Víctor Herrero |Lunes 27 de marzo 2017 9:23 hrs.
El gobierno de la Nueva Mayoría ha optado por una defensa cerrada del modelo previsional privado, proponiendo sólo unos pequeños ajustes cosméticos que no cambian la naturaleza del modelo. Y no importa cuantos millones de chilenos salgan a la calle: el sistema se mantiene.
Cuando un vocero del gran empresariado hace una crítica a la conducción económica del gobierno, La Moneda tarda pocas horas en responder. Cuando dos millones de chilenos marchan en todo el país para exigir el fin del sistema privado de pensiones, el palacio presidencial se queda en silencio.
Eso fue lo que sucedió con la última marcha convocada por la coordinadora “No + AFP”, que congregó el domingo pasado a cientos de miles de ciudadanos en todo el país.
“No nos hacen caso”, dijo con cierto tono de frustración Manuel Vergara a Diario TV de la Radio Universidad de Chile. Vergara era sólo un manifestante más entre los millones que salieron a la calle, pero su frase bien resume la temperatura ambiente que reina en el país. “¿Qué pasa que al gobierno y a todos los poderosos no les importa nada lo que diga el pueblo?”, se preguntaba Rubén Barrios, el administrador de una botillería en Santiago Centro.
Hasta ahora, la respuesta del gobierno ante las demandadas ciudadanas que exigen el fin de las administradoras privadas de pensiones ha sido reafirmar el sistema privado de cotización. Bachelet ha dejado en claro que el modelo no se puede cambiar y su propuesta, lanzada a mediados del año pasado como respuesta a las masivas movilizaciones, está orientada a aumentar las imposiciones en un 5%, a cargo de los empleadores que hasta ahora no contribuían un solo peso. Es más, existen muchas empresas que declaran formalmente las cotizaciones de sus empleados, pero que en los hechos no depositan el dinero.
En castellano sencillo, el actual gobierno de la Nueva Mayoría ha optado por una defensa cerrada del modelo previsional privado, proponiendo sólo unos pequeños ajustes cosméticos que no cambian la naturaleza del modelo.
Pero, ¿por qué?
No existe una respuesta clara, pero sí algunos indicios que explican la porfía de un gobierno supuestamente ciudadano y de centroizquierda que prefiere ignorar a sus bases a cambio de mantener el modelo actual.
El sistema de las AFP forma el corazón del modelo neoliberal chileno, único en el mundo debido a su radicalidad. Hasta Estados Unidos parece ser un sistema semi-socialista comparado con Chile. Más que un sistema de pensiones, las AFP son un mecanismo para financiar de manera barata a las corporaciones locales. Con los fondos provenientes de los inmensos ahorros forzados que se imponen a toda la población, las grandes empresas obtienen recursos frescos y baratos, sin tener que competir por estos. A diferencia de Europa o Estados Unidos, donde las empresas deben demostrar que sus ideas y planes valen la pena para obtener capitales, en Chile los grandes conglomerados obtienen el financiamiento sin moverse del escritorio. Esto, claro está, a costa de todo el dinero que mensualmente deben imponer por fuerza todos los chilenos que trabajan en el sector formal.
Las AFP conforman el corazón mismo de modelo sui generis chileno. Por eso, su supervivencia es clave para que subsista todo el sistema neoliberal chileno. El hecho de que varios ex ministros y funcionarios públicos de la Concertación sean parte de los directorios de estas empresas viene a ser un hecho meramente anecdótico. Acaso muestra el nivel de cooptación y convergencia de la elite transversal de Chile, pero no es el fondo de este asunto.
El fondo es que los intereses tradicionales de este país –la llamada “Fronda Aristocrática- están comprometidos comercial o ideológicamente con este modelo. Un periodista de un matutino de la Capital recuerda que, hacia fines del año 1980, el director y los editores de ese diario comenzaron a pautear a todos los periodistas del periódico para difundir las supuestas enormes bondades del nuevo sistema previsional. El hecho, que el dueño de El Mercurio, Agustín Edwards Eastman, haya sido el dueño de una de la AFP El Libertador es sólo un dato de la causa. Más importante es la defensa ideológica del modelo que, todos los días, se transmite hasta hoy en la prensa tradicional chilena.
Así las cosas, da lo mismo si marchan dos millones de personas o cinco millones. Los gobernantes de la Nueva Mayoría y los mandamases de siempre están de acuerdo en defender el llamado “modelo chileno”.
“No nos hacen caso”, dijo el manifestante Vergara. No, no nos hacen caso y no lo harán nunca. A no ser que se queme el palacio presidencial, como lo hicieron los bolivianos en 1875.