Sputnik
Alexis Polo González
Desde Chile
El pueblo mapuche es uno de los pueblos originarios más grandes de Chile, tanto por su peso social como por su fuerte sentido de identidad cultural. Preexistente al Estado chileno, resistió la Guerra de Arauco contra la dominiación española, y la «Pacificación de La Araucanía». Hoy su lucha es por la recuperación territorial y la autonomía.
«Los mapuche son un pueblo indígena preexistente al Estado, con muchas diversidades», explicó a Sputnik Natalia Caniguan, investigadora del Centro de Estudios Interculturales e Indígenas (CIIR), en el marco del Día Internacional de los Pueblos Indígenas, que se conmemora cada 9 de agosto.
«Inclusive hoy no podría dar una definición cultural, por así decirlo, que tienen tales prácticas, sino que son los portadores de una historia que se explica también en base a este despojo territorial, cultural y de todas sus formas», agregó la investigadora.
«Son un grupo resiliente en ese sentido y con una alta diversidad, pero también una diversidad que se genera a partir de vivir procesos históricos que los han tenido en detrimento y en desigualdad», agregó.
En Chile hay 2.185.792 personas que declararon pertenecer a un pueblo originario en último Censo de Población y Vivienda (2017), cifra que corresponde al 12,8% de la población efectivamente censada. De ellas, la mayoría (79,8%) respondió ser del pueblo mapuche: 1.745.147 personas.
Una resistencia de más de 500 años
Los mapuche se asentaron históricamente entre los ríos Itata y Toltén, en la zona centro-sur de lo que hoy es Chile. Este pueblo presentó una encarnizada resistencia a la dominación española durante todo el siglo XVI, hasta el punto de expulsar definitivamente a los colonizadores de su territorio, hecho que se conoce como la Guerra de Arauco (1550-1656).
Tras la Guerra de Arauco y la creación del Estado de Chile en 1810, el pueblo mapuche fue masacrado por los soldados chilenos en la mal llamada «Pacificación de la Araucanía», iniciada en 1861.
Durante el siglo XIX, los mapuche debieron resistir la intensa presión de las nuevas repúblicas de Chile y Argentina, que a través de respectivas campañas militares ocuparon la región.
Sin embargo, eso no es todo el despojo que ha sufrido el pueblo mapuche. En 1974, la dictadura cívico-militar liderada por Augusto Pinochet (1973-1990), a través de Fernando Léniz, empresario forestal y ministro de Economía, en conjunto con otros economistas, redactó el controversial Decreto DL701, que permitió al Estado subsidiar las faenas forestales durante años.
«Masas de trabajadores de la provincia de Arauco, exmineros, fueron subidos a camiones militares y llevados a la cordillera de Nahuelbuta [ubicada a 607 kilómetros al sur de Santiago] para hacer hoyos y plantar pinos para las empresas forestales. La tierra la compraron ‘a huevo’ y las plantaciones no solo les salieron gratis, sino que ganaron con ellas. Esta forma criolla de ‘acumulación originaria’ condujo a la existencia de enormes fortunas que hoy se vanaglorian de exportar a todas partes del mundo», escribió José Bengoa en el libro Reforma agraria y revuelta campesina.
Militares y un diálogo lejano
Pese a que Gabriel Boric fue crítico a la militarización del Wallmapu —territorio histórico mapuche en lengua mapudungún— cuando era diputado y estaba en campaña electoral, su Gobierno mantiene hace casi tres meses a los militares en las calles en la Región del Biobío y La Araucanía, al sur de Chile.
En esa zona existe hace años una disputa territorial entre el Estado, algunas comunidades mapuche y las empresas forestales. El conflicto se ha recrudecido en las últimas décadas, durante las cuales los atentados a las empresas forestales y los enfrentamientos entre Carabineros (policía militarizada) y comuneros mapuche se han vuelto una constante.
En octubre de 2021, el entonces presidente Sebastián Piñera (2010-2014 y 2018-2022) decretó estado de emergencia en la región de La Araucanía y también en la región del Biobío, las zonas donde se encuentra el territorio histórico mapuche.
El estado de excepción constitucional decretado por Sebastián Piñera terminó en marzo de 2022, luego de que el Gobierno de Boric decidiera no renovarlo. Pero el 16 de mayo, la ministra del Interior, Izkia Siches, anunció que el Gobierno volvía a decretar el estado de emergencia en el Wallmapu. La medida sigue vigente.
Sputnik conversó con Miguel Melín Pehuen, representante de la Alianza Territorial Mapuche, acerca de esta prolongada militarización y sobre cómo podría avanzarse en un diálogo entre las comunidades y el Estado.
«Una condición básica, elemental para dialogar, es sacar a los militares del territorio. Eso no puede seguir. Con la pandemia hubo un aprovechamiento de poner a los militares. Luego eso se fue normalizando y creo que eso se ha ido naturalizando», comentó Melín.
«Hoy día la clase política y en general los medios de comunicación, han instalado la idea de que los militares son necesarios. Y creo que para el diálogo son totalmente contraproducentes», puntualizó el representante de la Alianza Territorial Mapuche.
«Hay que plantearse como Estado y, obviamente como mapuche, el modelo forestal. Este modelo fue impuesto en dictadura, se impuso, así como la Constitución. Entonces es contraproducente para el diálogo. Y mientras no tengan ahí el tema forestal como parte del problema, creo que va a ser muy difícil avanzar», finalizó Melin.
En la misma línea que Melín, el longko (jefe) del lof (espacio territorial) de Temulemu, Juan Pichun, explicó que a Sputnik que el diálogo que ha ofrecido el Estado a las comunidades antepone los intereses de las forestales, del extractivismo que hay en la zona Wallmapu.
«La militarización es para eso, para maquillar. Porque si fuera por las armas, en la zona central hay mucha más armas que en las comunidades. En ese sentido, yo creo que este Gobierno se ha equivocado en mantener la política que vino haciendo Piñera con respecto a sacar a los militares en el territorio mapuche», complementó Pichun.
¿El racismo es un problema de la sociedad o un tema instalado por la élite?
Durante los últimos meses, y a medida que avanza el trabajo para la nueva Constitución, un sector de la sociedad comenzó a cuestionar lo propuesto en materia de plurinacionalidad emanado por la Convención Constitucional.
En Chile los grandes medios de comunicación están ligados a grandes empresarios, muchos incluso tienen intereses económicos en las forestales y en el Wallmapu.
«Hay un interés de la élite política chilena de querer ensuciar la legítima demanda de la reivindicación de los territorios del pueblo mapuche», dijo Juan Pichun.
El longko de Temulemu explicó que la élite chilena, a través de sus medios de comunicación, busca cambiar la opinión respecto de las demandas que han levantado las comunidades.
«La sociedad chilena en general respeta la valentía del pueblo mapuche en no transar y no ser derrotados. Pero hoy día lo que ellos [la élite] quieren transformar eso, manipular, para que esta misma sociedad sea quien condene una acción legítima de la reivindicación de los territorios», complementó Pichun.
«El Mercurio [diario que fue financiado por la CIA para desestabilizar el Gobierno de Salvador Allende (1970-1973)] tiene un rol histórico en la desacreditación de la reivindicación de las demandas mapuche», señaló Miguel Melín.
«Si no lee la editorial de El Mercurio del año 1868, azuzando la ocupación, el despojo del territorio mapuche, aún cuando sabía de la existencia de una independencia, una nación. Pero bueno, paralelamente ellos usaban la ocupación y con los epítetos y calificativos que hoy día son casi los mismos», complementó el representante de la Alianza Territorial Mapuche.
No existen avances en «el problema de fondo»
Los tres entrevistados señalan que ni el Gobierno de Gabriel Boric ni ninguno de los anteriores han atacado el problema de fondo, que tiene que ver con la restitución de tierra, la autodeterminación y la expulsión de las forestales del Wallmapu.
«No hay un lineamiento claro, no hay una convicción de cómo asumir este tema y por lo tanto, si bien se pueden hacer acciones a veces erráticas, a veces más certeras, no hay un lineamiento que nos diga vamos en este camino y eso es lo que vamos a lograr y que puede ser la restitución territorial o cómo conciliar los derechos de los pueblos indígenas», señaló Caniguan
En esa misma línea, Melin explicó que no se han abordado los temas de fondo, puesto que el Estado en los diálogos propuestos no han puesto los contenidos demandados por las comunidades, como la autonomía y los recursos naturales.
Finalmente, el representante de la Alianza Territorial Mapuche señaló que el Gobierno de Gabriel Boric «es una decepción tremenda. En general en los territorios se esperaba bastante más realidad».
«Es como la reproducción del mismo modelo. El Gobierno es como una élite hippie de izquierda. Hasta ahora no hay mayor avance», finalizó.