por Ivonne Toro Agurto
El sonido metálico no cesa: un grupo de muchachos realiza la percusión en una cadencia de cuatro cuartos (tá – tá – tátá – tá) golpeando con sus manos, piedras, pedazos de concreto, de adoquines o de madera, sobre unas planchas de zinc que enmarcan el foso gigante de la construcción paralizada en la intersección de Arturo Burhle con Vicuña Mackenna, en Providencia. Transcurre casi una hora y los improvisados tambores de guerra -con un pulso similar a Every Breath You Take de The Police– se mantienen en el mismo tiempo hasta que, de pronto, se apresura a dos cuartos: tátá – tátá.Seguir leyendo Plaza de la Dignidad: una crónica de la Zona Cero→