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BAQUEDANO: SEMBLANZA DEL HÉROE…

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OJO CON EL LENTO

Por MARIO AGUIRRE MONTALDO

Escandalizarse porque queman el monumento al General Manuel Baquedano en Santiago resulta ser un acto de ceguera patriótica en defensa de presuntos nobles valores que aquel pedazo de hierro representaba. Puesto que ya es hora de preguntarse quién fue Baquedano y si merece estar en el sitial que lo puso una dictadura.

El historiador Gonzalo Bulnes relata cómo es incorporado al ejército por ser hijo del Coronel Fernando Baquedano. Después de lo cual concurre a los combates de Buin y Yungay sin destacarse en lo más mínimo en la conflagración del año 1838. Bulnes señala que durante la Guerra del Pacífico, ya siendo General del Ejército, ante la crisis que se produce con la salida del General Escala, el Ministro Sotomayor y el gobierno se ven compelidos a nombrarlo General en Jefe. Ante el dilema de no pasar a llevar los grados y las antigüedades, el presidente Pinto lo confirma en el cargo a pesar de considerarse un hombre “de escasa inteligencia”. Afirma el historiador que hasta entonces “Baquedano había hecho un papel opaco. Su arma, la caballería no se había distinguido sino en acciones parciales como la de Agua Santa, a la que no concurrió. Se le acusaba de economizar el caballo para presentarlo lúcido y airoso en las revistas…” Continúa Bulnes: “Baquedano no tenía predilectos, ni confianza excesiva con nadie. La distancia de la jerarquía se guardaba rigurosamente a su alrededor. Era esencialmente disciplinario, de la antigua escuela, de aquella que consideraba infalible al superior. Escuela buena en cierta medida, pero mala en otra, porque suprime toda iniciativa personal”.  (Guerra del Pacífico, Gonzalo Bulnes, Volumen II, páginas 109 y 110, edición 1955; Editorial del Pacífico).

Comanda Baquedano la campaña de Lima, ciudad de la que toma posesión. Sin embargo se produce una escalada de excesos, pillajes y abusos por parte del ejército de ocupación. El gobierno se da cuenta que Baquedano es incapaz de enderezar esta tarea y nombra a Patricio Linch como Gobernador de Lima, un hombre de fierro, que enmienda la crisis en pocos días.

Antes de aquello, en 1868, Baquedano había participado en la cruenta “Pacificación de la Araucanía”, eufemismo para designar la agresión de la clase dominante en territorio mapuche para continuar la usurpación de tierras ancestrales. Participó en los enfrentamientos de Malleco y Renaico, acosando a los habitantes con una crueldad inaudita, propia de un genocida.

Sergio Grez, historiador, escribe en Diario Universidad de Chile: La figura de Baquedano es polémica porque era un militar de pocas luces, bastante rústico y con una táctica militar que consistía solo en cargar de frente, sin importar el costo humano que ello significara para sus tropas. Era un personaje extremadamente autoritario y ello se puede observar con la orden de detención en la corbeta Abtao contra el periodista Eloy Caviedes de El Mercurio de Valparaíso que había realizado informes críticos de su conducción.

Finalmente, en la Guerra Civil del 81, cuando la oligarquía levanta a la Armada contra el presidente constitucional Balmaceda, Baquedano cumple un desempeño nefasto cuando turbas anti-balmacedistas sumadas a personas que intentaban sacar provecho de la situación, saquean sistemáticamente los domicilios de connotados jefes del gobierno, sin que Baquedano moviera un dedo por impedir una serie de actos inmisericordes y de triste recuerdo. Y termina por aliarse con los golpistas.

¿Merece este “héroe” tan destacado monumento?

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