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Coronavirus: ¿El sepulturero del régimen?

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por José Miguel Bonilla

Cabe preguntarse, ¿cómo llegamos a esto?, ¿cómo un gérmen de 200 nanómetros ha puesto de rodillas al mundo?.  Se han elaborado varias explicaciones al fenómeno en curso, desde las más conspirativas en que COVID 19 sería un arma biológica que habrían hecho escapar a propósito en el contexto de la pugna sino estadounidense hasta las más esotéricas o bíblicas. Todas encuentran algún nicho en las distintas corrientes de pensamiento hoy en el mundo. Lo cierto es que la versión original se encontraría en la interacción hombre naturaleza, en la cual aquél ha trastocado la relación de equilibrio en los ecosistemas destruyendo el hábitat y provocando la pérdida de la preciada fauna y flora. Así nos hemos acostumbrado a presenciar osos, mapaches, zorros, serpientes, y todo tipo de animales muy cercanas a los poblados.  

En este caso, una de las interacciones ha sido entre hombre y murciélago, con el propósito de consumo de esta especie portadora de COVID  19, primo del SARS, MERS, que es lo que ha detonado una verdadera bomba expansiva a nivel mundial, cuyo epicentro es la ciudad de Wuhan. Hoy afecta a 197 países, siendo Italia, USA, España Alemania, Irán y Francia los que lideran la tabla de casos, en ese orden. La situación al presente muestra un acumulado de 422.566 casos, 18.900 muertes, 108.388 recuperados y las cifran se siguen engrosando. Los casos en condición crítica alcanzan un 4%. En particular, Italia, con gobiernos neoliberales de derecha, está siendo presa de un mortal cóctel mezcla de indiferencia, autocomplacencia, y medidas tardías lo que ha derivado últimamente en el cierre de ciudades para contener el tsunami de muertos. Hasta la fecha, la península ostenta el triste record de 4800 fallecidos, de los cuales 2900 se acumulan sólo en la última semana. Italia no escuchó las señales de advertencia, como el capitán Smith del Titanic, al advertírsele la presencia de témpanos, y ahora se ha empantanado con crecientes cifras de fallecidos.

Por la estupidez de sus dirigentes neoliberales que obedecen el canto de sirenas del empresariado, Italia se sube al podio con la mayor cantidad de muertos, situación no vista desde la II Guerra Mundial y donde se selecciona a los pacientes que tienen mayor posibilidad de sobrevida para salvarlos con ventilación mecánica. Escenario parecido sucede en España. De ambos países proceden videos inquietantes. Por cierto, el mismo curso está siguiendo USA. Trump, privilegiando la economía sobre el factor humano, está dispuesto a pagar el costo de miles de vidas, incluso de personas que le votaron. Es el signo cardinal del capitalismo, la rueda de la economía, al fin y al cabo, debe seguir girando. 

Que pasa en Chile. Existe temor justificado que permea toda la sociedad y con justa razón.  Muchos compatriotas, especialmente en la capital se exponen al contagio diariamente en los diferentes medios de traslado, especialmente en el Metro, donde se observan miles de personas apretujadas imposibilitadas de guardar la distancia de 1 metro como se exige.

La desesperación de la población se ha traducido en el acaparamiento. Bajo el instinto de supervivencia, las masas abarrotan supermercados amplificando irresponsablemente la diseminación de la pandemia lo que nos retrotrae a otras experiencias como el terremoto de 2010 en las que se expresa este tipo de conductas desesperadas e individualistas. Nada diferente a otros países desarrollados.

Siempre se dice que en las crisis es esperable esta dicotomía en que al mismo tiempo que surgen brotes de solidaridad también aflora lo peor de uno mismo, pero que a diferencia de las manadas de animales que abrevan y escapan juntos en una dirección en la versión humana la estampida es sin cohesión. Cada cual se supera al escapar con lo mejor del botín. Resultado:  repisas vacías dejando tras de sí a otros compradores frustrados que manos en barbilla preguntan dónde se encuentran los apetecidos productos de limpieza. Los medios como la decadente TV abierta no hacen sino amplificar el temor de la población transmitiendo diariamente y casi en cadena el mismo contenido sobre la pandemia, compitiendo por el rating, como si no existiera la deuda social que ha dado origen al estallido.

 Al abrigo de la pandemia, la elite política corrupta unida al sector empresarial no ha escatimado esfuerzos para sepultar las escasas conquistas del pueblo y ampara despidos, no pago de salarios, alza del costo de la vida, etc. Los miles de presos políticos sin juicio, por cierto, presuntamente inocentes y sometidos a diarias torturas por sólo levantarse contra esta Dictadura han pasado a tercer plano, desechados del sistema. Muy atrás quedaron los centenares de mutilados visuales, de los torturados, de los abusados sexuales y otras tantas vejaciones amparadas por el régimen.

El gobierno del criminal dictador Piñera, trata de ganar la agenda, con reportes diarios del odiado Ministro Mañalich, pero su comportamiento torpe y errático está detonando una crisis sanitaria, a esta altura, de insospechada proporción, considerando la experiencia comparada de otros países. La carencia de insumos hospitalarias no hace sino develar el deliberado abandono del sector desde hace décadas. Italia y España nos enseñan dolorosamente que es lo que no debe hacerse. Como Trump y Bolsonaro, Piñera es renuente a medidas más draconianas como el cierre de ciudades y cuarentena total, postrándose ante la casta empresarial, base del régimen. La orden del día es producir, producir, producir , no importa el costo. La sombra del invierno se encuentra a las puertas y  el corona virus vendrá a conjugarse con el virus sincicial que afecta a miles de lactantes año tras año, los que requieren muchos de ellos, aparatos de ventilación mecánica.  

Piñera y su prepotente Ministro, parecen no inquietarse por este detalle.  Están corriendo contra el tiempo y las medidas a cuentagotas pueden volverse en su contra y detonar otro alzamiento popular. El error es apostar en el casino que la epidemia se puede contener, y que su popularidad en picada pueda remontar. La diferencia estriba en que acá no se canjean o se pierden fichas, sino que miles se jugarán la vida. La historia recién comienza.

El toque de queda impuesto y el control militar por el estado de excepción declarado hace algunos días, no persigue otra cosa que controlar un eventual alzamiento de la población y se sospecha que puede ser extendido bajo el solo arbitrio del dictador de turno. Al momento un toque de queda desde las 22 a las 5 am ha demostrado ser una medida inútil y de bajo impacto, y solo es una busca un afán de ir tanteando y normalizando al pueblo para que acepte la restricción de sus libertades, en definitiva, un golpe de Estado de baja intensidad.

Retardar la salida del Metro en la mañana ha sido la medida más irracional que se haya visto por décadas, exponiendo a una masa gigantesca de personas a una explosión de nuevos contagios. Últimamente, no controlar el tráfico de miles de vehículos que salen de la metrópoli santiaguina huyendo hacia el litoral también contribuye a la lista de posibles portadores del virus. Esto ha generado que en varias localidades la clase trabajadora ha ejercido su legítimo derecho a la autodefensa obstaculizando el paso de los inconscientes, con barricadas y otros objetos contundentes. 

Se sabe que la curva de ascenso de casos, conforme pasan los días, es similar a la de los países cuyas medidas fueron insuficientes o tardías por indiferencia negligente de los gobiernos, lo que avizora un obscuro horizonte para el cual no estamos preparados. Esto desnuda la condición precaria y de fragilidad de la salud pública en Chile, sector crónicamente golpeado por las políticas neoliberales. No obstante, es notoria la actitud de este gobierno que con extrema rapidez entrega recursos públicos para contratar la intervención de privados, como es el arriendo de Espacio Riesco y de Clínicas privadas.

Se acaba por decretar hace unos días, un cerco de vigilancia de las comunas más ricas de la Región Metropolitana, donde se concentraron la mayor proporción de casos, que ya por diferentes medios se había denunciado. Si esto contribuye a minimizar los riesgos, es tema que está por dilucidarse. A esta altura, ya no procede sino la cuarentena total y la parálisis del país entero. De otra manera, se pagará un enorme costo en vidas. Mientras tanto la clase trabajadora está pagando el costo, y el abuso laboral campea sin control por parte de la institucionalidad del Estado y pretendiendo paliar el daño haciendo uso del subsidio de cesantía de costo de la misma clase trabajadora. Al otro lado, las grandes empresas reciben todo el apoyo estatal con pingües incentivos tributarios.

No hay otra forma que esta realidad cambie a menos que la clase trabajadora se enfile en forma organizada y con férrea conducción al derrocamiento del régimen abusador. La tibieza de la CUT, la fragmentación de la izquierda convertida en un verdadero archipiélago, conspiran contra ese propósito.  Cada vez se hace más necesario la construcción de un instrumento que aglutine todas las demandas y que devuelva las masas a las calles que nunca se deben abandonar. Una vez resuelta esta crisis sanitaria, es nuestro deber revolucionario, contribuir a la conformación de un gran frente de masas que haga retroceder a las bandas de abusadores que usan el Estado para perpetrar alevosos crímenes contra el pueblo. La pandemia es mundial, epifenómeno de la recesión mundial que anida en su seno, por tanto, la revolución debe ser mundial.

(el autor es Médico Cirujano e integrante del Equipo Editorial de El Porteño)

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