por Héctor Vega
Ricardo Lagos se sitúa entre el Apruebo y el Rechazo. Dice buscar un consenso amplio, donde todos quepan en una casa común. Para él la garantía que esto pueda darse es la equidistancia entre Apruebo y Rechazo para lo cual recomienda votar en blanco.
Su gobierno no fue sino una traducción de lo que hoy propone pues cuando se gobierna con los poderes económicos la primera regla de conducta es dar la seguridad que nada cambiará salvo aquello que fortalezca aún más los privilegios de los grupos de poder. Para ello se ofrece el mito de la Casa Común donde las empresas mineras se lleven, sin pagar, las riquezas naturales, las mismas que financian el silencio de la clase política. La millonaria campaña presidencial del Sr. Lagos fue financiada por las mineras del cobre. Las millonarias concesiones de infraestructuras no fueron sino el pago por cuantiosas contribuciones a su acceso al poder.
Confundir los intereses de las grandes corporaciones con los intereses de Chile ha sido la política de este demócrata que no ha vacilado en cobrar su parte por la gestión realizada.
Si bien el 18/10/2019 fue en noviembre 15 desvirtuado en los cambios que se exigían, la clase política no pudo parar la Convención Constitucional. Ahí se introdujeron cambios, no todos los deseados, pero los suficientes para que la clase política entendiera que una nueva Era se iniciaba.
Lagos nunca entendió que sus propuestas ya no engañan. Porque lo que busca el Apruebo es desterrar el dinero como origen del poder en la República. Tampoco entendió que las prioridades de la Nación no se discutían entre 4 paredes. TRES. Lagos tampoco entendió que la Nación debía reconocer las diferentes nacionalidades en su interior.
La democracia ya no es el acomodo de privilegios cada 4 años, surgen nuevos actores que el Sr. Lagos , inmerso en la vieja política, rechaza visceralmente. Por eso, Lagos debe volver a lo que siempre fue: militante de la vieja tradición , soberbia y autoritaria , que manejó los hilos de la política en el siglo 19.
Por eso alguna vez lo llamé desde las columnas del Fortín Mapocho digital, el Jano de la política chilena. Con dos caras, una a la derecha y otra a la izquierda, malabar eximio de la política, nada más ni nada menos que un Gabriel González Videla, aquel que nuestro poeta nacional , Pablo Neruda, señaló como el traidor que dejó su nombre en nuestra historia.
Lagos, este personaje rocambolesco, estampó su firma en la Constitución de Pinochet, de hecho quiso borrarla, pero se enredó en sus propósitos más íntimos, mezcla de payaso y de mono, abrazado a Edwards de El Mercurio y Rockefeller de Wall Street.
La vieja política se acabó. Hoy, en el Apruebo el Pueblo levanta su destino.