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Mujer inglesa fingió tremenda agresión corporal

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Por Adán Salgado Andrade

El llamado síndrome de Munchausen, es una “condición psicológica, en la cual, alguien pretende estar enfermo o deliberadamente produce síntomas de enfermedad. Su principal intención es asumir el papel de ‘enfermo’, para que la gente lo cuide y centre toda su atención en ella o él. Cualquier beneficio práctico de que pretenden estar enfermos – por ejemplo, clamando un beneficio por incapacidad –, no es la razón de su comportamiento. Y se le nombra así, por el alemán Barón Munchausen (1720-1797), quien se hizo famoso por platicar historias increíbles de sus aventuras” (ver: https://www.nhs.uk/mental-health/conditions/munchausen-syndrome/overview/).

Justamente ese síndrome o algo similar, es lo que hizo la inglesa Eleanor Williams, quien, con desquiciadas mentiras (que muchos creyeron, por la “veracidad” con que las publicó), hizo creer a muchas personas que había sido explotada, violada y maltratada corporalmente por hombres asiáticos, a los que les arruinó la vida. Ese caso lo expone Helen Pidd, en su artículo de The Guardian, titulado “Cómo las mentiras de Eleanor Williams acerca de hostigamiento y abuso se difundieron rápidamente”. Pidd introduce el comentario de que “con un posteo horrible que se hizo viral, una joven mujer detonó un efecto dominó que arruinó vidas, dañó las relaciones de un poblado y creó miedo entre la comunidad asiática del lugar” (ver: https://www.theguardian.com/uk-news/2023/jan/04/how-eleanor-williamss-lies-about-grooming-and-abuse-unravelled).

La foto de Williams, abre el artículo. Vemos a una chica linda, de ojos verdosos, cara sonriente, vivaz, simpática, inocente, incapaz de llegar a los extremos que inventó, con tal de llamar la atención.

La chica, en mayo del 2020, publicó un comentario en Facebook, “en donde, con 1,362 palabras, provocó gran daño en el aislado pueblo de Cumbrian, en donde ella vivía”.

En el incendiario comentario, Williams dijo que era el “más duro que escribiré. No quería hacerlo, por el qué dirán, pero la gente me pidió que compartiera mi historia, de porqué tengo un ojo morado o cortadas en mi cuerpo. Ayer, me subieron en un auto, para llevarme a un domicilio, en donde tres asiáticos tendrían sexo conmigo. Y también me golpearon, porque, por estar enferma del coronavirus por siete semanas, no fui a fiestas. Decidieron los organizadores de esas fiestas, golpearme, para darme una lección”.

Muestra Pidd las impactantes fotos de Williams, mostrando, en efecto, un ojo morado, así como moretones y cortadas en piernas, vientre y otras partes, varias, censuradas. “Una foto, que estaba fechada en el 2019, muestra uno de sus pechos, con una cortada y su pezón, cubierto con un emoji de un corazón, por lo de la censura”.

Es decir, que ni siquiera toda las fotos correspondían a la fecha de la “denuncia”.

En efecto, con ese comentario, “policías de la comunidad, creyeron que estaban tratando con una banda de traficantes sexuales y que Williams, era una de las chicas más vulnerables, a la que frecuentemente hallaban en misteriosos sitios, intoxicada y medio desnuda. Pero gradualmente, con la ayuda de archivos policiales, información de celulares y metraje de cámaras, se convencieron de que la chica había inventado todo. Pero no sabían por qué”.

No podían hacer pública toda esa información, pero en el transcurso de las investigaciones, fue trascendiendo que todas esas heridas y moretones, así como el ojo morado, cerrado, Williams se las autoinfligió. Se le halló una nota de un martillo, comprado en Tesco.

¡Nada más vean a qué extremos llegó, golpearse salvajemente con un martillo en el ojo y varias partes de su cuerpo!

Y no mencionó en su comentario de FB, de que había violado su libertad condicional, pues ya ocho semanas antes, había sido juzgada porque también había mentido de que varios “hombres blancos la habían violado”.

Es decir, por alguna desconocida, hasta el momento, razón, Williams está acostumbrada a mentir, inculpando a gente inocente con sus falsos infundios.

Justamente como en su comentario de FB inculpó a asiáticos, se formó un grupo de “vengadores” del pueblo, que clamó la “cacería” de cuanto asiático hubiera en Cumbrian, incluidos doctores del hospital y comerciantes respetables, siempre, muy queridos por la comunidad.

Uno de ellos, Mohammed Ramzan, ni siquiera asiático, sino árabe, dueño de una tienda de interiores, que vivía con su esposa

Sus acusaciones hicieron que la gente casi lo linchara, así como a otros “asiáticos”.

Incluso, Williams llegó al extremo de involucrar a otras chicas, para que “atestiguaran” que Ramzan las había llevado a Ámsterdam, para que las violaran y golpearan, pero ninguna dijo conocer al hombre.

Por fortuna, para Ramzan, cuando Williams alegó que la había llevado a Ámsterdam, se comprobó que nunca había estado allí, ni que hubiera estado en Ibiza, lugar en donde ella también aseguró que aquél la había llevado.

Incluso, el hijo de Ramzan, también fue hostigado en la escuela, por compañeros que lo insultaban, lo golpeaban y otras infamias. Su padre, trató de defenderlo y defenderse, subiendo también comentarios en FB de “Justicia para Ramzan”.     

“La verdad, las falsas acusaciones de la chica, me han arruinado la vida. Y ya he recibido más de 500 amenazas de muerte”, afirma Ramzan, quien hasta dejó a su esposa, para irse a vivir con la madre de él, pues su hogar y tienda fueron vandalizados, les arrojaban piedras, lo acusaban de “pedófilo” y otras falsedades. Igual que a los otros “acusados” por las mentiras de Williams.

A pesar de tantos ataques, liderados por un grupo de ultraderecha, llamado Alternativa Patriótica, que comenzó una campaña contra migrantes, las autoridades locales nada hacían, excepto publicar que “no había evidencia de los ataques hacia Williams”.

La chica, desde los 16 años, comenzó a mentir, diciendo que la habían “violado”. Más adelante, “la hallaron en una playa, diciendo que la había secuestrado, llevado allí y violado, pero se comprobó que ella misma había reservado su hotel en Booking.com”.

Además de los ataques a asiáticos y árabes, hasta los periodistas que cubrían las notas, sobre todo, de cuando a Williams le estaban haciendo el juicio por difamaciones, “eran agredidos, como Amy Fenton, reportera del periódico local. Dejó Cumbria temporalmente, por amenazas de muerte”.

Y hasta se formaron colectas por internet, para reunir fondos para donar a Williams, para que se le hiciera “justicia”. Uno, logró juntar  £22,000 libras ($509,000 pesos).

Nada más vean todo el impacto que sus mentiras tuvieron, además de arruinar totalmente las vidas de inocentes, como Ramzan, que hasta perdieron su familia, su negocio, su cotidianeidad.

La esposa de Ramzan, Nicola, se alegra de que la verdad haya salido.

El fiscal del caso, Jonathan Sandiford, sugirió que Williams, puede estar afectada del mencionado síndrome de Munchausen. Y el abogado de Ramzen, Simon Fell, piensa que hay algún trauma en la personalidad de Williams, que la lleva a actuar así y a mentir.

He ahí por qué es tan importante la atención psicológica y psiquiátrica a tiempo.

De haber atendido a Williams, como dije, a tiempo, nada de eso habría sucedido, arruinar vidas inocentes o que ella misma se infligiera tanto daño corporal y más mental.

No sólo eso, sino que al mentir así, afecta a mujeres que sí son atacadas y violadas cotidianamente, pues ya no les creerán.

De por sí, vivimos en una sociedad tan machista, que es frecuente que a una mujer violada no se le haga justicia y que el agresor, quede impune (las someten a indignantes “exámenes médicos” para ver si, en efecto, fueron ultrajadas).

Esas mentiras son hasta mortales. Me recuerdan a la cinta mexicana del maestro Felipe Cazals (1937-2021), “Canoa”, de 1975, sobre un hecho verídico, en el que cinco trabajadores de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, fueron atacados y linchados – sobrevivieron dos – por hordas de gente del pueblo de San Miguel Canoa, arengadas por los infundios del nefasto “sacerdote” del pueblo, de que eran “comunistas que querían apoderarse de la iglesia y de todo lo que en ella había”.

A ese nivel pueden llegar las mentiras.

Así, como las que inventó la de cara simpática e inocente, Eleanor Williams.

Contacto: studillac@hotmail.com

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