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Incendios en la amazonia brasileña de este año, peores que los del 2019

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Por Adán Salgado Andrade, México

El fascista Bolsonaro, aún “presidente” de Brasil, el año pasado alentó incendios en la selva brasileña, con tal de que sus ignorantes seguidores ganaderos, pudieran ampliar sus zonas de pastizales, pues es sólo zacate lo que queda tras un incendio forestal. Eso, para impulsar la producción de carne vacuna, leche y otros derivados (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2019/09/los-criminales-provocados-incendios-de.html).

La selva amazona de Brasil, es un pulmón del planeta, proporcionando la sexta parte del oxígeno que respiramos. Pero Bolsonaro dice que nadie tiene por qué cuestionar su aberrante forma de “administrar” los recursos selváticos de su país, que él puede hacer, como más convenga a los intereses de los brasileños.

Evidentemente, es un falaz argumento, producto de la prepotencia e ignorancia de ese sujeto, justo como, por ejemplo, fue su postura ante la pandemia, la que decía que era un invento y que no debían instaurarse medidas para evitarla. Su actuar ha sido igual que el de su máximo inspirador, el nefasto Trump, quien, también, desde el principio, negó la existencia del Covid-19, y ahora,  Estados Unidos, está desbordado por la falta de control inicial, con más de tres millones de contagiados y más de 150 mil decesos. Brasil, también tiene fuera de control a la pandemia.

Bolsonaro ya experimenta, en carne propia, el producto de su negación, pues, en días pasados, contrajo la enfermedad (ver: https://theconversation.com/brazils-jair-bolsonaro-has-coronavirus-what-it-could-mean-for-him-politically-142232).

Así que si esa fue su postura, con respecto a la pandemia, es de esperarse que, en lo demás, siga aferrado a aliarse con los grupos más conservadores de Brasil y los ayude a defender sus intereses.

Eso sucede de nuevo, por desgracia, con los incendios en la amazonia, que, indican reportes, son peores que los del año pasado, como informa un artículo del portal de información científica ZME, titulado “Fuegos en la amazonia brasileña de julio, los peores desde el 2007”, firmado por Fermin Koop.

El inicio del artículo dice que “Los fuegos forestales en la amazona brasileña, se incrementaron 19.5% en junio, comparados con el mismo mes, pero del año pasado, haciéndolos los peores, desde hace 13 años. Con tal incremento, organizaciones ambientales están preocupadas de que este año, se sobrepasen los catastróficos incendios, registrados el año pasado por todo el Amazonas”.

Una dramática foto, abre el artículo, en la que se aprecian extensas, altas llamas, devorando cuanto árbol y animales, que hubieran estado en ellos, en ese momento.

Julio es ya el mes considerado como el inicio de la estación seca en el Amazonas, y se registraron 2,248 incendios forestales, de acuerdo con el Instituto Nacional de Investigación Espacial (INPE). “Pero, lo peor, se espera en agosto. El año pasado, hubo más de 30 mil fuegos en ese mes, una cifra que, seguramente, también se excederá este año”.

Como señalé antes, los fuegos son provocados. Si, de por sí, con el calentamiento global, se irán intensificando los incendios, si éstos, son provocados, se incrementarán mucho más. Y será muy difícil apagarlos. Como sucedió en Australia a fines del 2019, con incontrolables fuegos, que, gracias a intensas lluvias, lograron ser extinguidos.

Además, eso hará que cientos de miles de personas, como los nativos que viven entre la selva, deban de huir para salvar sus vidas. Serán de los llamados refugiados climáticos, que tienden a incrementarse en muchos países(ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2019/01/los-refugiados-climaticos.html).

Todos esos incendios, llevan a una muy acelerada deforestación, que, tan sólo entre enero y mayo del 2020, ha dejado más de 2000 km2 sin selva. Son pérdidas que nunca se recuperarán, pues le llevó al planeta decenas y hasta cientos de años crear a las desaparecidas extensiones selváticas.

Y como desde el 2019 se talaron ¡9,000 km2 de árboles!, teme el INPE que se incendien. Eso incrementará las humaredas, las que pueden agravar la pandemia, pues el humo invade los pulmones y los vuelve más susceptible de enfermedades respiratorias. Brasil, ya es el segundo país con más contagios en el mundo.

El problema se ha agravado porque el tóxico Bolsonaro ha legalizado ganadería y minería, en zonas antes protegidas.

Mauricio Voidovic, director ejecutivo de WWF (World Wild Fund) OGN, de Brasil, advierte que “no podemos dejar que se repita la situación del 2019”.

El sátrapa “ministro de economía”, Ricardo Salles, repite el mismo discurso de su nefasto jefe, diciendo que, ahora que la gente está distraída por la pandemia, “debemos empujar y cambiar todas las reglas ambientales que se oponen al avance económico”. Ya veremos si eso piensa cuando, en pocos años, la selva sea diezmada y ya, ni como pulmón del planeta, sirva.

El problema es que 60% de la selva amazónica está en Brasil. Además de ser, como señalé, el pulmón mundial, su vegetación alberga a unos tres millones de especies de animales y plantas. Es decir, es muy rica en biodiversidad, una cualidad que, de no protegerse, acabará más pronto de lo que pensamos con toda forma de vida en el planeta, incluida la nuestra (ver: http://adansalgadoandrade.blogspot.com/2019/03/la-perdida-de-biodiversidad-la-perdida.html).

Y puede estar llegándose ya, a los límites, de que la selva amazónica pueda seguir resistiendo tantos incendios y deforestación, pues “muchos investigadores, dicen que el Amazonas puede estar cercano a su “pico”, cuando su naturaleza cambie por completo. Esto, sucederá cuando la deforestación total alcance entre el 20 y 25%, algo que podría pasar en los próximos 20 o 30 años”.

Y también va a cambiar su capacidad para absorber CO2, pues un reciente estudio mostró que “su potencialidad para absorber bióxido de carbono, está desbalanceada, sobre todo, en Brasil. Durante los últimos diez años, más del 20% del Amazonas, se ha convertido en una fuente de CO2 para la atmósfera, una mala noticia para el clima mundial”. Es decir, que, por tantos incendios y talas, la selva amazónica, no sólo deja de producir oxígeno, ni de absorber CO2, sino que, ahora, lo emite. Está actuando, cada vez más, inversamente.

Así que, no resta más, que agradecerle a Bolsonaro que se “preocupe” por administrar “su” selva, como él quiera, para “beneficio” de sus brasileños.

Esperemos que, cuando ya ni ellos puedan respirar, esté muy contento de que “logró” un gran “desarrollo económico”, a costa de asfixiar al planeta.

Contacto: studillac@hotmail.com

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