por Roberto Ávila Toledo
Desde el 18 de Octubre nuestro país vive una honda conmoción, política, social, ideológica y cultural que se expresa en masivas manifestaciones y una represión cruel e igualmente extendida en la que casi 20 mil personas se haan visto privadas de libertad, 1.200 están actualmente en las cárceles, 27 hayan fallecido, casi 300 visto mutilados sus ojos y decenas han sido víctima de vejámenes sexuales.
Es necesario preguntarse sobre la naturaleza de lo que estamos aconteciendo. La pregunta resulta atingente pues permite ayudar en la respuesta de interrogantes cruciales: ¿cuánto durará lo que se está viviendo?, ¿cuáles son las posibles soluciones?, ¿sirve la represión policial y militar a solucionar el problema?, ¿ sobrevivirá la clase política actual a este cataclismo social?.
La desobediencia a la autoridad por vías de hecho ha sido conceptualizada, y muy bien: un motín es la desobediencia por vías de hecho a un acto de terminado de la autoridad (el motín de la escuadra chilena el año 1932 respecto al gobierno de Juan Esteban Montero que pretendía rebajarles sus remuneraciones), un alzamiento es la desobediencia generalizada de todo o parte de la población respecto de medidas concretas de la autoridad (el reciente alzamiento ciudadano en Ecuador contra las medidas de Lenín Moreno que recortaban el gasto social).
Una revolución es un proceso largo que pone en cuestionamiento las estructuras políticas, económicas jurídicas, culturales e ideológicas de una sociedad. En síntesis, se trata que un sector importante dice ya no quiero vivir en esta sociedad. Inicialmente, puede no tener claro lo que quiere pero la voluntad de rechazar lo existente es rotunda y va en aumento. A lo cual habitualmente contribuyen la represión gubernamental y la negativa a asumir la realidad de abusos que le acompaña.
No he escuchado a nadie, por estos días, que hable de la revolución chilena. Esto se explica porque nuestros análisis son tributarios de las experiencias históricas de la revolución rusa, china y cubana. Estas tienen una mecánica y lógica de desarrollo que no se dio aquí: un grupo que se organiza con el propósito de hacer una revolución, ese colectivo crea el programa político y ese mismo ente va actuando sobre la coyuntura política para hacerlo posible, es la vanguardia o “conducción” revolucionaria.
La revolución chilena, eso sí, tiene una enorme similitud con la revolución francesa. Este es un proceso que hay que reestudiar en los análisis históricos más enjundiosos (Kropotkin, Michelet, Thiers).
La revolución francesa se puede caracterizar por: 1.- parte por una molestia generalizada y difusa en la sociedad, 2.- no existe un programa revolucionario, 3.- no hay una dirección que ponga día y hora al asalto del palacio de invierno, la organización política (girondinos, jacobinos, comuneros, thermidorianos) se va formando en el proceso. 4.- los de abajo, la calle tienen un papel fundamental, que es difícil de percibir cuando no lo han tenido antes, como en Chile (Veáse “La multitud en la historia. Los disturbios populares en Francia e Inglaterra,1730-1748/ Georges Rudé, Siglo XXI, Madrid, 2009), 5.- La gatilla un hecho puntual; un alza de impuestos.
La similitud con nuestra situación en enorme.
Al igual que en Chile los tributos que Luis XVI trato de imponer y que le obligaron a llamar a los Estados Generales fueron algo puntual, como los 30 pesos del Metro, eran la gota que colmaba el vaso. El presidente del estado llano, autodesignado en el minuto, que era un astrónomo, se negó a disolver su colectivo acá un estudiante secundario saltó sobre el torniquete del Metro sin pagar y sus compañeros aplaudieron.
La chispa que desata el incendio pasa rápidamente al olvido, ¿alguien se acuerda de los 30 pesos y que el presidente los dejo sin efecto?. Eso ratifica que no es un motín sino una revolución. En Francia el 4 de Agosto la Asamblea Nacional (la Bastilla había sido tomada el 14 de Julio) debió suprimir todos los privilegios feudales ante el alzamiento campesino que se negó a pagar impuestos en razón de dichos derechos, de paso incendió castillos, abadías y libros de registros de impuestos, paralelamente se les reprimía a balazos con la milicia ( ¿algún parecido?) pero eso no detuvo la revolución, sólo le dio conciencia de sus enormes fuerzas. El plebiscito de Abril donde un tercio es lo mismo que dos tercios no detendrá el proceso político en curso.
Para que exista una revolución debe haber un cuerpo de ideas críticas que se van acoplando en el tiempo y que crean la noción difusa y convocante que otro mundo es posible. A lo anterior se suman los abusos económicos estructurales que hacen la vida insoportable. Cuando ambas corrientes (las ideas y los hechos) se juntan estalla la revolución que como hemos dicho es el cuestionamiento al tipo de sociedad en su conjunto.
Hoy el acople es más rápido con las nuevas tecnologías. Un meme puede ser mas punzante y de fácil difusión que el Contrato Social de Rousseau.
En Francia esa corriente de ideas fue el pensamiento de la Ilustración del siglo XVIII (Voltaire, Montesquieu, Rousseau, Diderot, Holbach, Hume) que desmistificaron el mundo criticando el presente. En Chile el fermento ideológico lo constituyó el discurso cínico que compartieron por igual la Nueva Mayoría y Chile vamos: la inclusión, igualdad, crecimiento económico, el rechazo a la discriminación.
Fueron palabras bonitas echadas al viento sin la menor intención de cumplirlas pero que en su incumplimiento crearon una gran frustración iracunda.
Hoy la calle y sus celulares tienen la manija.
El partido Jacobino no fue lo mismo que la calle. Robespierre se instaló en la Asamblea Nacional (parlamento) y allí representó en muchas ocasiones a la calle, pero ellos no eran la calle esta se encontraba in corpore propio en la comuna (municipio) de París. Los jacobinos que se decían a si mismo los revolucionarios prudentes amenazaban y tranquilizaban a la Asamblea y a quienes ella representaba. Cando tuvieron el poder mandaron a la guillotina no sólo a la derecha sino también a los que se encontraban a su izquierda como Chaumotte y sus compañeros. Los jacobinos han sido culpados de la radicalidad de la revolución francesa pero eso es injusto históricamente, tal como lo son hoy las acusaciones sobre el Partido Comunista y el Frente Amplio.
En ambas revoluciones el desprecio hacia los de abajo tuvo expresiones semánticas, aquí los patipelados, rotos de población, aliénigenas, vándalos. La ministra de Educación denominó en 24 ocasiones ante la televisión como “delincuentes” a los estudiantes secundarios. En Francia los nobles llamaban despectivamente a los campesinos Jacquiere.
Los gobiernos chilenos no tomaron en consideración al movimiento No mas AFP que movilizó pacíficamente en las calles a millones de personas. En Francia existieron motines campesinos en 1873,1874 y 1878 ninguno de ellos preocupó al rey relojero.
Las revoluciones mueven la sociedad como si fuera una coctelera, algunos se sorprenden con Boric o Desbordes, vamos a ver más cosas. Luis Felipe de Orleans votó por guillotinar a su primo Luis XVI y Fouché del núcleo duro jacobino terminó de duque de Otranto en la restauración.
Vamos a ver muchas cosas
ROBERTO AVILA TOLEDO