por Oscar Orellana Estay
Conversando con un amigo muy querido acerca de todas las cosas y cuestiones de las cuales ha sido desposeída la gran mayoría de los chilenos (colectiva e individualmente), en el transcurso de aproximadamente los últimos 50 años, por ejemplo: del agua, del río, del mar, de la tierra, del cobre, de las carreteras, de las redes de agua potable y alcantarillado, de la vista al mar y la cordillera, del barrio, de los vecinos, de la comunidad, del tiempo para conversar, de las vacaciones, del ocio, de perder el tiempo, del pluralismo y diversidad de las fuentes de información, del acceso a libros y lecturas disruptivas, de los puntos de vista y opiniones disidentes, de la discusión de sistemas de convivencia socio-político-económicos alternativos y/o complementarios, de los derechos a una salud y educación de calidad, del derecho a una jubilación digna, de los sindicatos fuertes, de un salario digno, etc.; me dice: “bueno, yo he sido desposeído del lenguaje”. Me pareció una frase interesante y esclarecedora, la cual provocó los comentarios que siguen a continuación.
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