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Slawomir Mrozek

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Slawomir Mrozek

(29 de junio de 1930, Borzęcin, Polonia

– 15 de agosto de 2013, Niza, Francia)

 

Escritor, caricaturista, periodista y dramaturgo polaco que exploraba en sus obras el comportamiento humano, la alienación y el abuso de poder de los sistemas totalitarios. En su obra se refirió tanto a los temas fuertemente relacionados con la historia de Polonia y las tradiciones culturales –por ejemplo, el Romanticismo–, como a temas universales, como la libertad o las amenazas de la civilización contemporánea. Autor de muchas historias satíricas y obras dramáticas sobre temas filosóficos, políticos, morales y psicológicos, su visión crítica del mundo contemporáneo se expresa en obras de teatro cuyos personajes, enfrentados a determinadas situaciones sociales, llevan hasta el límite la lógica de los estereotipos que simbolizan y caen en el absurdo.

Quizá haya sido su obra narrativa, cuentos breves y microrrelatos, la que más seguidores haya cosechado, formando parte de una tradición de narradores centroeuropeos de la estirpe de Kafka, Brecht, Alfred Polgar o István Örkény, todos ellos maestros de lo breve y del humor negro. Mrozek se consideraba, de hecho, un escritor centroeuropeo más que polaco, aunque –como solía recordar– no escribió en otra lengua que la de sus padres, ni siquiera en francés, país en el que vivió tantos años y de cuya ciudadanía llegó a gozar. Como dibujante de cómics, alcanzaría también gran popularidad.

Su narrativa se sustenta en el humor y la sátira, en lo insólito, sorprendente y paradójico, en la intertextualidad, continuando una tradición que arranca con el surrealismo, la literatura del absurdo, o aquella otra que se tachó de inverosímil, pero que tiene mucho que ver con un tipo de humor desencantado y cínico que surgió en los países del Este, durante el régimen comunista, primero en forma de chistes orales.

El objetivo de sus fábulas –con moraleja, pero sin pasarse, como escribe en La isla del tesoro– es la condición humana en general, los estereotipos y lugares comunes que le gusta cultivar; en particular el hombre del Este bajo el régimen comunista, y su singular adaptación a la economía libre de mercado. Pero tampoco se muestra más benévolo con la retórica democrática ni con la constante manipulación del lenguaje que, por ejemplo, ha convertido la pluralidad en un perverso relativismo. En El diario de un arribista escribió que «vivimos en una época de guasa, autoironía y parodia», y eso vale para el pasado y presente, tanto en el este como en el oeste.

El origen de la difusión de su teatro en Occidente se debe probablemente a su presencia en el clásico ensayo que Martin Esslin dedicó a El teatro del absurdo (1962), aunque luego el autor polaco renegara de su encasillamiento en una etiqueta que no lo convencía, sin por ello dejar de estarle agradecido. Los emigrados (1975), pieza escenificada por Wajda en el mítico Teatro Stary (Viejo) de Cracovia, fue llevada luego al cine.

Nació en Borzęcin, hijo del director de correos Antoni Mrożek y Zofia née Kędzior. El escritor fue uno de los tres hijos del matrimonio de Mrozek. Sus primeros años los pasó en campos de Borzęcin, Porąbka Uszewska y, durante la Segunda Guerra Mundial, en Cracovia. Recibió la enseñanza convencional católica, pero las cuestiones religiosas no estuvieron en el primer plano de sus obras. Más importantes para su desarrollo fueron los años de guerra, la ocupación nazi de su país, el establecimiento de la República de Polonia después del conflicto y la represión de Stalin que creó una generación entera de gente joven desilusionada. Mrożek se graduó en la Nowodworski Lycée en 1949 y un año después empezó a trabajar para la revista Przekrój, como hackwriter. Al mismo tiempo empezó a estudiar arquitectura, pero al cabo de tres meses dejó esos estudios y entró en la Academia de Bellas Artes de Cracovia. Sin embargo, también abandonó esta carrera porque le resultaba aburrida, así que decidió formar parte de la plantilla de Dziennik Polski. Durante un tiempo corto estudió también la filosofía oriental en la Universidad de Cracovia para evitar ser reclutado en el ejército.

Se unió al Partido Obrero Unificado Polaco inicialmente bajo la República Popular de Polonia, y de hecho se ganó la vida como periodista político. En 1952 se trasladó a la Casa de los Escritores dirigida por el gobierno. En 1953, durante el terror en la Polonia de posguerra, fue uno de los signatorios de una carta abierta de la Unión de Escritores Polacos («Związek Literatów Polskich») a las autoridades polacas que apoyaban la persecución de los dirigentes religiosos polacos, encarcelados por el Ministerio de Seguridad Pública, al ser acusados de espionaje. Participó en la crítica a los curas católicos en Cracovia. Se casó con la pintora Maria Obremba cuando vivía en Katowice y en 1959 se mudaron a Varsovia.

Pero cuatro años después decidieron viajar a Italia (1963) y desertar juntos dada la situación política. Al cabo de cinco años se sintió atraído por la literatura de París. En 1968, publicó en Le Monde una carta abierta de protesta contra la intervención del ejército del Pacto de Varsovia en Checoslovaquia. Pidió asilo político allí y más tarde recibió la nacionalidad francesa en 1978.

Nueve años después se casó con la directora de teatro mexicana Susana Osorio Rosas, su segunda mujer –Maria Obremba había muerto prematuramente en 1969–. A continuación vivió en los Estados Unidos y en Alemania. En 1989 se mudaron a México, donde vivían en un rancho llamado La Epifania. Es ahí donde compuso la primera parte de su diario, Dziennik powrotu, que acabó en Polonia.

En 1996 volvió a su país natal. El 11 de noviembre de 1997 fue galardonado en reconocimiento a su contribución a la cultura nacional con la Orden Polonia Restituta. En 2002 sufrió un grave accidente cerebrovascular, que le causó una afasia. Gracias a una terapia que duró tres años, recuperó la capacidad de escribir y hablar. El efecto de su lucha contra la enfermedad es su autobiografía (que está accesible en francés, como Balthazar, de Slawomir Mrozek, ed. Noir sur Blanc, 2007).

El 6 de mayo de 2008 decidió definitivamente abandonar Polonia y mudarse a Niza donde murió a los 83 años, lejos de su país, como tantos otros ilustres escritores polacos que optaron por el exilio, con Gombrowiz a la cabeza, autor muy importante para él, según queda constancia en sus Diarios..

Mrożek utiliza a menudo el humor surrealista y las situaciones grotescas para revelar las creencias distorsionadas de sus personajes. Opowiadania z Trzmielowej Góry (Tales from Bumble Bee Hill; 1953), el primer libro de Mrożek que contenía dos historias satíricas; fue impreso en una edición de 25.000 copias. El segundo volumen, Polpancerze praktyczne (Practical Half-Armour) apareció el mismo año. A partir de 1957, su carrera literaria se desdobla en dos facetas, la de autor dramático –que le ha merecido un reconocimiento universal y un extraordinario éxito popular– y la de narrador.

Sus obras teatrales pertenecen al género de la ficción absurda (con referencias al absurdo de la vida corriente en Polonia). Su talento fue descubierto cuando escribió el show Joy in Earnest para el teatro estudiantil Bim-Bom. Mrożek adquirió fama internacional con las colecciones de sus primeros cuentos.El elefante (Słoń, 1957) se transformó en un bestseller y recibió el premio prestigioso de Przegląd Kulturalny. Fue seguido por Wesele w Atomicach (Wedding in Atomville; 1959) y Deszcz (La lluvia; 1962). Casi todos los volúmenes de sus historias breves obtuvieron gran éxito de ventas. Una de sus primeras obras teatrales fue Policja (Los policías (La policía)) de 1958, realizada posteriormente en Phoenix Theatre, Nueva York, en 1961. Como dibujante, Mrożek gozó de una gran popularidad y sus obras se publicaron en Londres, Nueva York y París. En el Oeste, su fama se difundió a través del libro The Theatre of The Absurdde Martin Esslin, que apareció a principios de 1960.

En 1962 fue galardonado con el Premio Koscielski, el drama Tango (1964), muy traducida, le granjeó fama mundial. En 1975, la segunda de sus obras más populares, The Émigrés, retrato irónico de dos emigrantes polacos en París, fue producida por Andrzej Wajda en Teatr Stary (el Teatro Viejo) en Cracovia.

Cuando en 1981 Wojciech Jaruzelski proclamó la ley marcial en Polonia y detuvo a los líderes de Solidaridad, Mrożek protestó en Le Monde y prohibió que sus obras se emitiesen en televisión y que sus libros se publicaran en los periódicos polacos. Sin embargo, sus obras teatrales continuaron representándose en los teatros, aunque las autoridades eliminaron Ambasador (1982), que tuvo su estreno mundial en Varsovia, justo antes de que la ley fuera declarada. Con muchos autores polacos, como el poeta y narrador Czesław Miłosz y el filósofo Leszek Kołakowski, Mrożek protestó contra la disolución de la ZLP.

Recibió el premio Franz Kafka pero lo rechazó para aceptar el de la Fundación Literaria Polaca. Love in the Crimea (1993), se centró en la caída del Imperio Ruso. Mrożek lo escribió en francés para un concurso a la mejor obra de teatro de un dramaturgo francés y recibió el premio Crédit Industriel et Commercial Paris Théâtre por la escenificación de la obra en el Théàtre de la Colline, en París. Fue premiado con la ‘Légion d’honneur’, en 2003, por su apoyo a la cultura francesa.

https://es.wikipedia.org/wiki/Sławomir_Mrożek

https://elpais.com/cultura/2013/08/19/actualidad/1376864360_300870.html

El elefante: Los cuarenta y dos relatos contenidos en el libro pueden verse como diagnósticos clínicos de la estupidez humana, ante la cual Mrozek adopta una posición, a veces entrañable y hasta ternurista, otras cruel o irritada, y a menudo completamente desconcertada. Con un humor punzante, cercano a veces al jocoso disparate, siempre finísimo y a veces definitivamente poético, mantiene en el lector, viva y sin grandilocuencia, una sonrisa que estalla a menudo en franca carcajada, en la que siempre palpita la fuerza vital de la libertad.

Juego de azar: Cada uno de estos 34 microcuentos evidencian el sencillo pero lacerante sentido del humor de Slawomir Mrozek. Su aguda crítica convierte en blanco temas diversos, cotidianos, variopintos. Desde éstos se traslucen su escepticismo frente a la condición humana y sus cuestionamientos sobre la autenticidad y la credibilidad de los móviles que subyacen a las acciones de cada quien. Sus cuentos participan de los matices del «teatro del absurdo», en el que se inspira; evocan a Samuel Beckett y Eugène Ionesco. Precisamente, estas resonancias lo incitan a preferir la contradicción en sus historias como camino para remover realidades que usualmente permanecen ocultas entre la monotonía y la costumbre.

La vida difícil: Con los  treinta y siete absorbentes y lúcidos cuentos de La vida difícil, divertidos hasta la hilaridad, el lector se verá sumergido en el particularísimo y fascinante mundo narrativo de Slawomir Mrozek, marcado por la parodia y el humor, donde podrá encontrar una cruel y sarcástica vivisección del género humano. En la literatura de Mrozek se encuentra esa apabullante artesanía literaria que consiste en lograr con el mínimo de elementos el máximo de eficacia.

El árbol: Compilación de relatos súper breves, escritos con la ironía en una mano y el absurdo en la otra, el autor se revela como un artífice del género minimal, trazando ficciones interesantísimas bajo reducidas extensiones. A medio camino entre la lucidez desconcertante y el absurdo más turbador, Slawomir Mrozek disecciona –con la precisión del cirujano– el comportamiento humano a partir de sus querencias, obsesiones y contradicciones, y consigue crear –en esta delirante colección de relatos– una atmósfera donde nada es lo que parece ni nada sucede según el devenir lógico de la acción.

La mosca: Sesenta y cinco nuevos relatos de una de las mejores voces de la narrativa breve contemporánea. Preciso. Limpio. Embriagador. Slawomir Mrozek es uno de los grandes del relato europeo breve del siglo. Hay siempre un poso de amargura, una inquietud metafísica y una tragedia invisible, a punto de estallar, que Mrozek revela de una forma perversamente aguda, imprevisible y con una concisión admirable, que hacen de él un verdadero maestro eslavo del género minimal.

«La vida es sencilla, es solo mi imaginación la que la complica sin necesidad – Slawomir Mrozek

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