Un artículo publicado originalmente en inglés el año pasado, pero plenamente vigente sobre la manipulación de los medios respecto a a crisis humanitaria en Venezuela.
(Tomado de https://fair.org/home/exonerating-the-empire-in-venezuela/)
Estados Unidos ha estado saboteando la economía venezolana con sanciones económicas durante años, pero el cubrimiento de los medios estadounidenses ha evadido el tema para oscurecer este hecho.
El propósito de las sanciones es claro: producir el máximo sufrimiento en Venezuela con un estímulo para que el pueblo venezolano derroque al gobierno democráticamente elegido. El profesor de SUNY Gabriel Hetland apuntaba en 2016 (The Nation, 17/8/16) que el gobierno de Obama “evitó que Venezuela obtuviera el muy necesario financiamiento e inversión extranjera”. Estas políticas, anotaba Hetland:
“han tenido un impacto considerable y altamente nocivo en el momento en que Venezuela necesita desesperadamente dólares pero Washington le impide obtener acceso a ellos”.
En agosto de 2017, dos semanas antes de que la administración Trump intensificara las sanciones contra Venezuela, Idriss Jazairy, relator especial de las Naciones Unidas, anotaba que “empeorarían la situación del pueblo de Venezuela”, y que
“las sanciones son nocivas para cualquier Estado, y pueden tener un impacto particularmente devastador en los ciudadanos de los países en desarrollo [como Venezuela] cuando afectan la economía”
Cuando el presidente de Venezuela Nicolás Maduro propuso en noviembre de 2017 una reunión con los acreedores para discutir la reestructuración de la deuda pública del país, la administración Trump advirtió a los tenedores de deuda de Estados Unidos que si asistían a esta reunión podrían colocarse en una situación de violación de las sanciones económicas de Estados Unidos contra Venezuela, lo que podría ser castigado con 30 años de prisión y hasta 10 millones de dólares en multas para las empresas.
Ese mismo mes el gobierno de Estados Unidos agregó mayores sanciones para impedir que Venezuela hiciera lo que los gobiernos hacen rutinariamente con buena parte de su deuda, que es extenderla, tomando prestado otra vez cuando los bonos vencen. Las sanciones además hicieron difícil sino imposible para Venezuela emprender una reestructuración de la deuda, un proceso en el que los intereses y los principales pagos se posponen y los acreedores reciben nuevos bonos lo que las sanciones prohíben explícitamente.
De acuerdo con el economista Mark Weißbrot (AlterNet, 3/11/17), las sanciones puestas en práctica ese mes parecían diseñadas “para prevenir una recuperación económica y agudizar la escasez (que incluye medicinas esenciales y comida)”.
Todo esto rara vez es mencionado cuando los medios estadounidenses informan de las dificultades que enfrentan los venezolanos o describen las causas de la crisis económica y política de Venezuela. Una historia del New York Times (17/12/17) le dice a sus lectores que los niños venezolanos están pasando hambre, con cientos muriendo de desnutrición, debido a que “años de mala administración económica armaron el escenario del actual desastre”, de acuerdo a “muchos economistas”.
Sin embargo, menos de dos semanas antes, después de un viaje a Venezuela, el relator de las Naciones Unidas Alfred de Zayas (ThinkProgress, 8/12/17) ofrecía su análisis sobre “el escenario del actual desastre”. Su informe decía que las condiciones en el país no constituían una crisis humanitaria avanzada sino que había “escasez y demoras en la distribución, etc.” y mencionaba a las sanciones entre las causas de estos problemas:
“Lo que es importante es entender las causas y tomar medidas contra el contrabando, los monopolios, el acaparamiento, la corrupción, la manipulación de la moneda y las distorsiones en la economía causadas por una guerra económica y financiera que incluye sanciones”.
El equipo editorial del Washington Post (23/2/18), al escribir acerca de lo que mal caracterizaba como la “peor crisis de refugiados que ha tenido América Latina” (FAIR.org, 18/2/18), subestimaba estas dimensiones de lo que ha pasado en Venezuela y decía:
“a pesar de que controla las mayores reservas de petróleo del mundo, el régimen fundado por Hugo Chávez ha arruinado no sólo la producción de petróleo sino la economía en su conjunto”.
El escrito no menciona en ningún lugar el papel que Estados Unidos ha tenido en este arruinamiento de la “economía [de Venezuela] en su conjunto”. Este es un sorprendente ejemplo de lo que el economista venezolano Francisco Rodríguez describió en Foreign Policy (12/1/18):
“una idea problemática que conduce la actual política de Estados Unidos es la creencia de que las sanciones financieras pueden herir al gobierno venezolano sin causar serios daños a los venezolanos comunes. Esto es imposible cuando el 95% de los ingresos por exportaciones de Venezuela provienen del petróleo vendido por una compañía propiedad del Estado. Cortar el acceso del gobierno a los dólares dejar a la economía sin las divisas necesarias para pagar las importaciones de comida y medicinas. Quitarle a la economía venezolana sus divisas arriesga a convertir la actual crisis humanitaria del país en una catástrofe humanitaria completa”.
Aunque los ingresos por exportaciones de Venezuela aumentaron el año pasado, debido a un aumento de los precios del petróleo, las importaciones de Venezuela cayeron en un 31% explica Rodríguez:
“La razón es que el país perdió su acceso a los mercados financieros. Incapaz de postergar la pagos de su deuda, fue forzado a acumular grandes excedentes para continuar pagando la deuda en un intento desesperado de evitar el default”.
Son las sanciones, no “años de mala administración económica”, subraya Rodríguez, los que impiden a Venezuela convertir los mayores precios del petróleo en comida para niños hambrientos:
“Las principales instituciones financieras han demorado el procesamiento de todas las transferencias financieras desde las entidades venezolanas, obstruyendo significativamente la habilidad de las compañías venezolanas para hacer negocios en Estados Unidos. Incluso Citgo, una subsidiaria venezolana que posee el 4% de la capacidad de refinación de Estados Unidos, no ha podido conseguir que las instituciones financieras de Estados Unidos procesen créditos comerciales de rutina desde que las sanciones fueron impuestas”.
En otro artículo del Post (8/3/17), Rachelle Krygier informa sobre los serios desafíos que enfrenta el sistema de salud de Venezuela, ignorando las sanciones de Estados Unidos como parte de su explicación. Escribe, en cambio:
“Los bajos precios del petróleo y las políticas populistas impulsadas por Hugo Chávez y continuadas por su sucesor, el presidente Nicolás Maduro, han sumergido a Venezuela en una espiral de emergencia económica”.
Anthony Faiola, del Post, quien escribe (2/3/18) sobre la “crisis humanitaria” que está llevando a los venezolanos a salir del país, absuelve también al imperio de cualquier mal comportamiento:
“Venezuela ha alcanzado un punto de quiebre, con bajos precios del petróleo y una mala administración económica que lleva a la inflación más alta del mundo y a índices crecientes de pobreza y desnutrición”.
CNN (2/3/18) también culpa exclusivamente al gobierno venezolano de las dificultades del país: “la corrupción, la mala administración y el congelamiento de precios, han causado el colapso de la economía de Venezuela”.
En un artículo del sitio web de NBC (12/3/18), sobre cómo “La vida es una lucha diaria en Venezuela”, Mariana Zúñiga proclama que “la crisis de Venezuela se remonta a Chávez” quien “se apoyaba considerablemente en los ingresos del petróleo para financiar la agenda de su ‘Socialismo del siglo 21’”, dejando a los venezolanos con “pocos ahorros en qué apoyarse” cuando los precios del petróleo colapsaron. Las otras razones claves que ella enumera para los problemas de Venezuela eran el control de divisas del gobierno y “años de excesivas regulaciones que desestimularon la producción local”.
Olvida mencionar lo que 150 académicos, escritores, artistas, activistas y trabajadores sí mencionan en una carta publicada tres días antes (Alliance for Justice, 9/3/18): que el impacto de las sanciones de Estados Unidos “recaen más pesadamente en los sectores más pobres y marginales de la sociedad para forzar un cambio político y económico en una democracia hermana”. Describen las sanciones como “un uso cínico del poder coercitivo económico para atacar a una nación que ya está enfrentando la hiperinflación y la escasez de los productos básicos”. La carta también apunta que las encuestas muestran que una gran mayoría de los venezolanos se opone a las sanciones, y anota:
“No es un secreto que Venezuela, a diferencia de México, Honduras, Colombia, Egipto o Arabia Saudita, es objeto de una política de cambio de régimen por parte de EEUU, precisamente porque Venezuela encabeza la resistencia a la hegemonía de Estados Unidos y a la imposición del modelo neoliberal en América Latina. Y por supuesto Venezuela posee las reservas más grandes de petróleo del mundo, lo que atrae una atención no buscada de Washington”.
Mientras la situación empeora en Venezuela, el gobierno de Estados Unidos ha decidido agravar el problema, profundizando repetidamente las sanciones, recientemente este mismo mes (marzo de 2018) mientras los medios omiten mostrar la conexión entre estas medidas y la multitud de historias que permanecen publicando acerca de las dificultades de los venezolanos.
Estas omisiones exoneran a la guerra económica del imperio contra Venezuela del daño que Estados Unidos produce al pueblo venezolano. Como de Zayas anota sintéticamente (Real News Network, 14/3/18), las sanciones “han causado muerte”.
Que estos artículos de los medios masivos opten por no informar a sus lectores que las sanciones estadounidenses están contribuyendo a empeorar los problemas que enfrenta Venezuela, es más indignante, considerando que estas sanciones violan la ley internacional, contraviniendo tanto la resolución 2625 de las Naciones Unidas que prohíbe “el uso de medidas económicas, políticas o de cualquier tipo para coercionar a otro Estado” y la carta de la Organización de Estados Americanos, que prohíbe el “uso de medidas coercitivas de carácter económico o político”. Como de costumbre (p. ej. FAIR.org, 19/9/13 y 8/12/17) los medios de Estados Unidos no consideran que las violaciones estadounidenses de la ley internacional sean relevantes.