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A MAS DE 40 AÑOS DEL PLAN CONDOR, LA JUSTICIA LLEGO, PERO TARDE

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por   MARTIN  ALMADA


El pasado viernes 9 de julio me conmovió un hecho histórico en el marco de la justicia internacional: el Tribunal Supremo Italiano confirmó la sentencia definitiva a cadena perpetua para 14 represores sudamericanos acusados de la desaparición y muerte de una veintena de opositores de origen italiano en el marco de la Operación Cóndor.

Hay que recordar que la Operación Cóndor fue la sangrienta estrategia diseñada per Estados Unidos para los regímenes militares del Cono Sur de Latinoamérica entre los años 1970 y 1980 y que tuvo como consecuencia la desaparición y muerte de decenas de miles de opositores políticos.

“Es una sentencia importante e histórica; la primera en Europa por la Operación Cóndor” afirmó el abogado Arturo Salermi.

La investigación que condujo a esta sentencia fue iniciada por el fiscal italiano Giancarlo Capaldo y llegó al término después de ocho años y numerosas audiencias, durante las cuales comparecieron testimonios, expertos, familiares, compañeros de detención de las víctimas, etc. y finalmente fueron declarados culpables agentes de policía y de los servicios secretos de Chile, Uruguay, Bolivia y Perú.

La Operación Cóndor nació en la reunión que el 25 de noviembre de 1975 realizaron en Santiago de Chile los jefes de inteligencia de los gobiernos militares de Argentina, Brasil, Bolivia, Chile, Paraguay y Uruguay a los que se sumaron luego los gobiernos de Ecuador y Perú. En esta reunión se creó una oficina coordinadora de personas contactadas
con la subversión siendo su responsable intelectual el Secretario de Estado norteamericano Henry Kissinger. 

Cabe destacar que el PLAN CONDOR no era solo la eliminación de los potenciales enemigos subversivos, sino también el control de los recursos naturales de los países. El Estado pasó a la clandestinidad y se volvió contra la sociedad, que quedó desprotegida.

Yo fui una víctima del Cóndor. Y sufrí todo su amplio repertorio de terror. Todo empezó por mi interés en la reforma del sistema educativo paraguayo y en la mejora de las condiciones laborales de los maestros. Fui tipificado como maestro subversivo y terrorista intelectual por promover la campaña SALARIO DIGNO, y también VIVIENDA DIGNA, para todos los educadores. Además de haber llevado a la práctica en el Instituto Alberdi, bajo mi dirección, la teoría pedagógica del educador brasileño Paulo Freire.

Fui detenido, encerrado y torturado. Mi primer torturador fue un chileno, después me torturó un argentino, recuerdo que era el 26 de noviembre de 1976. Yo los reconocí por sus acentos de voz. Mi esposa, la educadora Celestina Pérez, fue también detenida muriendo a consecuencia de las torturas a que fue sometida. En la celda contigua de la Comisaria Tercera, donde me trasladaron, conocida más bien como el “SEPULCRO DE LOS VIVOS”, estaba un argentino, Amílcar Latino Santucho, que me contó que cayó en manos del ejército paraguayo junto con el chileno Jorge Fuente Alarcón, destacado dirigente del MIR. Ambos fueron sometidos a un Tribunal militar. En 1976 fui enviado al Campo de Concentración “Emboscada”, donde había más de 400 prisioneros políticos. En 1977, por “mala conducta”, me devolvieron al “Sepulcro de los Vivos”, en Asunción, donde hice una huelga de hambre de 30 días. Gracias a la solidaridad de organizaciones de Derechos Humanos y del Comité de Iglesias recuperé finalmente mi libertad y fui expulsado del país pudiendo marchar al exilio.

He dedicado gran parte de mi vida a investigar las circunstancias de la muerte bajo tortura de mi primera esposa, hecho ocurrido el 5 de diciembre de 1976. La investigación me llevó al descubrimiento del ARCHIVO DEL TERROR, con más de 3 toneladas de documentos policiales y militares a través de los cuales puede sacarse a la luz la historia y el desarrollo del Cóndor. El archivo fue declarado por la UNESCO, MEMORIA DEL MUNDO, en el 2009. Durante años me
reuní con el Fiscal Capaldo a quien entregué en forma continuada fotocopias autenticadas relativas al PLAN CONDOR que con seguridad han ayudado a la obtención de la primera sentencia europea condenatoria del Cóndor.

Pero a pesar de la satisfacción por la sentencia italiana, no podemos dejar de lamentar que llegó demasiado tarde porque la mayoría de los genocidas del Cóndor ya murieron, o sea sus delitos quedaron impunes debido al tiempo transcurrido. Aunque ello no impedía al menos que la sentencia contuviera una condena moral para que los genocidas del Cóndor constaran como prisioneros de la historia trágica.  Lamentablemente no ha sido así. 

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