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Estados Unidos – Chomsky: “Nuestra tarea no se termina con el voto. Es sólo el comienzo”

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C.J. Polychroniou *

A l’encontre, 8-11-2020

Traducción de Ruben Navarro – Correspondencia de Prensa

Joe Biden ganó las elecciones de 2020. Sin embargo, aunque Trump haya perdido, no hubo una ola azul demócrata, como algunos lo esperaban y pese a la pandemia, Trump no salió tan mal parado. En esta entrevista exclusiva, Noam Chomsky comparte algunas de sus ideas sobre la popularidad de Trump y sobre lo que la izquierda debe hacer en los próximos años, haciendo hincapié en que la votación nunca es un fin – es sólo el comienzo.

-C.J. Polychroniou: Aunque Biden haya ganado las elecciones, los demócratas no consiguieron provocar la ola azul tan esperada, y está claro que  un trumpismo de gran magnitud seguirá existiendo y que deberemos seguir enfrentándonos a él. Dado que usted era extremadamente escéptico desde el primer día, ¿cómo se explica el voto masivo por Trump [70.993.368 votos], a pesar de que Biden tuvo un apoyo electoral aún mayor [75.266.178]? O, para plantear la pregunta de otra manera, ¿por qué casi la mitad del país sigue apoyando con tanto ahínco a un peligroso charlatán?

-Noam Chomsky: El simple hecho de que alguien pueda ser considerado como un candidato serio después de haber matado, sencillamente, a decenas, incluso a cientos de miles de estadounidenses con una actitud desastrosa ante el Covid-19, es una victoria extraordinaria para Trump y una derrota para el país, para el mundo y para la esperanza en un futuro decente.

Algunas de las victorias de Trump son muy reveladoras. Un reportaje de la NPR (National Public Radio) hablaba de su victoria en un condado demócrata que está en la frontera entre Texas y México, con muchos latinos pobres que no habían votado por los republicanos durante un siglo, desde Harding [presidente desde el 4 de marzo de 1921 hasta su muerte el 2 de agosto de 1923]. El analista de la NPR atribuía la derrota de Biden aquí a su famosa «metida de pata» del último debate, cuando dijo que debemos actuar para salvar a la sociedad humana de la destrucción en un futuro no muy lejano. No son exactamente sus palabras, por supuesto, pero es lo que dijo: debemos tomar medidas para abandonar los combustibles fósiles, que son el corazón de la economía regional. Puede ser ésa la razón del cambio radical en la votación, o puede ser que se deba a otro de los tantos errores de organización de la campaña del Partido Demócrata, pero el simple hecho de que el resultado se atribuya al «error garrafal» es en sí mismo revelador de la putrefacción de la cultura dominante: En los Estados Unidos, el hecho de atreverse a sugerir que debemos actuar para evitar un cataclismo climático, es un «grave error».

Los trabajadores pobres de la zona fronteriza no votan por las consecuencias previsibles de la carrera desenfrenada hacia el cataclismo climático de Trump. Pueden ser simplemente escépticos en cuanto a las predicciones de la ciencia. El 60% de los republicanos conservadores (y el 35% de los republicanos moderados) piensan que los humanos no contribuyen «demasiado/en absoluto» al calentamiento global. Una encuesta publicada en la revista Science reveló que sólo el 20 por ciento de los republicanos confían en los científicos «mucho… para hacer lo que es bueno para el país». Entonces, ¿por qué creer en las predicciones alarmistas? Después de todo, es lo que tanto los mensajes de la Casa Blanca como sus medios de comunicación repiten a diario.

Los trabajadores del sur de Texas tal vez no estén dispuestos a sacrificar sus vidas y sus comunidades basándose en las afirmaciones de los círculos de «élite», en quienes no confían porque así se lo han enseñado y porque así se han acostumbrado. Esas tendencias no pueden atribuirse únicamente a la perversidad de Trump sino que están relacionadas con el fracaso del Partido Demócrata en presentar a la población un programa serio para evitar una catástrofe ambiental y mejorar, al mismo tiempo, la vida y el trabajo. Y no porque tales programas no existan -claro que existen- sino porque no les conviene a los neoliberales clintonianos, cercanos a los ricos donantes, que dirigen el Partido Demócrata.

Y eso no es todo. Trump demostró su habilidad política al explotar las corrientes tóxicas que corren bajo la superficie de la sociedad estadounidense. Alimentó y amplificó hábilmente las corrientes supremacistas blancas, el racismo y la xenofobia que tienen profundas raíces en la historia y en la cultura de los Estados Unidos, ahora exacerbadas por el temor de que «ellos» [las «minorías»] se apoderen de «nuestro» país, con una mayoría blanca cada vez más reducida. Y las preocupaciones son profundas. Un minucioso estudio del politólogo Larry Bartels revela que los republicanos creen que «el modo de vida tradicional americano está desapareciendo tan rápido que puede que tengamos que usar la fuerza para salvarlo», y más del 40 por ciento está de acuerdo en que «llegará un momento en que los estadounidenses patriotas tendrán que tomar la ley en sus propias manos».

Trump supo también aprovechar hábilmente las reservas de indignación y de resentimiento económico de las clases trabajadoras y medias, sometidas a la embestida neoliberal bipartidista de los últimos 40 años. Si sienten que han sido robadas, tienen una buena razón. La Rand Corporation estimó recientemente que la transferencia de riquezas del 90% más pobre a los muy ricos durante las cuatro décadas neoliberales asciende a 47 billones de dólares, una cifra importantísima. Si lo observamos más detalladamente, la transferencia fue principalmente a una pequeña fracción de los muy ricos. Desde la época de Reagan, el 0,1% más rico duplicó su parte de la riqueza del país, la que llegó al porcentaje increíble del 20%.

Eso no es la consecuencia de los principios económicos ni de las leyes de la historia, sino de decisiones políticas deliberadas. Son decisiones tomadas por fuera del gobierno («el gobierno es el problema», como proclamó Reagan), por las grandes empresas, que se rigen únicamente por la codicia (según el gurú económico neoliberal Milton Friedman). Con tales líneas directivas, los resultados pueden predecirse fácilmente.

Además de este robo colosal, que asciende a casi 50 billones de dólares, la economía internacional («globalización») ha sido estructurada de tal manera que los trabajadores estadounidenses compiten con trabajadores de países en los que los salarios son bajos, sin derechos, mientras que a los muy ricos se les otorga protección contra las fuerzas del mercado, por ejemplo, a través de exorbitantes derechos de patentes. Una vez más, los efectos de esta empresa llevada adelante por los dos grandes partidos no son nada sorprendentes.

Es probable que los trabajadores menos instruidos no conozcan los detalles o no comprendan los mecanismos que han sido diseñados para destruir sus vidas, pero ven los resultados. Los demócratas no les ofrecen nada. Hace mucho tiempo que abandonaron a la clase obrera y han sido colaboradores plenos en ese escándalo. De hecho, Trump perjudica a los trabajadores más que a la oposición, acusa a las «élites», mientras trabaja servilmente para los súper ricos y el sector empresarial, como lo demuestran ampliamente su programa legislativo y sus decretos.

Además de las medidas tomadas casi a diario para perjudicar aún más el medio ambiente e ingresar en el sistema judicial toda una serie jóvenes abogados de extrema derecha, el principal logro de la administración Trump-McConnell [el líder de los republicanos en el Senado, Mich McConnel] fue la estafa fiscal de 2017: «un aumento diferido de los impuestos disfrazado de recorte de los mismos», dice el economista Joseph Stiglitz. «La administración Trump tiene un pequeño y sucio secreto: no sólo planea aumentar los impuestos para la mayoría de los estadounidenses. El aumento ya fue firmado, sellado y entregado, oculto entre las páginas de la Ley de Recortes de Impuestos y Empleos de 2017 (Tax Cuts and Jobs Act)».

La ley fue pergeñada cuidadosamente  para bajar al principio los impuestos y «engañar» así a los estadounidenses haciéndoles creer que sus impuestos bajarían, pero con mecanismos para asegurar que los aumentos de impuestos «afectaran a casi todos, excepto a los que están en lo alto de la jerarquía económica». Todos los grupos de contribuyentes con ingresos de 75.000 dólares o menos – alrededor del 65% de los contribuyentes – tendrán una tasa de impuestos más alta en 2021 que en 2019″. Es el mismo dispositivo que utilizaron los republicanos de George W. Bush para vender su «recorte de impuestos» -para los ricos, claro- de 2001.

-¿Qué pasará si Trump se niega a aceptar una victoria de Biden y trata de resolver el caso ante el Tribunal Supremo? Y cuando los abogados y las milicias hayan terminado su trabajo, ¿hay alguna posibilidad de que el país se encuentre bajo la ley marcial?

– No creo que lleguemos a ese extremo, es una hipótesis bastante infundada. Donald Trump tiene una buena razón- tal vez incluso su propio futuro personal- para mantener su posición a través de todos los medios posible. Pero no estamos en la época de Richard Nixon, que tenía buenas razones para cuestionar la legitimidad del voto que perdió en 1960, pero que tuvo la decencia de poner el «bienestar» del país por encima de sus ambiciones personales. Donald Trump no es así. Y la organización que se arrastra a sus pies [el Partido Republicano] no es el partido político de hace 60 años.

Trump tiene aún dos meses para seguir con su obra de demolición, que ya ha ocasionado tanto daño a los Estados Unidos, ha perjudicado a todo el mundo y ha comprometido seriamente el futuro. Su propensión a destruir todo lo que él mismo no ha creado, sin importar el costo, es difícil de subestimar. Es capaz de aferrarse e intentarlo todo.

-¿Cuáles son las próximas etapas para la izquierda?

-Para la izquierda, las elecciones son un breve intervalo en la vida política real, un momento para preguntarse si vale la pena tomarse un día de licencia para ir a votar, normalmente en contra. En 2020, la opción fue transparente, por razones que no merecen ser revisadas aquí. Después viene la vuelta al trabajo. Una vez que Trump haya sido completamente descartado, el trabajo consistirá en avanzar para construir el mundo mejor que está a nuestro alcance.

* C.J. Polychroniou es el autor de Optimism Over Despair: Noam Chomsky On Capitalism, Empire, and Social Change, una antología de entrevistas con Chomsky publicada originalmente por Truthout y luego por Haymarket Books.

[Esta entrevista publicada por Truthout (7-11-2020), fue ligeramente editada para ser leída con más claridad. También fue actualizada para reflejar la victoria de Joe Biden sobre Donald Trump].

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