fuera eventualmente resuelta ¡por el Congreso constituido!; o, como sucede actualmente, que el texto de una “nueva” Constitución sea redactado por “expertos” designados por el Congreso constituido, sobre bases definidas por éste y que sólo pueda ser revisado por un “Consejo” electo de solo 50 miembros y por un quórum de un 60% de aquellos. Algo que, por cierto, no ha sucedido en ninguna otra sociedad del mundo pretendidamente democrática.
Naturalmente el objetivo político de todo esto es que el futuro del país –más allá de las estridentes querellas verbales existentes entre gobierno y oposición; entre derechas e “izquierdas”- siga siendo definido por el “bloque consensual” (Derecha-ex Concertación) y de manera tal de mantener esencialmente el mismo modelo de “los 30 años”, de la post-dictadura; modelo ampliamente reivindicado en el último tiempo por sus artífices y –notablemente- también, en cierta medida, por el Frente Amplio y por Gabriel Boric que hasta hace poco lo habían criticado acremente.