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EL ENIGMA DE KAUTSKY

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Marc Mulholland

Karl Kautsky, como es bien sabido, fue reconocido como el intérprete más autorizado del marxismo de la Segunda Internacional. En broma, se referían a él como el “Papa del marxismo”. Kautsky, en cierta medida simplificó y sistematizó el corpus marxista, pero también fue un pensador original, y con el trabajo de toda una vida desarrolló el sistema que había heredado.

En relación a su obra, me interesa particularmente las actitudes de los socialistas hacia el proletariado. Los socialistas escriben mucho sobre el capitalismo, pero sorprendentemente poco sobre el proletariado – la clase obrera moderna asalariada – y esto incluye al propio Marx, así como a sus sucesores. En algunos aspectos Kautsky es parte de esta tradición: no escribe directamente sobre el proletariado como tal, pero se pueden encontrar en su obra consideraciones más relacionadas con el proletariado como clase social que las que se pueden encontrar en la obra de Marx.

Probablemente la más útil es su importante trabajo, La cuestión agraria, publicado en 1899, que era parte de un debate en el seno de la socialdemocracia alemana sobre el revisionismo. También su Anti-Kritik, que fue su respuesta específica a Bernstein en el debate sobre el revisionismo. He tratado de extraer de ellos lo que dice Kautsky del proletariado y su relación con el socialismo.

Clases candidatas

Quiero empezar por examinar lo que Kautsky dice acerca de esas otras clases, no proletarias, que podrían considerarse como candidatas a jugar un papel progresista. No dice mucho acerca de los ricos ilustrados y filantrópicos – él mismo era de origen burgués – pero estaba de acuerdo con Marx en que ese tipo de personas siempre serían una pequeña minoría.

Se concentró más en la población trabajadora en general, señalando que sólo el proletariado asalariado es un agente social con tendencias socialistas espontáneas. Esto no es debido a que sean los más pobres de la sociedad – Kautsky es bastante claro en el sentido de que el proletariado moderno no se caracteriza por su pobreza. De hecho, otras clases distintas del proletariado son más explotadas (en el sentido no técnico). Los campesinos y los artesanos, por ejemplo, trabajaban incesantemente para preservar su pequeña propiedad y por esta razón tendían a aceptar estándares de vida más bajos que los esperados por los asalariados. Incluso cuando estaban semiproletarizados, los campesinos y los artesanos estaban demasiado apegados a su propiedad privada residual como para desarrollar cualquier tipo de simpatía en general por el socialismo. De hecho, Kautsky creía que, en tanto los trabajadores creyeran que podían ser independientes, que podían poseer su propia propiedad productiva, se resistirían Al socialismo. Cito:

“Aunque las personas viven en el presente, trabajan para el futuro … El obrero asalariado industrial que todavía cree que la artesanía tiene un futuro, o el jornalero que se imagina a sí mismo como un futuro maestro, es diferente de aquel que ha abandonado toda esperanza de llegar a ser independiente dentro del actual modo de producción”. (1)

Si se cree que se puede llegar a ser un productor independiente en el actual modo de producción, no se será socialista. La implicación aquí es que la pequeña propiedad es más atractiva naturalmente que la propiedad colectiva, que sería una segunda opción en el mejor de los casos, por lo que se refiere a los trabajadores. Los campesinos y los artesanos, por otra parte, están acostumbrados a trabajar por su cuenta y por lo tanto carecen del sentimiento común y la disciplina de los trabajadores industriales, a los que la empresa capitalista les forma en el trabajo socializado, y en los que la resistencia organizada contra la explotación capitalista ha fomentado las virtudes de cooperación, confianza en sus compañeros y sumisión voluntaria al colectivo. De nuevo, para Kautsky, el instinto socialista sólo emerge entre aquellos trabajadores que carecen de toda esperanza de actuar
individualmente.

El proletario está en posición antagónica con su empleador, pero como consumidor también está en conflicto con todos los que son dueños de sus medios de producción, incluyendo a campesinos y pequeños comerciantes. El socialismo, por tanto, no puede ser construido a partir de un interés común con los pequeños propietarios, estén más o menos explotados. Ahora bien, es cierto que la clase de los pequeños propietarios tenía su propia tradición revolucionaria heroica. Históricamente había sido la primera piedra del movimiento democrático, lo que Kautsky reconoce sin ambages. Pero a finales del siglo XIX esto había cambiado:

“Hace cien años, el pequeño comerciante superó con creces a todas las demás clases populares en inteligencia, autosuficiencia y coraje. Hoy en día, el proletariado desarrolla vigorosamente estas virtudes, mientras que el pequeño comerciante se ha convertido en el prototipo de la estrechez, el servilismo y la cobardía”. (2)

Continuamente bajo la presión tanto de los grandes capitalistas como de los asalariados, el pequeño comerciante tiende a la histeria política y es presa de los demagogos. Como clase, tienden hacia lo que Kautsky llama una “democracia reaccionaria”: el colapso del movimiento democrático pequeñoburgués en una rabiosa hostilidad hacia el proletariado organizado. Esta tendencia, Kautsky argumentó en 1909, era aún más avanzada en Francia, Austria y Suiza que en Alemania, mucho antes del ascenso del fascismo alemán, por supuesto. la socialdemocracia internacional no tenía ningún enemigo más encarnizado que la “democracia reaccionaria”.

También están las famosas “nuevas clases medias”. El modo de producción capitalista también produce esta nueva clase media de intelectuales, profesionales, académicos, artistas, ingenieros y otros. ¿Podrían ser un sujeto social progresista? No. Carecen de una conciencia propia coherente, siendo los intereses de cada sector demasiado particulares. Esta clase en crecimiento, a pesar de su falta de propiedad, no es en absoluto un campo de reclutamiento prometedor para el movimiento socialista.

Y ¿qué pasa con las personas que viven en la economía gris, sumergida y marginada en las zonas urbanas (probablemente la mayoría de la llamada clase trabajadora en nuestro actual “sur global”)? Kautsky dice que este proletariado pobre, o lumpenproletariado – sin empleo o criminal – es superfluo a la producción, a pesar de que representaba una proporción creciente de la población en las zonas industriales. En general, es servil con los poderosos, y no puede tomar la iniciativa en el movimiento revolucionario, aunque puede pescar en las aguas turbulentas de las turbulencias revolucionarias.

Esto es lo que el historiador socialista del siglo 20, Raymond Postgate, escribió:

“Puede, como en Baviera en 1919, que momentáneamente apoye la revolución, sólo para abandonarla rápidamente a la primera dificultad. Puede, como cuando Cavaignac lo armó en París en 1848, que tome las armas por unos cuantos centavos para aplastar a los mismos revolucionarios que luchan en su defensa”. (3)

El proletariado

Para Kautsky el verdadero proletario era el trabajador sin posibilidad de llegar a ser independiente. Esto es importante: el proletariado no es sólo una posición objetiva de clase: es una psicología de clase. El proletario tiene la misma voluntad de vivir que cualquier otra clase, pero esta voluntad de vivir se despliega en condiciones apropiadas a sus medios de vida definidos en términos de clase. Los proletarios no se esfuerzan por el beneficio, sino que venden su fuerza de trabajo, y es natural que busquen precios más altos para esa fuerza de trabajo y precios más bajos para los alimentos, etc. Esa es la base elemental de la conciencia de clase proletaria.

Kautsky reconoció que en un principio, con el inicio de la industria moderna, el término “proletariado” implicaba una degeneración absoluta. Históricamente, durante la primera industrialización, el proletariado fue reclutado entre las clases pobres, semi-criminales, perezosas de los barrios populares, como se podría encontrar, ya fuese en la antigua Roma o de hecho en los barrios pobres de la Turquía moderna o Londres. Kautsky afirma que el proletariado surgió como una chusma con poca conciencia política. Sin embargo, el proletariado industrial moderno era también un fenómeno absolutamente sin precedentes. Por primera vez, surge como una clase hereditaria, radicalmente distinta de sus empleadores. Parte de esta línea de argumentación proviene de Marx, y algunos de estos argumentos creo que vienen de los pensadores socialistas franceses de la década de 1830, en particular la noción de una clase hereditaria, y tal vez de Lorenz von Stein.

En marcado contraste con la industria de la Edad Media, en la industria moderna el lugar de trabajo está completamente separado del hogar. En la época de los gremios, los trabajadores del taller artesano eran parte de la familia, a la familia del maestro. Los trabajadores no podían establecer su propio hogar: no podían casarse y formar una familia sin establecerse primero como una unidad económica autónoma, es decir, sin llegar a ser aprendices en el camino de convertirse en maestros. En términos muy prácticos, el proletariado pre-moderno no podía reproducirse a sí mismo como una clase, porque era casi imposible tener una familia sin escapar de la condición proletaria. Esto contrasta con la industria moderna, como surgió a finales del siglo XVIII y comienzos del XIX, donde los hogares y la fábrica están separados. Los trabajadores ahora pueden crear sus propios hogares y familias sin antes tener que convertirse en artesanos independientes. Los asalariados se multiplican y se convierten en una clase distinta, que se auto-reproduce. (Marx subrayó que los capitalistas pueden dejar la reproducción del proletariado a los propios proletarios. Hay una cantidad sorprendente de textos de Marx, que nos parecen ahora extraños, sobre la vida sexual del trabajador asalariado).

Kautsky argumenta que el proletariado es una clase hereditaria que se auto-reproduce de una manera que, tradicionalmente, el asalariado no había sido. La separación entre el hogar y la fábrica fue crucial para permitir al proletariado desarrollar una conciencia de clase cohesiva. Esto es debido a que permitió al asalariado convertirse en un individuo libre fuera de su trabajo, y desarrollar las cualidades que hacen posible que el proletariado pueda conquistar el poder del Estado.

A diferencia de los proletarios del mundo antiguo y medieval, el proletariado moderno abastece las necesidades de la clase dominante en lugar de ser abastecido por ésta. No envidian ni imitan a los ricos, sino que los desprecian como ociosos. Fue este cambio de conciencia lo que hizo a la clase obrera moderna. La sensación de poder que acompaña a la conciencia de clase implica la regeneración de la clase obrera. La gran industria conduce inevitablemente a la concentración progresiva de la masa de la población y de la vida económica en grandes ciudades. Esta concentración y urbanización es crucial para el desarrollo de la conciencia de clase proletaria. Los trabajadores pueden comunicarse y organizarse con mayor facilidad en los centros urbanos, y son más difíciles de controlar y disciplinar. La multiplicidad de oportunidades de empleo significa que si es necesario pueden normalmente esperar encontrar un nuevo trabajo en otro lugar. La ciudad estimula el intercambio intelectual a través de innumerables asociaciones, reuniones, exposiciones, museos, teatros y bares. Es aquí donde el proletariado alcanza la conciencia de clase, se organiza y alcanza la madurez política. Kautsky cree que el proletariado es, más o menos necesariamente, una clase urbana.

Dos tendencias opuestas, Kautsky argumentó, actúan sobre el proletariado bajo el capitalismo. Por un lado, la degradación que producen un trabajo desmoralizador y la pobreza. La primera industrialización produjo una degeneración absoluta, tanto física como moral, pero fue sólo una etapa de transición. En términos generales, la industrialización mejora el nivel de vida de los trabajadores, lo que evoluciona, en general, en menos horas de trabajo, salarios más altos y condiciones más higiénicas de vida. Los trabajadores, por otra parte, se esfuerzan por regenerarse a sí mismos – en primer lugar, mediante la limitación de la jornada de trabajo. Kautsky no estuvo de acuerdo con la idea común de que la revolución social surge de la miseria proletaria y la degradación. Con el tiempo, dijo, la tendencia a la mejora de las condiciones de vida del proletariado, inevitablemente, acaba prevaleciendo.

No obstante, incluso en las mejores circunstancias, el proletariado se ve privado de la cultura, de tener poco de tiempo libre para adquirirla y ser intelectualmente embrutecido por unas máquinas que no le exigen pensar. Sin embargo, el trabajador está ansioso por escapar del lugar de trabajo con el fin de desarrollar su potencial. El mismo proceso de la producción moderna, al agrupar a los trabajadores en áreas urbanas, rompe los confines limitados de la vida rural, mezcla culturas y requiere la alfabetización. Todo ello actúa sobre la vida intelectual del proletario y despierta en el la sed de conocimiento. El proletario tiene el deseo de ejercitar su mente fuera de sus horas de trabajo. A diferencia del intelectual burgués, cada vez más encerrado en su especialidad esotérica, el trabajador trata de abarcar todos los campos del saber: “Es en el proletariado despreciado e ignorante donde renace el espíritu filosófico de los miembros brillantes de la aristocracia ateniense“. (4)

La importancia del deseo de mejora cultural del trabajador asalariado aumentó en el pensamiento de Kautsky. Antes de 1916 el deseo de los proletarios de educarse de forma autodidacta y el aumento de la capacidad de la sociedad para educarlos se había convertido, para Kautsky, en crucial para su papel histórico. Así afirma:

“Si esperamos mejores resultados de la lucha de clases del proletariado moderno que de las luchas de las clases trabajadoras de épocas anteriores, la razón esencial es la mayor sed de conocimiento y las mayores oportunidades educativas del trabajador moderno”. (5)

La lucha de la clase obrera por el salario no puede superar por si misma la degradación del capitalismo o revertir su tendencia creciente hacia la crisis. La elevación de la clase obrera
provocada por la lucha de clases, por lo tanto, es más moral que económica. Sin embargo, la elevación moral de la clase obrera genera un creciente descontento con las limitaciones impuestas por el orden capitalista.

Kautsky, al menos en la década de 1890, admitió que el nivel de vida de la clase obrera estaba mejorando. Inicialmente, argumentó que esto era debido a una caída de los precios agrícolas, que hacía que los alimentos y otros productos básicos fueran más baratos. Con el cambio de siglo lo fue atribuyendo más a la reforma social y económica. Siguiendo el consejo de Engels, Kautsky en su crítica del programa de la socialdemocracia alemana no se concentró en la pobreza de la clase obrera, sino en la incertidumbre de sus medios de existencia como el factor más potente de radicalización:

“De todos los males del actual sistema de producción, el más difíciles de sobrellevar – el que vacía con más saña las almas de los hombres y hace brotar de su raíz todos los instintos del conservadurismo – es la incertidumbre permanente de su medio de vida”. (6)

Esta incertidumbre se ve agravada por la migración internacional de trabajadores – un tema muy actual hoy. Kautsky comentó irónicamente que en el flujo constante de la inmigración generada por el transporte internacional, “los barcos de vapor y los ferrocarriles, esos pilares tan cacareados de la civilización, no sólo llevan armas, licores y sífilis a los bárbaros, sino que también nos traen a los bárbaros y su barbarie“. (7)

Los enjambres de desocupados eran un peligro social, que se mezcla en “esa masa formidable de la humanidad de todo tipo que pueden ser designados como los barrios miseria“. (8) Dentro de este grupo incluye a los timadores y los estafadores, los delincuentes y las prostitutas, y los parásitos sociales diversos sin ninguna función útil. También incluyó a los intermediarios, los encargados de salón, los agentes comerciales, los sirvientes personales, la mayoría de los soldados y, curiosamente, los tambores.

En primer lugar, los trabajadores tienden a resentir la afluencia de extranjeros que socavan los salarios. Aprenden, sin embargo, que la única medida para contrarrestarlo es la solidaridad internacional, oponiéndose a la opresión capitalista más allá de las fronteras. El moderno proletario -a menudo obligado a emigrar en busca de trabajo – es menos propenso a caer en un chovinismo nacional estrecho que el pequeño propietario unido a su tierra, el mercado y el entorno local.

El movimiento obrero

A medida que el trabajador no especializado puede ser sustituido con facilidad, la auto-organización de los trabajadores tiende primero a desarrollarse entre la clase obrera cualificada. Por consiguiente, el proletariado se diferencia en dos sectores. Los trabajadores mejor organizados y más cualificados llegan a considerarse a sí mismos como una “aristocracia del trabajo”. Excluyen a los trabajadores no especializados de los sindicatos de oficio y actúan de hecho como “los peores enemigos de la clase obrera“. (9)

Esta división se supera gracias a la progresiva mecanización, que disuelve los diversos oficios en el abismo del trabajo común. Sector por sector, los trabajadores no cualificados emulan a los sectores mejor organizados del movimiento obrero, y superan su apatía moral. Mediante este proceso de emergencia y selección se desarrolla una vanguardia del trabajo – “la iglesia militante”, como la llamó Kautsky, de la clase obrera- , que se desarrolla a un ritmo más rápido que la clase en su conjunto.

A partir de este proletariado militante se recluta la mayor parte del movimiento socialista. De hecho, “el socialismo y el proletariado militante tienden a ser la misma cosa“. (10) Las primeras armas del proletariado moderno son la huelga y el boicot. La huelga, en particular, es el arma de guerra peculiar del proletariado. Aunque es probable que desempeñe un papel importante en un proceso revolucionario, la huelga es claramente inadecuada para la lucha a gran escala de la clase trabajadora. Los trabajadores deben exigir inevitablemente libertades políticas para organizarse a escala masiva. Las libertades civiles y políticas son para el proletariado “prerrequisitos de vida“; son “la luz y el aire del movimiento obrero“. (11) Para Kautsky, la forma más elevada de la lucha de clases del proletariado no es la huelga, sino el proceso político democrático y la conquista y utilización de las libertades civiles. Los bolcheviques, por cierto, estaban completamente en desacuerdo con Kautsky en este punto: en su opinión, la acción democrática de la clase obrera era un signo de debilidad del proletariado, no de madurez. “El proletariado necesitaba la democracia en el pasado porque aún era incapaz de pensar la dictadura en términos reales“, escribió Nikolai Bujarin. (12) No llegamos muy lejos si eludimos las diferencias políticas y temperamentales reales entre el bolchevismo y el kautskismo.

Mientras que los capitalistas ricos pueden influir directamente en los gobiernos, la clase obrera sólo puede hacerlo, de acuerdo con Kautsky, a través de la actividad parlamentaria. La lucha para influir en el parlamento es para la clase obrera “la palanca más poderosa que puede utilizar para sacar al proletariado de su degradación económica, social y moral“. (13) La clase obrera está particularmente bien adaptado a esta forma de organización parlamentaria, porque se forma a través de distintas formas de actividad en el trabajo, lo que acostumbra a los trabajadores a una rígida disciplina. La participación obrera en la política conduce inevitablemente a un partido de clase específico: “Más pronto o más tarde en todos los países capitalistas la participación de la clase obrera en la política debe conducir a la formación de un partido independiente, a un Partido del Trabajo”. (14)

Kautsky era de la opinión de que un partido de clase de los trabajadores debe exhibir tarde o temprano tendencias socialistas. Estaba seguro, por lo tanto, de que la lucha de clases proletaria toma una dirección socialista por su propia naturaleza. Esto contrasta con la visión tradicional de Lenin, de que el socialismo debe ser llevado al proletariado desde el exterior. No es eso lo que pensaba Kautsky. Kautsky no creía, de hecho, que los proletarios se inclinaran por el socialismo porque ese fuera el interés objetivo de la clase obrera. De hecho, Kautsky pensaba que la población rural tenía un interés objetivo mayor en el socialismo que incluso la clase obrera urbana.

El desarrollo espontáneo de la conciencia socialista en el proletariado tiene un doble aspecto. En primer lugar, que el proletariado carece de propiedad, que no tiene apego específico a la propiedad privada de los medios de producción y, por lo tanto, es posible ganarlo para la destrucción de la propiedad privada y del modo de producción capitalista. En segundo lugar, al ser explotado, el proletariado se esforzará para poner fin a esa explotación.

Kautsky tuvo que admitir que la explotación de la clase obrera es una noción algo abstracta. Si, como sostiene Marx, la fuerza de trabajo se vende a su valor de mercado, difícilmente puede ser inmediatamente obvio para los trabajadores que están siendo robados. Este es particularmente el caso si la explotación técnica, para los estándares marxistas, coexiste con el aumento de los salarios, como Kautsky creía que era el caso. La “ciencia” del marxismo no era de mucha ayuda aquí. Kautsky reconoció que la masa de los trabajadores ni realiza una investigación estadística ni reflexiona sobre las teorías del valor y de la plusvalía. Sin embargo, los trabajadores pueden y deben percibir su explotación, cuando contemplan el aumento de los beneficios y la mejora del nivel de vida de la burguesía, porque “las clases no están divididas por murallas chinas… Que el nivel de vida de la burguesía se eleva más rápidamente que entre los trabajadores se pueden ver en cada paso“. (15) En términos de la psicología, por lo tanto, la explotación de clase es un punto de vista relativo y comparativo.

Aquí me permito añadir algunos comentarios a lo Kautsky tenía que decir. Es evidente que los trabajadores a menudo encuentran las desigualdades de riqueza perfectamente justificable. En general, sólo le ponen peros si creen que la riqueza no ha sido obtenida con esfuerzo. La gente común no suelen oponerse a que los jugadores de fútbol, ??por ejemplo, estén muy bien pagado, siempre y cuando jueguen bien. A menudo les gusta pensar que la familia real lleva a cabo un trabajo difícil por el país y que se les paga mediante la generación de ingresos turísticos. La gente, sin embargo, se opone cuando cree que los ingresos se perciben sin ser fruto del trabajo. Siempre hubo mucha oposición de los trabajadores, por ejemplo, a los propietarios de las minas de carbón, porque habían hecho grandes sumas de dinero, simplemente debido al golpe de suerte de que tenían carbón en terrenos que poseían. Esto ayuda a explicar la extraordinaria solidaridad proletaria de la huelga general de 1926. Hoy en día, los rentistas como Sir Philip Green son despreciados porque no parecen hacer nada para “crear riqueza” real. Del mismo modo, y por desgracia, hay mucha hostilidad de base a los que “estafan prestaciones sociales”, los “inmigrantes económicos” y otros grupos oprimidos que son vistos como parásitos sociales. Hay una extensa e instructiva literatura en psicología social de cómo funciona esta “justicia motivada”, basándose en los conocimientos de Melvin J Lerner.

Volvamos a Kautsky y su punto de vista de la psicología proletaria. Los trabajadores son más propensos a verse a sí mismos como explotados si los empresarios son extranjeros, y para Kautsky eso explica en parte los intensos antagonismos de clase que eran evidentes en la Rusia zarista. Si, por el contrario, era la clase trabajadora la que estaba dividida por nacionalidades, o contaba con un gran número de inmigrantes (como fue el caso en los Estados Unidos), la conciencia de clase tuvo grandes dificultades en aparecer. Esto se debe a que los inmigrantes no son de forma espontánea e inmediatamente considerados como parte de la clase ‘hereditaria’ proletaria, ya que vienen de fuera.

La dictadura del proletariado

Vale la pena tener en cuenta que para Kautsky la dictadura del proletariado no es lo mismo que el partido socialista en el poder. De hecho, la dictadura del proletariado no tiene por qué ser socialista en absoluto. A veces, por ejemplo, Kautsky hace referencia a una dictadura del proletariado en el período del terror revolucionario francés de la década de 1790. Esto nos puede parecer extraño. Estamos acostumbrados a la idea leninista de que la dictadura del proletariado es una herramienta para la construcción del socialismo. De hecho, surgió como una descripción del proletariado en el poder, pero no era una descripción de su programa inmediato y su ideología. Es necesario recordar que Marx y Engels se refieren a la Comuna de París como la dictadura del proletariado, pero no creían que fuese socialista.

En el pensamiento de Kautsky, la dictadura del proletariado es un partido obrero en el poder, independientemente de si cuenta o no con un programa socialista. El gobierno de la clase obrera es la dictadura del proletariado – nada menos y nada más. Kautsky lo interpretó en el sentido de la exclusiva dominación política del proletariado, sin alianzas con cualquier otra clase.

Para Kautsky es inevitable, una vez que el proletariado existe, que un partido de los trabajadores organizados políticamente contienda por el poder estatal. Ese partido de los trabajadores pueden organizarse e incluso formar gobierno sin desarrollar primero un programa socialista. Sin embargo, el partido del proletariado, una vez en el poder, debe orientarse inevitablemente en una dirección socialista.No puede utilizar la primera gran victoria de la clase obrera sobre el capital, que pone el poder político en sus manos, de otra manera que suprimiendo el nexo capitalista.

¿Qué haría un gobierno de los trabajadores? En primer lugar, lograr la transformación del estado militarista en un “estado de la cultura” (un término que Kautsky tomó de Wilhelm Liebknecht). El “estado de la cultura” asume la responsabilidad sobre la educación, la sanidad y el transporte. Pero irá más lejos. Para Kautsky, ese gobierno toma una dirección socialista por su propia naturaleza.

Cuando un gobierno obrero llegue al poder tendrá, por la fuerza de las circunstancias económicas, que luchar por el pleno empleo como primer requisito exigido por aquellos que viven solamente de la venta de su fuerza de trabajo. Este sería el caso, incluso si, como en Inglaterra, el Partido Laborista, piensa “en términos liberales en lugar de socialistas“. (16) Un gobierno de los trabajadores que se esforzase seriamente para asegurar el pleno empleo inevitablemente entraría en conflicto con la lógica capitalista. Kautsky plantea la hipótesis de que en tales circunstancias los capitalistas verían amenazada su rentabilidad y, por lo tanto, tratarían de vender sus propiedades a las cooperativas obreras y al estado. Esto parece poco probable, pero un ejemplo análogo ocurrió en realidad en la llamada Guerra por la Tierra en Irlanda. Se trató de un movimiento de campesinos y pequeños agricultores contra el latifundismo, que llevó a una especie de punto muerto, pero un punto muerto en el que los propietarios ya no podían extraer suficientes rentas de sus aparceros. En última instancia, los propietarios decidieron vender, permitir que los campesinos tuvieran tierra, porque no podían imponerles los niveles de renta que querían. Bajo la presión de sus aparceros, el latifundismo se extinguió. Kautsky esperaba que los capitalistas hicieran lo mismo, una vez que llegara al poder un gobierno de los trabajadores sólido, sin apoyos de ninguna otra clase.

La hipótesis de Kautsky se basaba en la experiencia irlandesa. Un gobierno de los trabajadores destruye la integridad del capitalismo. Llega al poder un gobierno de los trabajadores que mejora sustancialmente la situación de la clase obrera hasta el punto de que los márgenes de beneficio de la clase capitalista son prácticamente destruidos, y los capitalistas a continuación tratan de vender sus activos al estado o las cooperativas. Creía que los propietarios de bienes buscarían una compensación en lugar de tratar de luchar como capitalistas, una vez que habían perdido todas sus armas de coerción contra la clase trabajadora. Así que, incluso en ausencia de un movimiento de trabajadores motivados explícitamente por las teorías socialistas, la supremacía política del proletariado y la continuación del modo de producción capitalista eran incompatibles.

Así que eso es lo que Kautsky entendía por la dictadura del proletariado. De hecho, no le gustaba mucho el término. En su respuesta a Bernstein en su Anti-Kritik, escribió: “Yo no juro que la supremacía del proletariado deba inevitablemente tener la forma de una dictadura de clase. No hay necesidad de atarnos las manos sobre esta cuestión“. (17) Después de la experiencia de los bolcheviques y de las revoluciones de Europa Central en el período 1919-1921, Kautsky abandonó la idea de la dictadura revolucionaria del proletariado por completo. En cambio, en el período de transición el gobierno por lo general asumiría la forma de una coalición con otros partidos de clase -al menos cuando la conquista del poder por parte de los trabajadores se efectuase por la vía democrática. En esto fue influido por Otto Bauer en Austria.

Analizaré ahora la famosa fórmula de Kautsky sobre el desarrollo histórico de un movimiento socialista de masas – la fusión del movimiento obrero y de los intelectuales socialistas – porque quiero hacer hincapié en que la dictadura del proletariado es algo distinto de un gobierno socialista consciente. El partido de clase de los trabajadores se encuentra la doctrina socialista ya desarrollada en mayor o menor medida por elementos de la intelectualidad. El socialismo se desarrolló como una ideología a comienzos del siglo XIX como la “expresión más profunda y más espléndida de la filantropía burguesa“. (18) Los primeros socialistas querían rescatar a la clase obrera, pero no creían que el proletariado fuese el agente de su propia emancipación. De hecho, en la medida en que deseaban una sociedad armoniosa, se oponían positivamente a la lucha de clases.

El incipiente movimiento obrero sospechaba naturalmente de tales intelectuales socialistas. Según Kautsky, la gran contribución de Marx y Engels fue vincular el socialismo con la lucha de clases proletaria cotidiana. Citó:

“Marx y Engels lograron en [teoría] la unificación del movimiento obrero y el socialismo. Sustituyeron el empirismo del ensayo y el error y los anhelos sentimentales por la clara percepción de que la forma más elevada del movimiento obrero es el movimiento  socialista, y que el socialismo sólo puede realizarse a través del movimiento obrero; que el movimiento obrero debe, necesariamente, esforzarse por ir más allá de la sociedad capitalista, y que la única clase que tiene el poder para luchar por una etapa social superior más allá del capitalismo es la clase de los trabajadores asalariados”. (19)

La unificación del socialismo y del movimiento obrero era la definición de Kautsky del ‘socialismo científico’. Es interesante que atribuyese su origen no a una obra de Marx, sino a La condición de la clase obrera en Inglaterra (1844) de Friedrich Engels. Engels inventó el socialismo científico, ¡no Marx! Poco a poco, lo que Engels había predicho ocurrió: la fusión del movimiento obrero y el socialismo. El partido de Kautsky, el SPD alemán, no era un partido democrático popular en el sentido burgués del término, sino un partido de lucha de clases. Su función consistía en reclutar y organizar al proletariado:

“Una vez que la socialdemocracia haya ‘agrupado’ a toda la masa del proletariado … ningún poder será capaz de resistirse. La principal tarea de la socialdemocracia es, y sigue siendo: ganarse a esas masas, organizarlas política y económicamente, elevar su nivel intelectual y moral y conducirlas hasta el punto en que puedan asumir su herencia: el modo de producción capitalista”. (20)

Sin embargo, la socialdemocracia no estaba simplemente allí para representar los intereses del proletariado: más bien era encauzar con las ideas socialistas generadas por los intelectuales el poder y el dinamismo de la clase obrera como sujeto del cambio social. La socialdemocracia es el partido del proletariado en la lucha de clases, pero no es sólo eso. También es el partido del desarrollo social.

Bernstein sostuvo la famosa frase de que “el movimiento lo es todo, el fin nada”. Kautsky la invierte:

“El objetivo y el movimiento van de la mano con la socialdemocracia. Son inseparables, pero, si llegaran a entrar en conflicto, sería el movimiento obrero quién tendría que ceder el paso”. (21)

En otras palabras, el desarrollo social prevalece sobre los intereses del proletariado. En particular, de ciertos sectores de la clase obrera – aquellos que trabajan en oficios con una cualificación importante – que tienen tendencia a convertirse en aristocracias obreras que se oponen a la mejora técnica progresiva con el fin de proteger sus puestos de trabajo. La socialdemocracia no puede apoyar tales corporativismo. (Estaría tentado de sugerir que, en opinión de Kautsky, los socialistas no deben apoyar a los trabajadores del metro de Londres en su campaña contra los trenes sin conductor).

La socialdemocracia, por decirlo todo, no se sentía comprometida a apoyar toda acción industrial sectorial. Incluso el socialista de izquierda, Anton Pannekoek, dijo lo mismo en 1912:

“Los socialistas no deberían apoyar, por ejemplo, a los trabajadores portuarios que luchan contra la introducción de los ascensores de maíz, incluso si eso significa la destrucción de miles de puestos de trabajo … La idea surgirá: ‘¿No podemos luchar contra ellos con el poder de los sindicatos? Pero la socialdemocracia respondería: ‘Es imposible; no podemos luchar contra el progreso. Aseguraros que las máquinas sean vuestras”. (22)

Su objetivo era “eliminar los obstáculos a la libre actividad y organización del proletariado” y agitar a favor de medidas de Estado “para proteger las capacidades físicas, intelectuales y morales del proletariado… siempre que la actividad de los individuos y la masa organizada del proletariado sea incapaz de hacerlo“. (23) La socialdemocracia tiene como objetivo la elevación intelectual y moral del proletariado con el fin de lograr el control del mecanismo económico. Kautsky puso un gran énfasis en la legislación en apoyo de una jornada laboral limitada legalmente – o el “día normal de trabajo”, como era conocida. Era el principal problema, cuando se trataba de la protección de los trabajadores. El movimiento socialista no podía prometer a los trabajadores proteger sus puestos de trabajo, sólo su capacidad de trabajo y su vida. El movimiento socialista protege la humanidad de los trabajadores, no sus trabajos particulares.

El proletariado en el socialismo

Ahora voy a pasar a lo Kautsky pensaba acerca de la posición de los trabajadores dentro del orden socialista. La revolución socialista implicaría la transición a un nuevo sistema de propiedad, que ya está latente en el viejo.

Cuando la propiedad productiva era trabajada por individuos, la propiedad individual había sido necesaria. La producción a gran escala, por otra parte, requiere la cooperación y la producción social. El trabajo se convierte necesariamente en colectivo. Se hace totalmente imposible que cada trabajador individual posea sus propios medios de producción. La sustitución del común por la propiedad privada, de la producción para su uso por la producción para la venta, implicaba la evolución de la propiedad. El taller capitalista independiente se transforma en instituciones sociales y esas instituciones, a su vez, se unen en un gran conglomerado: una comunidad socialista. De forma algo desconcertante, la sociedad socialista no sería otra cosa que “un gigantesco conglomerado industrial“. (24)

Hubo pocos indicios en los escritos de Kautsky de que creyese que la división del trabajo entre manual y mental pudiese ser superada. De hecho, Kautsky siguió a Marx al pensar que la ciencia determina cada vez más la productividad del trabajo. Pero fue más allá de Marx al afirmar que la formación de habilidades manuales y la formación científica son dos actividades estrictamente separados. La productividad se basaría en los científicos y los trabajadores manuales no tenían nada que ver en ello.

También fue muy escéptico acerca de la viabilidad de las cooperativas obreras. El empresario individual- independiente, implacable, muy motivado – era mucho más capaz a la hora de aprovechar las oportunidades del mercado. Las cooperativas individuales, casi invariablemente, se convertían en empresas capitalistas. La explotación capitalista sólo podría ser superada por las grandes – y al parecer jerárquicas – empresas socialistas.

Es cierto que el trabajador reclama libertad, además de buenas condiciones de trabajo“, admite Kautsky, cuando habla del socialismo gremialista. “Quiere que haya democracia en la industria“. Es evidente, sin embargo, que Kautsky tenía una visión limitada de lo que podría significar la democracia industrial: “La democracia significa no la anarquía, sino la sumisión del individuo a las decisiones de la mayoría, y a los gerentes que la mayoría nombra“. (25) Para Kautsky la actividad económica del estado moderno era el punto de partida natural que conduce a la comuna cooperativa. El tamaño de esa comuna no podía predecirse con antelación, pero, como mínimo, probablemente sería similar al del estado moderno.

Kautsky predijo que el comercio entre las repúblicas socialistas autosuficientes sería mucho menor que el comercio que caracteriza al capitalismo internacional: “un estado libre asociado cooperativo, co-extensivo con la nación, podría producir todo lo que se requiere para su propia conservación“. (26) Así que Kautsky preveía una especie de autarquía. Obviamente, consideraba posible el socialismo en un solo país – y de hecho lo consideraba necesario, si debía evitarse el instinto imperialista de expandirse.

El objetivo del movimiento socialista, por lo tanto, era democratizar el estado existente como una primera etapa para transformarlo en una mancomunidad cooperativa autosuficiente. Los detalles de cómo se organizaría una comunidad socialista, sin embargo, no podían predecirse con antelación. Los intelectuales no podían hacer nada más que indicar la tendencia general: “Bosquejar planes para el futuro estado social es tan racional como planificar de antemano la historia de la próxima guerra“. (27)

Lo único cierto es que los grandes medios de producción y los instrumentos de trabajo serían propiedad y gestionados socialmente. Kautsky admitió que en las condiciones de su época, el estado es más caro y menos competentes en sus actividades económicas que el capitalista privado. La socialización sería distinta de la nacionalización, en el sentido de que diversas formas de asociación que no son el estado, como los municipios y las cooperativas, jugarían un papel. Sin embargo, como se mencionó anteriormente, en realidad no tenía un concepto de democracia industrial. Más bien, la eficiencia derivaría del mantenimiento de ciertas técnicas capitalistas. Al menos en el futuro previsible, se podía esperar que se mantuvieran las diferencias salariales y los bonos de productividad – que eran enteramente conciliables con el espíritu de la sociedad socialista. El espíritu competitivo tendría que ser conservado, ya que “un cierto grado de rivalidad entre los miembros de la sociedad, y la selección de los más aptos, parece ser un requisito previo indispensable tanto para el progreso social de la sociedad como para el mantenimiento del nivel ya alcanzado“.

Pero esto no requeriría mecanismos de mercado. Ya dentro de las empresas capitalistas el talento era recompensado y se implantaban jerarquías organizativas sin recurrir a la competencia en el mercado. De hecho, el mercado capitalista era en algunos aspectos no competitivo, ya que tiende a recompensar a los que tienen privilegios heredados, no adquiridos. Para citar a Kautsky:

“Una carrera entre caballos que comiencen en diferentes puntos de partida a lo largo de la pista de carreras es un disparate. Lo mismo puede decirse de la rivalidad entre personas que son desiguales, para empezar. La selección de los más aptos sólo puede tener lugar entre iguales”. (28)

La idea es que, no importa cuán inteligente o trabajador se pueda ser, no es probable que termine con más dinero que un gran propietario terrateniente como el Duque de Westminster.

El empleo de todos los que buscan trabajo estaría asegurado en el socialismo, pero no habría libertad completa del trabajo. En una sociedad socialista esencialmente solo habría un único empleador y los trabajadores por lo tanto no serían capaces de moverse entre empleadores. Kautsky admitió que esto era una limitación a la libertad, pero creía que era una que el proletariado estaría dispuesto a consentir: “Puede entenderse fácilmente por qué un abogado con mentalidad liberal puede considerar tal dependencia insoportable, pero no es insoportable para el proletariado moderno“. (29) Creía que el proletariado tenía horizontes más bien limitados a la hora de trabajar y que estaría contento con un puesto de trabajo seguro.

El ideal anarquista de la independencia individual fuera del proceso de trabajo colectivo era imposible para el trabajador manual, pero sería aplicable en el futuro socialista para el proceso de producción intelectual, el arte y la academia, que tienen sus propias leyes y no se pueden someter a una dirección central : “el tipo de producción socialista, por lo tanto, sería el comunismo en la producción material, la anarquía en la intelectual” (30) -no es una utopía del todo agradable para el trabajador de la producción material. No iba a haber ninguna liberación del trabajo propiamente dicha: el socialismo se comprometía a satisfacer las aspiraciones intelectuales del trabajador, fundamentalmente, acortando la jornada de trabajo. Para el trabajador no sería la libertad de trabajo, sino la emancipación del trabajo.

La emancipación del trabajo, que ya se desarrolla bajo el capitalismo con la reducción de la jornada de trabajo, era para Kautsky siempre fundamental para lo que era el socialismo: la elevación del nivel moral e intelectual del proletariado. Esto requeriría el socialismo para su plenitud de desarrollo, pero también se desarrollaría en una medida considerable a fin de alcanzar el socialismo. En su Anti-Kritik, Kautsky termina diciendo (parafraseo): “Bernstein tiene más fe en el proletariado y en su nivel intelectual y espiritual, porque si no se tiene tal fe se puede también renunciar a la democracia, para no hablar del socialismo”. Al final se trata de una apuesta: esperemos que cuando llegue el día la clase obrera este a la altura de las tareas que se le presenten.

En muchos aspectos, la desilusión parcial de Kautsky, sus polémicas contra el bolchevismo y su antagonismo con la dirección mayoritaria del SPD después de la Primera Guerra Mundial surgieron de la visión de que en Europa central y oriental, el proletariado no tenía el nivel intelectual y cultural adecuado para alcanzar el socialismo. La guerra significó que el proletariado había ido hacia atrás, dirigido y desorganizado por la afluencia masiva de trabajadores rurales no cualificados movilizados para trabajar en las industrias de guerra. “Como resultado, la minoría con educación y cualificación, que había dirigido hasta entonces al proletariado, perdió gradualmente su poder de dirigir, y en su lugar emergió la pasión ciega de la ignorancia“. (31) Este nuevo proletariado, impulsado únicamente por la miseria, exigía un cambio radical inmediato e inoportuno: el socialismo en un abrir y cerrar de ojos y mediante el terror.

En Rusia el proletariado había sido brutalizado, en el centro de Europa el movimiento obrero se había dividido desastrosamente. La ideología y la pasión revolucionaria no eran suficientes.

Notas:

1. K Kautsky The agrarian question (1899), Vol 2, p323.

2. K Kautsky, ‘To what extent is the Communist manifesto obsolete?’ (1903, 1906), in R Day and D Gaido Witnesses to the permanent revolution: the documentary record Chicago 2009, p173.

3. R Postgate How to make a revolution London 1934, p45.

4. K Kautsky The class struggle (Erfurt programme) (1892): http://www.marxists.org/archive/kautsky/1892/erfurt/ch04a.htm

5. K Kautsky, ‘National state, imperialist state and confederation’ (February 1915), in R Day and D Gaido Discovering imperialism: social democracy to World War I Leiden 2012, p808.

6. K Kautsky The class struggle (Erfurt programme) (1892): http://www.marxists.org/archive/kautsky/1892/erfurt/ch04a.htm .

7. Ibid.

8. Ibid.

9. Ibid.

10. Ibid.

11. Ibid.

12. N Bukharin, ‘The theory of the dictatorship of the proletariat’ (1919) in O Field (trans) The politics and economics of the transition period London 1979, p46.

13. K Kautsky The class struggle (Erfurt programme) (1892): http://www.marxists.org/archive/kautsky/1892/erfurt/ch04a.htm

14. Ibid.

15. K Kautsky The social revolution (1902) London 1909, pp20-21.

16. K Kautsky On the morrow of the social revolution (1902) London 1909, pp5-6.

17. Karl Kautsky Bernstein und das sozialdemokratische Programm: eine Anti-Kritik: http://www.marxists.org/deutsch/archiv/kautsky/1899/bernstein/kap3.htm

18. K Kautsky The class struggle (Erfurt programme) (1892):
http://www.marxists.org/archive/kautsky/1892/erfurt/ch04a.htm

19. K Kautsky The agrarian question (1899) London 1988, Vol 2, p325.

20. Ibid Vol 2, p320.

21. Ibid Vol 2, p325.

22. SPD Congress at Chemnitz, ‘Debate and resolution on imperialism’, in R Day and D Gaido Witnesses to the permanent revolution: the documentary record Chicago 2009, p655.

23. K Kautsky The agrarian question (1899) London 1988, Vol 2, p346.

24. K Kautsky The class struggle (Erfurt programme) (1892): http://www.marxists.org/archive/kautsky/1892/erfurt/ch04a.htm

25. K Kautsky The labour revolution (1924): http://www.marxists.org/archive/kautsky/1924/labour/ch03_h.htm

26. K Kautsky The class struggle (Erfurt programme) (1892): http://www.marxists.org/archive/kautsky/1892/erfurt/ch04a.htm

27. Ibid.

28. K Kautsky The agrarian question (1899) London 1988, Vol 2, p208.

29. K Kautsky The class struggle (Erfurt programme) (1892): http://www.marxists.org/archive/kautsky/1892/erfurt/ch04a.htm

30. K Kautsky On the morrow of the social revolution (1902) London 1909, p40.

31. K Kautsky Terrorism and communism (1919): http://www.marxistsfr.org/archive/kautsky/1919/terrcomm/ch07.htm

Marc Mulholland
Traducción G. Buster Fuente: http://weeklyworker.co.uk/worker/1129/the-enigma-ofkautsky/
URL de origen (Obtenido en 29/05/2018 – 23:43):
http://www.sinpermiso.info/textos/el-enigma-de-kautsky

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